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CRÓNICA | La Negra Ester es pueblo de rostro franco, abierto, de mirada limpia y llana

Por: Rodrigo Hidalgo, escritor | Publicado: 31.08.2021
CRÓNICA | La Negra Ester es pueblo de rostro franco, abierto, de mirada limpia y llana La Negra Ester |
La obra se estrenó en Puente Alto en 1988. Hace 33 años. Es la producción teatral más vista en Chile y hasta la actualidad sigue siendo presentada.

“La Negra Ester” se estrenó en Puente Alto hace 33 años. Desde su debut, en 1988, se ha transformado en la obra teatral más vista en Chile. Las décimas del tío Roberto Parra, musicalizadas por La Regia Orquesta y que fueron llevadas al teatro por Andrés Pérez Araya, ostentan un cetro que pocas creaciones artísticas comparten. Tal es el cariño e identificación que logra con lo que podríamos llamar “el alma del pueblo chileno”. Si usted aún no la ha visto, quizás sea la oportunidad de hacerlo.

A millones de personas el encierro nos puso a revisar álbumes fotográficos, limpiar bodegas, ordenar baúles, cajas y cajones de recuerdos. Así fue como encontré un papelito que por alguna razón había guardado. Misteriosos son los depósitos de la memoria. Era el ticket de entrada a una función de La Negra Ester en el cerro Santa Lucía, en diciembre del 2001. Yo tenía 25 años, ya estaba trabajando como periodista en el ámbito teatral, y no podía ser que no hubiese visto “La Negra Ester”. Me había invitado una compañera de estudios que siendo 3 años menor era bastante más avezada que yo en muchas materias.

Recuerdo el impacto que generó en mí esta obra. Me emocionaron particularmente dos escenas, violentas, feroces: primero el duelo entre el protagonista y el hombre malo que le había pegado a la Negra Ester, y luego cuando la propia Negra Ester manda al protagonista literalmente a la misma mierda. Pero ese es mi filtro personal; hay tantas escenas memorables en esta obra.

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Sus personajes son inmediatamente cercanos. Recuerdo por eso también la emoción genuina de quienes presenciaban conmigo la obra, al aire libre, cuando iba cayendo la noche y el viento peinaba la ladera del cerro y la terraza Caupolicán se vaciaba rauda tras el aplauso, y como hormigas descendíamos junto a ese público conmovido y satisfecho, comentando la obra entre vecinas, señoras, caballeros, niñas y niños, cabros jóvenes, adolescentes embarazadas, abuelas y ancianos.

Era gente del pueblo, que luego tomaba la misma 210 en la Alameda. Pueblo, una palabra que parece haber vuelto en toda su dignidad, a pesar de las marcas registradas. Es que no hay marca registrada para estas cosas. La Negra Ester es pueblo. Pueblo de rostro franco, abierto, de mirada limpia y llana. Pueblo que se ama libremente, que se abraza porque sí no más, porque es septiembre y qué tanto.

Hay más de un meme de humor ya dudoso, con la típica broma sobre la tercera edad y su celebración por pasar agosto. Creo francamente que muches hoy en día esperábamos septiembre con su habitual preámbulo de buen clima, del mismo modo que esperábamos poder volver a abrazarnos y reunirnos.

Igualmente, el retorno al teatro presencial es tan esperado como un repunte económico o una reactivación del empleo. Somos millones de personas, estoy seguro, que queremos poder volver a llenar los estadios, las salas de cine, las salsotecas. Y del mismo modo le aseguro que la emoción que le reportará a usted, si decide salir el fin de semana y asistir a una función de teatro como ésta, conmovedora, sencilla y popular; será algo impagable.

No recuerdo qué hice con ese boleto encontrado, ese ticket de entrada a la función del Circo Teatro en el cerro Santa Lucía, aquella invitación de una compañera de estudios, hace 20 años, parece que lo boté a la basura. Lo quise fotografiar ahora, pero no lo hallé. Aquello no me hizo sentir cruel o indolente, porque quedó en mi memoria y revivió no solo el cariño genuino por esta obra, sino por el acto mismo de ir al teatro, por el ritual. No tengo el testimonio más que en mi recuerdo.

No hay fotos de aquella experiencia, no hay registros de aquella vivencia íntima ni colectiva. Pero está viva en mí y en mi palabra, en mi agradecimiento eterno a aquella amiga que me invitó al teatro, al Gran Circo Teatro. Y el teatro es así, es efímero, sucede sólo una vez en vivo. Como nos suceden todas las cosas en la vida.

Llamé por teléfono a Rosa Ramírez. Me cuenta que están bien, contentas y contentos a pesar de las naturales dificultades, pero que esperan con mucha emoción, y hasta con algo de ansiedad este reencuentro con el público. Es siempre tan anhelado ese ritual, ese encuentro. Porque la gente que trabaja en el teatro lo sabe, tienen esa ventaja sobre el resto, trabajan con la emoción.

Entonces pienso que decidir ir a ver una obra de teatro, venciendo el miedo, confiando en las profesionales medidas sanitarias de lugares como una sala de teatro, es dar un primer paso, y como todo primer paso, provoca un ligero vértigo, un mareo casi, porque el impulso crece como la continuidad del movimiento, y empiezas de pronto a sentir un nerviosismo como de quinceañera enamorada, porque sabes además muy ciertamente que emocionarse hace tan bien, Rosita, sí, estamos de acuerdo. “Es que es una obra que a la gente le gusta tanto, que la gente quiere”, me dice Rosa. Es que la Negra Ester es pueblo.

Coordenadas:

Teatro Nescafé de las Artes, Av. Manuel Montt 032, Providencia.

Jueves 9, viernes 10, sábado 11 y domingo 12 de septiembre – 18:00 horas

Entradas: desde $10.000.

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