Gráfica

Entrevista: Director artístico del FIFV pone en valor los doce años del festival

Por: Iván Ávila, periodista, escritor y guionista. | Publicado: 06.12.2021
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Desde hace doce años, el Parque Cultural de Valparaíso ha sido sede de distintos eventos y actividades culturales, una de ellas es el Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso (FIFV). La edición de este año denominada, Un Nuevo Habitar, remite a la contingencia tras el estallido y la pandemia. Revisa en el video la entrevista completa al director del evento, Rodrigo Gómez Rovira.

Rodrigo Gómez Rovira es el director artístico y coordinador general de FIFV, evento que se realiza año tras año en el Parque Cultural de Valparaíso. De formación autodidacta, ha realizado decenas de exposiciones producto de sus recorridos por Chile y otros puntos del orbe, además de participar en la edición de innumerables publicaciones consagradas a la fotografía.

Sin olvidar el objetivo que da forma a su trabajo, la “escritura fotográfica”, que ha marcado cada edición del FIFV y la formación colectiva de sus talleres, Rodrigo se refiere a la última edición del festival que se realizó en formato híbrido. Las audiencias porteñas, la influencia del estallido y la pandemia en la expresión de fotógrafos y fotógrafas, y cómo la abundancia de tecnología ha traído beneficios y perjuicios al oficio de capturar imágenes, son parte de las temáticas que abordó en entrevista con El Desconcierto.

Fotografía contra la muerte

-En el estallido social surgieron muchas fotos que se convirtieron en iconos de la lucha del pueblo, se transformaron en iconografía capaz de reemplazar los discursos que se estaban haciendo. ¿Cómo percibes eso? ¿Qué te provoca?

Quizás eso define la fotografía, es como decir “yo existo”, “yo estuve aquí”, “esto sucedió”. Es querer que algo se mantenga en el tiempo, es una pelea contra la muerte, contra la desaparición. La fotografía trabaja con la memoria y así nacen algunas imágenes que concentran gran cantidad de información que después hacemos circular. Pero detrás de eso hay un desarrollo que implica un trabajo de relación e interpretación de la imagen en un contexto, pero que después nos lleva a otras cosas. Por eso me gusta pensar que las imágenes no son únicas, que se pueden usar en una construcción. Por ejemplo, Celeste Rojas acaba de editar un libro donde recopila imágenes del estallido y propone un discurso con eso, pero no trabaja con sus propias fotos, sino que con las de otros de las que ella se nutrió para conocer lo que la calle decía y expresaba. Ella se dio el trabajo de buscar, seleccionar y componer con imágenes ajenas. 

Festival de Fotografía de Valparaíso FIFV

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-¿Cuál crees que ha sido el impacto de la pandemia en las temáticas y estilos de los fotógrafos nacionales?

Nosotros planteamos la fotografía como una escritura, como una gramática que a través de la imagen se propone una ilusión, una convicción. Hay fotógrafos que generan documentos visuales que dan cuenta de un momento, de una actualidad. Hay otros que se han cuestionado qué les ha pasado en este tiempo. La restitución ahí es de imágenes mucho más atemporales, que dan cuenta de sensaciones y emociones (…) Por muy sensorial que sea la imagen, uno tiene que considerar lo que está fuera del cuadro y que también hace que ese momento exista. Pero hay una cosa que proponemos desde la metodología, que es plantear escrituras colectivas a través de un nuevo cuerpo que se compone de diferentes individualidades. Esa práctica corresponde a una intención política, filosófica y emocional de cómo hacer las cosas que va más allá del acto artístico. Proponemos una manera de vivir juntos.

¿Hasta qué punto la democratización de las tecnologías es beneficiosa o perjudica el oficio del fotógrafo?

En la época en que vivimos, la imagen abunda, todos tenemos una cámara fotográfica día y noche. Es interesante la mirada colectiva que se ha impuesto, independientemente de lo que nosotros hacemos. No hay un solo fotógrafo o fotógrafa que pueda decir que documentó solo lo que ocurrió en Plaza Dignidad durante el estallido, eso está documentado de manera colectiva. Está naciendo algo que marca la frontera: todos hacemos fotografías, pero no todos tenemos un discurso con la fotografía. Hay que tener la necesidad de decir algo; eso requiere mucho trabajo porque hay que hacer muchas imágenes, recogerlas, editarlas, recibir feedback de otros. Ahí nace hoy en día, desde mi punto de vista, el fotógrafo o la fotógrafa.

 

 

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