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Fabiola Ruiz, dramaturga: “En Chile nos cuesta mucho estar en un estado amoroso como sociedad”

Por: Galia Bogolasky / Culturizarte | Publicado: 03.09.2022
Fabiola Ruiz, dramaturga: “En Chile nos cuesta mucho estar en un estado amoroso como sociedad” Fabiola Ruiz, directora de “Quién le dará de comer a las palomas o la obscena timidez de tu regazo” |
Entrevista con la directora de “Quién le dará de comer a las palomas o la obscena timidez de tu regazo”, un montaje teatral que nos habla de amor, odio y perdón. “Siempre los grandes conflictos universales están en la familia”, reflexiona.

“Quién le dará de comer a las palomas o la obscena timidez de tu regazo” busca provocar un cruce de imaginarios públicos y privados de la posmemoria de Chile, que va desde los últimos años de la dictadura, y se dispara hacia el futuro, desde la premisa que la historia se repite, es cíclica.

La dramaturga y directora de este montaje, Fabiola Ruiz, es actriz titulada de la Universidad Arcis, Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana de la Universitat de Barcelona, docente en la Escuela de Teatro de la universidad de Playa Ancha.

Su autoría viene precedida por los montajes: Fragmentos de Exposición (2005), Amaranta (2006), Poética del Purgatorio (2008), Corral Ajeno (2010), El Abismo de los Pájaros (2014) y Réquiem (2017), obras que nacieron gracias a procesos de investigación y residencia artística.

“Quién le dará de comer a las palomas…” está centrada en la relación de una familia fragmentada por el pasado, compuesta por la madre (Clara), quien padece de un incipiente Alzheimer; Esperanza, su hija y leal compañía y Angustia, su joven cuidadora. En la familia está presente el fantasma de su hijo Belisario, un agente de inteligencia que se distanció de ella hace muchos años y que, en vísperas de Navidad, anhela reencontrarse con ella, desencadenando la obligación de enfrentar los secretos y fantasmas del pasado. Una historia que nos habla de amor, odio y perdón.

El montaje que se presentó en CEINA, está protagonizado por las actrices Soledad Cruz, María Angélica Luzzi, Verónica Medel y el actor Víctor Montero, todos profesionales con amplia trayectoria en producciones de teatro, televisión y cine.

– Tú eres la directora y dramaturga, ¿cómo surgió esta obra y cómo fue el proceso de montaje?

La idea inicial la tenía en la cabeza antes del 2020, porque este es un proyecto que se lanza al fondo de artes escénicas trayectoria y que la adjudicamos para el 2021. Finalmente lo realizamos este año y las funciones las realizamos en agosto, pero la obra la escribí entre el 2021 y la terminé en abril del 2022. Yo siempre escribo, suelto, pienso, vuelvo a escribir y sigo escribiendo porque uno escribe mucho más de lo que se edita y de lo que aparece como texto. Si la obra tiene 58-59 páginas, yo debí haber escrito unas 200. Hay muchas escenas que no van, uno escribe algo que después no funciona y que encuentra raro. Hay un proceso de depuración que necesita tiempo, o por lo menos yo necesito tiempo, como mi proceso general de dramaturga. Yo vengo escribiendo y dirigiendo, porque es la metodología y el lugar que a mí me acomoda, me gusta escribir y montar. Me apasionan ambos espacios del teatro y no lo pretendo dejar. De hecho, ese es como el sello de La Malinche Teatro, que es mi paraguas, la compañía, donde yo me doy el lugar de escribir, dirigir y convocar a los elencos que deseo trabajar. También hay una impronta en que yo siempre estoy cambiando de elenco, o queda alguna persona, pero siempre estoy buscando trabajar con distintos artistas, porque creo que es sumamente nutritivo encontrarte con otras cabezas, otras escuelas y formas de mirar el teatro, siempre estar en un crecimiento, en una crítica constructiva.

Quién le dará de comer a las palomas o la obscena timidez de tu regazo nace de una historia personal, familiar. Yo creo que las grandes historias siempre están en el linaje de uno. Si uno empieza a escarbar en esos lados donde están medio secreto o donde no se habla mucho, ahí empezó la idea, a propósito de la historia de mi abuela paterna, empiezo a investigar con mi familia y luego lo levanto a la ficción. Siempre lo instalo desde esta cobertura o de este envoltorio, que es la partitura política, el afuera, lo público. Eso claramente está teñido por lo que hemos vivido recientemente todos, con esto del estallido social, el toque de queda y esta sensación de incertidumbre, todo se desmorona y ese recrudecimiento de la violencia, que es parte de nuestra post memoria reciente, son 30 años, pero es reciente finalmente, porque todavía se está reconfigurando y resignificando. Es un tema que todavía va para largo. Está todo ese imaginario, la violencia política, está lo que a mí me llama la atención, el cómo es castigada la juventud y que siempre ha sido así y nuevamente es castigada de manera horrorosa. Había que darle espacio a la juventud y así aparecen los personajes. Esta primera aproximación, que es esta abuela, que es parte de mi familia, pero ficcionada y elevada al mito. Luego los personajes empiezan a jugar para generar la dinámica familiar desde la premisa que siempre los grandes conflictos universales están en la familia, están dentro de las casas, no afuera. Eso es a nivel universal y lo dicen muchos autores, pero yo lo tomo. Así se empieza a construir la dinámica de la obra, y en una idea de que es el eterno retorno.

Yo creo que la historia es cíclica en Chile. Somos muy jóvenes todavía como nación y que siempre pasa cada 30 años nos sacan un poco la cresta, pasa una situación y estamos en eso. El tema es muy reciente, de todo lo sucedido con los presos políticos de la revuelta, todos los ojos amputados y toda la violencia, que por lo menos a mí me marcó mucho y me dejó un poco en observación constante. En ese espacio yo empecé a escribir, entonces la obra siempre está en un peligro, pero lo más pujante es esta historia que está pendiente con este hijo fantasma que la madre dejó, de cierta manera, por su convicción política y luego vuelve, en una situación que es particular, la Navidad, con todo el desenlace, para no contarles la obra y para que la vean, porque vamos a volver en temporada en algún momento. Ha gustado harto, a público joven. Estuvimos en Teatro Municipal Ovalle, en el Parque Cultural de Valparaíso y en Santiago. Gustó mucho.

– La obra tiene una propuesta futurista. ¿Por qué surgió la idea de hacerlo situado en el futuro?

Por esta misma idea de que la historia es cíclica. Yo opino que en 20 años más, va a pasar otra cosa así de violenta. No podemos dejar de tener terremotos políticos, así como tenemos telúricos y la tierra se nos mueve, se nos mueve el eje, esa es la idea. Yo tengo muy presente la historia de la dictadura, aunque yo era muy joven en ese tiempo, pero tengo mi historia familiar. Todo lo que sucedió con el gobierno de la transición, luego el estallido que se viene gestando del año 2005, con toda la revuelta pingüina. Yo parto de un futuro, que es un futuro que está connotado por lo estético. Hay una mezcla un poco retro pero futurista, ahí hay un trabajo que hizo el equipo de diseño que quedó bastante bien, porque hubo mucha discusión respecto de. Pero tiene que ver que es cíclico, entonces me remonto a un futuro ficticio, de un Chile del 2040 y donde nuevamente hay un descontento social, donde la juventud es la carne de cañón, la vanguardia y primera línea. Nuevamente los aparatos del Estado de orden hacen lo que han hecho siempre. Ahí está mi punto de vista que no cambia la mirada, siempre es por la razón o la fuerza, o haces lo que quiero o te golpeo. Tenía que estar la madre, que tiene la memoria y que fue testigo de lo que pasó hace muchos años en la dictadura, pero también está la joven que está viviendo lo que está pasando hoy. Está el antagonista y está este personaje, que hace de puente, que es Esperanza, que intenta no naufragar. Es una metáfora finalmente, porque la Esperanza lo único que intenta es no naufragar, no morir en el intento, pero está súper adolorida porque la esperanza se nos disuelve siempre. Es esa sensación que está en las conversaciones de ahora y lo que va a pasar para el 4 de septiembre, que está todo el mundo conversando, como en un gallito permanente. Está todo el tema de la madre y la orfandad también, que es algo que hemos trabajado en las otras obras, Réquiem (2017), El abismo de los pájaros del 2014 que tiene que ver con esta orfandad permanente con el factor político de la madre, dentro del cuestionamiento de lo materno, y por ahí también el nombre.

– El nombre de la obra es muy largo y poético y que podría significar cualquier cosa. ¿Como surgió este título?

Este título surgió ya habiendo escrito la obra. Estaba toda la estructura de guion, no desarrolladas todas las escenas, pero yo ya sabía de qué trataba. «¿Quién le dará de comer a las palomas?» es porque siempre hay alguien que queda desnutrido, hay niños que quedan tirados en la calle. Preguntarse ¿Qué pasó con esa primera línea? Yo no lo puedo decir así, entonces tengo que buscar un lugar poético, metafórico, las palomas. A nadie le gustan las palomas, que es piojenta, cochina y que es abundante, entonces la pregunta «¿Quién le dará de comer a las palomas?» el título es una pregunta y luego es una reflexión «o la obscena timidez de tu regazo», que es la imposibilidad de anidar, no hay arrullo, no hay canción de cuna en este país, citando a Gabriela Mistral. También es en esa frase poética literaria como un largo cuento ¿Quién les dará de comer a las palomas? ¿Qué son las palomas? Las personas pensaban en la gente que le daba de comer a las palomas, literal. La obscena timidez tiene que ver con José Donoso y la literatura chilena, que a mí me gusta mucho. Regazo es por el regazo de la madre, que no está, va desapareciendo, por lo que le sucede, que no lo voy a contar, pero también por la imposibilidad de entrar en un estado amoroso. En Chile nos cuesta mucho estar en un estado amoroso como sociedad. Algo hicimos con el estallido social que nos empezamos a saludar, ahora los jóvenes saludan, ese es como el juego que hay ahí, en esa poética.

– ¿Cómo influyó la pandemia en esta obra? ¿Hiciste algún cambio o ya la tenías escrita pre pandemia?

Estaba en el proceso. La idea original, el guion, cuando digo guion es como la estructura, fue lo que se envió a FONDART y eso fue seleccionado, les gustó. Me adjudiqué el fondo y luego empecé a escribir el 2021, en que estábamos entre semi pandemia. Más en el resabio del Estallido social. El tema del encierro se puede llevar a la imposibilidad de estar encerrado como una dinámica que está obstruida familiarmente. Hay una obstrucción en las fuentes, en las venas de la familia, por donde escurre la sangre y el oxígeno, está como viciado, un poco taponado. Eso es lo que sucede en sí, entonces está la sensación de encierro, más que el encierro literal. La pandemia del 2021 me obligó a estar sentada frente al computador, no solo trabajando, sino porque yo lo escribí en la noche, en los espacios, porque uno siempre roba tiempo para escribir, siempre se hace el tiempo que no tiene para escribir. Está la sensación del peligro, del riesgo afuera, cuando la hermana dice sí, esto medio apocalíptico. Es navegar en aguas muy desconocidas, que también es la sensación en la que todos estamos. No sabemos qué va a pasar y así hace un año no sabíamos qué iba a pasar y anteriormente. Estos últimos cuatro años han sido muy dramáticos. Lo hermoso que sucede con el teatro es que finalmente la puesta en escena se termina de componer en la recepción del público, en ese convivio que hay, que tú la viste y tienes tu propia lectura, pero hay otras también. Hay ciertas identificaciones con los personajes. La idea es la inmersión, me gusta trabajar la inmersión. Eso no lo he hecho solo acá, lo he hecho también en montajes anteriores, que es como una línea, una estética, que se persigue permanentemente. Entrar y contarte y obligarte a entrar ahí, «sígueme por favor, sígueme para acá» y dejarte ahí, asistir a ese lugar, mirar por el ojo de la cerradura aquello que no se mira, entrar en esa casa, en esos lugares.

– Explicaste que te gustaba trabajar con distintos actores en distintas obras. ¿Cómo fue que llegaste a este elenco en particular?

Yo vengo trabajando Réquiem en 2017 y 2014 y El abismo de los pájaros con María Angélica Luzzi que hace de «Clara», que es la madre y ella sigue conmigo, la llamé nuevamente a este montaje. Pero el otro elenco lo llamé porque quería trabajar con otros actores y actrices, quería salir de lo que yo llamo mi lugar conocido, mi lugar de confort. Además, que yo si bien estoy radicada en Valparaíso, hago clases en la Universidad de Playa Ancha en actuación, pero siempre estoy en Santiago, voy y vengo, estamos al lado, pero quería hacer la residencia, la hice en el Centro de Extensión del Instituto Nacional, el CEINA. Quería ir a meterme ahí, ese espacio es maravilloso, yo no lo conocía, está súper nuevo. A la actriz Soledad Cruz la llamé, me conseguí los números con amigos. Yo estudié en Santiago en Arcis. Yo iba a trabajar con Rodrigo Soto, pero él no pudo por el tema de las teleseries y luego llamé a Víctor Montero, también lo llamé. Los actores son muy receptivos. La Vero Medel, que es la Angustia, la había llamado para el FONDART, ella me esperó, y lo prorrogué para el 2022, me esperó, pero a ella también la había convocado y la llamé tal cual, porque la había visto en el teatro y me gustó mucho como actuaba y dije: «yo quiero trabajar con ella».

Finalmente te das cuenta de que tienes gente en común, que se conocen, que nos ubicamos, así entramos. «¿Te interesa? ¿puedes? ¿Tienes tiempo?». Significó un tremendo espacio de retroalimentación, porque todo el elenco es de distintas escuelas. Cuando digo distintas escuelas de teatro, de territorio, práctica, más cine, más tele, más series, más teatro, todos aman el teatro, los cuatro integrantes del elenco. Pero se dio la discusión necesaria, también el cuestionamiento a ciertas cosas que yo venía planteando, que también yo lo permito, pero siempre poniendo un límite, porque también uno tiene que ir construyendo el por qué esto es así. Yo di espacio para la autoría, en el sentido de que uno va dirigiendo y el trabajo del intérprete a mi parecer es dejarse conducir, confiar en el ojo que está afuera, que tiene la construcción estética. También ellos vienen con su propia kinética, con sus propios modos de actuar, con sus propios vicios, entonces también limpiar eso. Resultó y se armó un grupo bien rico, entre ellos y entre todes nosotros. El equipo técnico también, con los que ya vengo trabajando hace años.

– La idea de la puesta en escena, ¿surgió al momento de escribir la obra? o ¿fue saliendo después con el trabajo con los diseñadores?

El texto en sí como literatura, tiene didascalia. «Se escucha el helicóptero, la madre está ahí, etc.». Eso está instalado en el texto o «la luz de la persiana entra y tiñe de color rojo el rostro hinchado». Todo lo que tú viste está instalado en el texto, pero la expresión de eso tiene que ver con la mano de la diseñadora y el trabajo en conjunto que hicimos. Mucha discusión, mucho ver referentes; Hay cine, una serie de estéticas que empezamos a ver, para poder conjugar. Tenía que ser un espacio funcional, porque había un externo, había uno dentro «casa madre», había una oficina, entonces íbamos conjugando. También definimos que el elemento «persiana» siempre estaba, entonces tenía que aparecer un elemento fuerte. Ahí se va armando un equipo, el diseño estuvo a cargo de Jorge Espinoza, que venía haciéndome el diseño e iluminación hace varios años, que es muy talentoso. Me dice que quiere hacer el diseño completo de escenografía y le dije ok, dialogamos bien y fuimos construyendo la idea y que era «menos es más”. Porque en mis otros montajes yo levanto unos tremendos mamotretos y después me cuesta mucho llevarlos a todos lados o me ha salido muy caro. La idea es que te quepa rápido y trabajar también con la visualidad. Todo el trabajo audiovisual, ahí también entró Bastián González, que es de Santiago, audiovisualista de la Universidad de Santiago, y se empezó a armar. Era cómo instalar algo que fuera como pregnante y que fuera provocativo, que tuviera dinamismo y que tuviera un delante y atrás, un afuera y adentro. Por eso el juego para generar ese dinamismo. Los presupuestos son acotados, no tenemos presupuesto de Broadway, pero funcionó lo preciso, limpiamente. La escenografía va de la mano y hace juego con la iluminación y con la propuesta sonora, es como una pauta, una polifonía que tiene que ir y lo repetimos muchas veces en los ensayos.

– ¿Qué le dirías a la gente para invitarla a ver la obra cuando tenga una nueva temporada?

Yo quiero que vayan a vivir la experiencia. Es una experiencia inmersiva en el teatro. “Quién les dará de comer a las palomas o la obscena timidez de tu regazo” es una historia que nos hace parte de la intimidad de una familia en un futuro ficticio de Chile. Está entramada entre el amor, el odio y el perdón. Es una madre que olvida, un hijo que está preso del odio, una hermana en contradicción y una joven que tiene el poder de cambiar y torcer el destino de todos. Quién les dará de comer a las palomas tiene una muy buena puesta en escena, bastante atractiva. Es para un público desde los 10 años en adelante. Estamos trabajando para volver.

Ficha Artística

Título: “Quién le dará de comer a las palomas o la obscena timidez de tu regazo”

Dramaturgia y Dirección: Fabiola Ariadna Ruiz

Elenco: Soledad Cruz, María Angélica Luzzi, Verónica Medel, Víctor Montero

Escenografía e Iluminación:  Jorge Espinoza

Realización de Escenografía: Taller El Litre

Realización Vestuario: Mayra Olivares

Caracterización y estilismo: Esteban Pérez

Música: Rodrigo Pescao Neira

Producción y Técnico Sonido: Daniel Guerra

Realización Audiovisual: Bastián González

Técnico Montaje: Francisco Cancino

Asistencia de Producción: Aquiles Molina

Comunicaciones y Fotografía: Álvaro Ruiz Mardones

Diseño Gráfico: Daniel Fuentes

Producción:  Camino a Escena – La Malinche Teatro

Contacto: Lamalincheproducciones@gmail.com /IG: @lamalincheteatro.chile

*Artículo publicado en alianza con Culturizarte.


 

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