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Alfonso Godoy Mallea a.k.a. Alf Gollea: El quijote del cómic mapochino

Por: Jordi Lloret, escritor y fundador del Garage Matucana | Publicado: 10.03.2022
Alfonso Godoy Mallea a.k.a. Alf Gollea: El quijote del cómic mapochino Jordi Lloret y Alfonso Godoy |
Historietista, arquitecto, diseñador, ilustrador. Alfonso Godoy colaboró intensamente en los 80 en diferentes revistas de cómics, entre ellas Matucana, la que se hacía en el célebre Garage Matucana. Aquí su compinche y compañero de distintas batallas, Jordi Lloret, lo despide a días de su partida.

Nos conocimos en Barcelona en un encuentro que inventamos entre varios en el casco antiguo, cerca de la rambla de canaletas. Alf realizó un bello afiche: «Solidaridad con Chile», se leía.

Había pinturas de Alvaro Montaner Juan Obilinovic, del chillanejo Víctor Ramírez, Macarena Infante. Puede que Brumonk leyera unos poemas de El maletín de Stevenson y otrxs leyeran poemas en catalán, alemán, chileno y que Agus cantara a capela la rumba “A la curva del Murrot”. Mientras Nacho proyectaba en 16mm Saló de Pasolini. Y el hombre pájaro mapuche cantara para las gaviotas del cultivo de la amistad.

Entre esas breves algarabías sudacas, Alfonso destacaba por su altura cervantina y su conversación lúcida y tranquila sobre la arquitectura potente de la ciudad condal y lo que dibujaba en la revista Zero y El Víbora, revistas nutrientes de la cultureta luego de 40 años de la dictadura franquista.

Un arquitecto talentoso al que le encantaba el buen dibujo, la música y los viajes cercanos o lejanos con su familia y algunos amigos.

Matucanero hasta el final

A principios de los 80 ambos y algunos del encuentro volvimos a Chile. Con mi hermana Rosa y nuestro padre Daniel pusimos en marcha el Garage Internacional. Un viejo garage de automóviles que se fue transformando en un espacio cultural todavía analógico. Ya memoria mapochina 1985/1990.

No existía internet y poníamos música en una casetera con radio. Y en espacio limpio y amplio pusimos nueve mesas de ping pong. Las primeras casetes de Fulano, Electrodomésticos, Sumo, La Polla Records, Clash.

Vivíamos en el segundo piso de Matucana 19. Vecinos de piso con los artistas Arturo Miranda, Enzo Blondel y Amanda Jara. Alf fue uno de los que diseñaba los afiches para las tocatas, obras de teatro y una exposición en varios lugares de la ciudad llamada A 13 del 2.000. Encuentro múltiple que ayudó al retiro del rector designado de la Universidad de Chile, Federici. Con Alf y algunos matucaneros brindamos con buenas chelas y trabajamos una buena paella. Era un gran paellero y conversador. Sabías que te estaba escuchando.

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Acá en Santiago vivía en una ñuñoína casa que diseñaron con su mujer Marcela. En ella trabajamos lentamente como tres años en pensar crear e imprimir el libro Garage Internacional Matucana 19, junto a Rodrigo Araya y el gran equipo de la editorial Ocho Libros.

También logramos semillar y brotar el fanzine Terrígenas. Alf lo imprimió en su taller de arquitectura, curioso de los nuevos dibujantes. Algunos niños y no tanto, recordarán la revista Kichos que Alfonso dirigió a principio de los 90. Recordaba con cariño a Themo Lobos y la gran revista Mampato.

De la Revista +TURBIO/SUDACAS, 1984

De la Revista +TURBIO/SUDACAS, 1984

Su hijo me dijo que cuando nos veía trabajar en la mesa redonda del patio de su casa, había aprendido lo que era trabajar en equipo y con tiempo, había aprendido del cultivo práctico de las amistades antiguas.

Alfonso hablaba con voz de pariente de Patricio Bañados y de pronto su carcajada contundente como la del negro Albornoz. Su hijo Andrés me dijo que hace unos días hicieron una pizza y conversaron escuchando un disco de Emerson Lake & Palmer, esperando que llegara su madre Marcela del trabajo. Brindaron.

El hijo prometió terminar su carrera de Kinesiología. Era la silenciosa despedida de “un hombre bueno y gran compañero”, dijo uno de sus amigos del colegio, frente al eco de la iglesia y la emoción de su gente.

 

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