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Memoria que ilumina: El arte de volver a la luz las imágenes que faltan

Por: Claudio Pizarro | Publicado: 19.07.2022
Memoria que ilumina: El arte de volver a la luz las imágenes que faltan Apareciendo a Andrea López. Santa rosa de lapampa2015-min |
Se trata de varios ensayos que desde el análisis crítico y cultural buscan analizar, a través de la experimentación de diversos lenguajes lumínicos, distintas performances que invitan a repensar las huellas de la violencia estatal, el olvido y la censura, disputándole a la publicidad su hegemonía en los territorios y el espacio público.

¿Cómo hacemos visible la desaparición y la violencia de Estado en un contexto de hiperinformación y mediatizado por las imágenes? ¿Cómo quebrar el cerco del silencio? Son algunas de las preguntas que plantea el libro “Memorias de luz imágenes que hablan”, una compilación de la investigadora y gestora cultural, Camila Baracat, sobre diversos dispositivos que irrumpen en el espacio público y en la naturaleza con un solo denominador común: la luz.

-¿Cómo nace “Memorias de la Luz”?

Memorias de Luz nace como parte de mi proyecto de Tesis de Maestría en Córdoba (Argentina), donde conocí a Gabriel. En ese tiempo yo estaba estudiando colectivos de fotografía de Córdoba, lo que me llevó a conocer al Colectivo Manifiesto Alegría y, en mayor profundidad, el trabajo de Gabriel Orge. El 2017, viviendo en Córdoba, vi la proyección que hizo en medio de la desaparición de Santiago Maldonado. Un año después -aún en Córdoba- vi por las redes la proyección de Camilo Catrillanca, en plaza Dignidad, con la frase de Zurita realizada por el colectivo Delight Lab. Ahí me di cuenta que ambos recursos o dispositivos -el proyector- se estaban usando para ejercer denuncia en el espacio público. Posteriormente la Revuelta y la pandemia me lo corroborarían, así empecé a delinear un proyecto de investigación que situara esas prácticas en los nuevos lenguajes visuales de la memoria.

Silvia Potenza viendo la aparición de un familiar en Paraguay / Foto: Jessi Insfrán Pérez

-Nelly Richard habla de lo dramático de luchar “contra la desaparición del cuerpo”, asegurando que la producción de nuevos lenguajes visuales permiten quebrar el silencio traumático. ¿Sacar a la luz es, entre otras cosas, también un acto terapéutico contra el olvido?

Me cuesta hablar de lo terapéutico o siento más bien que no me corresponde. Sí creo en el valor simbólico que tienen los actos de rememoración y del compromiso de ponernos de este lado de la vereda en la lucha contra el olvido, el silencio traumático y el silencio cómplice, como menciono en el libro. La lucha contra la desaparición es una lucha por la aparición también, y sacar a la luz o darle luz a lo que se quiere invisibilizar, censurar o borrar, es un acto político de reconocimiento histórico de subjetividades. Antes del desaparecido, había un sujeto con una vida, una militancia, una presencia, un futuro, una vida que se sustrajo sin posibilidad alguna de despedida. En este sentido, sacar a la luz es seguir sosteniendo que si hubo desaparición forzada, que la violencia de Estado es una forma de funcionamiento de los gobiernos no solo en dictadura, también en democracia, es luchar contra el olvido e intentar dar una pequeña correspondencia a quienes, al aparecer simbólicamente, nos siguen exigiendo justicia.

-La luz como dispositivo puede actuar en el territorio de distintas formas. Una de ellas es como activador de memorias. ¿Cuál es la importancia de traer nuevamente esas imágenes? ¿Hay un deuda en el fondo?

Absolutamente estamos en deuda, estamos rodeados de un avasallamiento de imágenes, pero hay imágenes que siguen faltando. Faltan los cuerpos, pero también seguir posicionando las imágenes que nos datan de esa desaparición. Es interesante también darle historicidad al circuito que han tenido esas imágenes, muchas de pasar a ser fotos de identificación, a ser documento testificador de una existencia previa a la desaparición, de usarse en los cuerpos de madres y abuelas, de pasar a los informes de reconciliación y reparación, a trasladarse a las calles, a los muros, a los soportes del capital, a reemplazar una publicidad para señalar que aquí ha habido violencia de Estado de forma sistemática. La luz es una herramienta política de hacer ver y de ocultar.

Apareciendo a Santiago Maldonado 2017.

-En la aparición de imágenes también hay una intervención política. ¿Cómo ves esa mirada crítica que irrumpe en el espacio invitando a reflexionar?

Para mí es un gesto absolutamente político, irrumpir en el ritmo cotidiano, porque las proyecciones irrumpen, no se avisan, no son espectáculo. Aparecen y se han vuelto muy eficientes como práctica de denuncia, lo vimos durante la revuelta y la pandemia acá en Chile, ante la imposibilidad de habitar el espacio público, la proyección permitía seguir posicionando un reclamo. Por eso me parece fundamental indagar en las políticas de la luz, las formas en que la utilización de la luz permite sacar a relucir esos relatos de denuncia y de violencia. Las imágenes se instalan muy provocadoramente en el espacio público, en zonas híbridas, muros destinados a la visualidad comercial convirtiéndolos en soportes visuales públicos con un claro gesto de denuncia. La instalación disloca el espacio público al empaparlo de luz/proyección que le arrebata lugar a las campañas publicitarias, por ejemplo, creo que ahí subyace su mayor politicidad.

-Hay intervenciones también en paisajes naturales. ¿Cómo se insertan estos dispositivos con las reivindicaciones de diversos pueblos o comunidades?

Yo decidí trabajar con imágenes que aparezcan exclusivamente en el espacio público urbano por ahora. Sin embargo, tanto Gabriel como Delight Lab tienen un trabajo muy profundo con comunidades y territorios. El extractivismo, el desplazamiento forzado y el genocidio también han sido prácticas sostenidas por las distintas formas que asume la violencia de estado en los diversos territorios y el dispositivo lumínico también sirve para ejercer esas denuncias.

Trabajando en la yunga Salta / Foto: Clara Nerone

-En Chile es conocido el trabajo del colectivo Delight Lab, no solo por sus proyecciones sino también por la censura que sufrió durante el estallido. ¿Cuán importante son estos proyectos en momentos en que la contingencia apremia?

Cuando ocurrió la censura lumínica a Delight Lab, yo estaba en pleno proceso de investigación, lo que vino a corroborar absolutamente la implicancia que tiene la luz, como herramienta política, para hacer ver pero también para censurar, blanco sobre blanco, enceguecer y prohibir la enunciación de un mensaje de denuncia, como una superposición lumínica en conflicto. La derecha históricamente ha usado la censura para desarrollar sus proyectos políticos y también la desinformación, lo vemos ahora con la cantidad de fake news que han levantado en relación a la Constitución. En el caso de la censura de Deligh Lab es interesante ver cómo se apropian del mismo recurso que usa el artista para enunciar su discurso, pero para prohibirlo. Por eso es fundamental seguir habitando el espacio público desde las diversas formas posibles, seguir posicionando las imágenes y reclamos que el discurso hegemónico se esmera en ocultar.

Guaraní en un árbol selva Montana / Salta 2016.

Ficha:

Título: Memorias de la luz. Imágenes que faltan
Autor: Baracat, Camila (Compiladora)
Editorial: Ocho Libros
Año publicación: 2022
Páginas: 135

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