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Afrodescendientes reivindican la negritud en Chile con obra de danza

Por: Rodrigo Hidalgo | Publicado: 13.12.2022
Afrodescendientes reivindican la negritud en Chile con obra de danza “Sumergir en la negritud”, de la compañía Jafco América Dance, estará hasta el 18 de diciembre en el GAM |
La compañía Jafco América Dance presenta “Sumergir en la negritud”, una obra a todo volumen contra la discriminación racial. La potencia e intensidad de la música y danza afro son el vehículo para acercarse a la realidad e historia del pueblo afrodescendiente chileno y latinoamericano, que carga con la llaga de la esclavitud en la piel, y hace carne de la herida social del racismo.

“Sumergir en la negritud” es una obra de música y danza, pero es también un ritual. La experiencia corporal es de entrada. El espectador es sometido a la intensidad del tambor, sentimos en el propio cuerpo la vibración, el sonido de los parches, el latido fuerte, poderoso, en el pecho. Nos envuelve. Y nos habla en el lenguaje abstracto de la danza, hecho de cuerpos en movimiento. Habla con la elocuencia del canto y del ritmo, y nos envuelve otra vez. La historia que cuenta es vaga, habla de la esclavitud. La negritud es un poco eso: la condición elemental de la raza negra, que se traduce más bien en una actitud ética, política, ideológica, de resistencia, porque supone justamente la exigencia de justicia reparatoria y reivindicación de derechos de que es sujeto el pueblo negro o afrodescendiente, por haber sido víctima de la esclavitud, por haber vivido el peor de los maltratos originarios.

Desde hace unos años, dijéramos una más de década ya, que asuntos como el racismo y la xenofobia cobraron notoria nueva presencia en la agenda noticiosa mundial. Los flujos migratorios se intensificaron y crecieron en todas partes, haciendo más real la globalización. Es decir que si ya la globalización era y es una indiscutible realidad digital, ahora en las calles de todo el orbe hay esos nuevos actores, los migrantes. Para algunas personas, “Chile se llenó de negros”. Pensábamos que no, pero sí: en Chile son muchos los que creen que en Chile nunca hubo negros. A pesar del casamiento de negros de Violeta Parra y hasta el histórico Palmatoria del cómic infantil Barrabases. Quizás somos minoría los que sabemos que las huellas y el aporte cultural de raíz africana en nuestro país siempre han estado ahí, pero es otra cosa que el relato oficial se haya empecinado en blanquear la identidad patria a nivel de imaginario.

Lo cierto es que hay en Arica y Parinacota, un Pueblo Tribal Afrodescendiente Chileno reconocido ante el Estado, desde abril de 2019, mediante la Ley 21.151. Más allá de lo cual es demasiado lo que tendríamos que comentar tratándose de reivindicar y ponderar el valioso aporte cultural de la afroescendencia en Chile, proveniente como es natural, de Perú. En la comida, en las artes, en el vestir, es inconducente intentar una lista o enumeración. ¿O usted cree que sin negros habría cueca o humitas? ¿O ustedes cree que eran puros blanquitos los soldados que ganaron para Chile la Guerra del Pacífico precisamente?

La situación patética de la educación no alcanza ciertamente para que la ciudadanía conozca el pensamientos de intelectuales como el poeta Aimé Césaire que es el autor referencial sobre el concepto de la negritud, que en definitiva es un movimiento de exaltación de los valores culturales de los pueblos negros, y fue la corriente ideológica que inspiró las independencias en África. Por eso en la obra, en escena vemos vestimentas coloniales, así como los colores y sonidos del centro de África. Vemos la esclavitud. Los negros con pelucas tipo rey Luis XIV. “Sumergir en la negritud” apuesta por conmover desde la piel y desde los sentidos más que desde el intelecto. No hay un guión o una estructura narrativa muy clara que ponga al espectador a descifrar textos. Hay una dramaturgia de la imagen, de la escena en movimiento, de la pulsión, del ritmo.

Me voy a permitir de nuevo para hacer ver lo universal del asunto, compartir un recuerdo personal, desde mi condición de pálido chileno. Al comenzar la función, quedé impactado por la potencia de los tambores a todo dar, esa bienvenida. Y ese efecto, ese golpe en el pecho, me hizo recordar -nótese por favor el salto cultural- a la presentación de un grupo musical que es completamente otra cosa: King Crimson. Una banda británica (categorizada como de rock progresivo) que en vez de un vocalista al frente, pone adelante a sus 3 bateristas, trasladando la percusión al centro de la experiencia.

Bueno, quizá me fui demasiado lejos. Pero creo que usted me entiende. Hablo de la potencia de la percusión, lo que se siente en medio de una batucada, de una comparsa, de un carnaval, de una murga (todas las cuales son de raíz afro). En Chile, los asiduos a las artes escénicas pudimos ver alguna vez antes del 2010, la obra dirigida por Claudia Munzenmayer “Mestizo”, con la que fundó una compañía que renovó su elenco y que sigue investigando y difundiendo las danzas de Cuba, Perú, Colombia y Brasil. Es imposible, ver “Sumergir en la negritud” y no sentir ese eco. Pero son muy distintas sobre todo en su dramaturgia. Acá el foco está en las polirritmias, la percusión, el trance, el estado casi hipnótico en que entramos al bailar, cuando nos entregamos en la danza a la pasión del movimiento, haciendo sudar el cuerpo, descubriendo sus impensadas posibilidades, por eso hablo de una cosa medio ritual.

La obra que dirige el haitiano Evens Clercema resulta de todas maneras necesaria para conocer el espesor de la negritud. Para valorar su aporte, para validar sus derechos, para entender el gesto, el movimiento rápido, la percusión altisonante de cada afrodescendiente con que te cruzas en la calle. Porque no pueden volver a producirse crímenes como los de Joane Florvil, “suicidada” en un calabozo de Carabineros. Porque no sólo la policía sino la sociedad entera sigue discriminando a la población haitiana, dominicana y caribeña de piel oscura, con suma naturalidad. Si a usted no le nace respetar a indios y negros, porque como con los homosexuales los respeta siempre y cuando “no se metan con mi hijo/a”, entonces piénselo por el desarrollo del país: porque en los países a los que tanto queremos igualar, los del OCDE por ejemplo, se respeta a todas las etnias y se sanciona y persigue a quienes incurren en manifestaciones xenofóbicas. Y si algún día es verdad que este país quiere salir del subdesarrollo, tendrá que dejar atrás lastres como el racismo y el clasismo, y asumir su condición plurinacional y multicultural de  una vez, como todo país decente y desarrollado.

Porque la humanidad (y con ella la música) comenzó en África, ¿sabía usted que el esqueleto más antiguo hallado de un homínido, es el de una mujer africana? Me refiero a Lucy. Pero no voy a abrir otro flanco, ya hemos desvariado mucho. La raza negra no es una raza superior como también dicen por ahí, cometiendo el error del racismo con signo inverso. Piense en esto: jugadores de fútbol de raza negra integrando equipos como Suiza o Dinamarca. La colonización y globalización son hechos. El mercado tiene formas sofisticadas de esclavitud. Y yo insisto que acá en Chile un día Beausejour debiera ser candidato a Presidente. Díganle y hagámosle campaña, ahora mismo, antes de que llegue algún asesino del Ku Klux Klan a La Moneda.

Porque no queremos más discriminación racial, hasta el 18 de diciembre, “Sumergir en la negritud”, de la compañía Jafco América Dance, de viernes a domingo en el GAM. No se lo pierdan.

 

 

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