Letras

Claudio Alvarado sobre su libro Mapurbekistán: “Tensiona el relato oficial de la ciudad”

Por: Natalia Figueroa | Publicado: 10.10.2021
Claudio Alvarado sobre su libro Mapurbekistán: “Tensiona el relato oficial de la ciudad” Claudio Alvarado Lincopi |
El libro se presentó el viernes de esta semana por el Facebook del Museo Histórico Nacional y de Pehuén Editores. Participaron la convencional Elisa Loncon, la historiadora Claudia Zapata, el antropólogo Enrique Antileo, la doctora en Estudios Latinoamericanos, Margarita Alvarado, y el poeta mapuche David Añiñir.

Su historia personal, familiar y el activismo mapuche en Santiago ha llevado al historiador Claudio Alvarado Lincopi a poner este como el tema central de su nuevo libro Mapurbekistán: ciudad, cuerpo y racismo. Diáspora mapuche en Santiago en el siglo XX”. Una obra que atraviesa distintas disciplinas para mirar y analizar la ciudad, el territorio y los cuerpos, y hacer un viaje por la literatura, la visualidad y la teatralidad. 

Después de cuatro investigaciones publicadas junto al antropólogo Enrique Antileo, ambos ganadores del Premio Escrituras de la Memoria 2019 por el libro Fütra Waria o Capital del Reyno”, este nuevo trabajo apuesta por pensar la ciudad en clave anticolonial, a ser observadores de las experiencias que envuelven al mundo mapuche en Santiago, sus tensiones, dilemas y diversidades. 

Segregación, racismo y la disputa territorial y simbólica en la capital son las referencias para pensar la espacialidad y la emergencia de identidades en construcción. Dejar de pensar la urbe de una forma oficial, dice Alvarado, más bien entender su pluralidad. Y de todo esto, entre análisis y reflexiones, asegura que una de las ideas que busca tensionar es la supuesta forma “correcta” de ser mapuche. No hay una sola manera de serlo, no hay líneas nítidas, la experiencia en la metrópolis inevitablemente cruza las identidades que se van forjando.

Así también nos dice Enrique Antileo en su prólogo, que este libro permite anudar o relacionar memorias, vivencias, tanto de quienes hoy se identifican y se levantan sintiéndose parte del pueblo mapuche, como también de quienes han querido olvidar y borrar los vestigios producto del racismo. 

ciudad

-Partiendo por el título de este libro, ¿qué es Mapurbekistán? ¿Por qué lo escogiste?

Es, en primer lugar, una cita a una categoría poética y política de David Añiñir que, en 2004, publica su libro Mapurbe: venganza a raíz que de algún modo es un libro que funda una categoría política. Este libro plantea que lo mapuche no emerge como una identidad, sino que, muy por el contrario, nadie se reconoce a sí mismo como mapurbe, más que el propio David que tiene un juego poético. Es una categoría que pone en tensión tanto la ciudad como lo mapuche. Un poco despetrifica o descencializa el espacio urbano como las formas de generar identidad mapuche en esta contemporaneidad. Es una cita directa a este poemario. 

A la vez, se suma el “kistán” como la construcción de una espacialidad, donde el imaginario occidental y la chilenidad como parte de esos sectores eurocéntricos, lo han pensado permanentemente como algo medio incontrolable. De algún modo, eso nos lleva a una noción de orientalismo de Edward Said en que ese imaginario es el otro, que es salvaje, bárbaro, complejo e inatrapable. Entonces, jugué con esa noción y esos lugares que parecen ser inentendibles para lo occidental, creando alteridades espaciales para el mundo eurocéntrico. No se trata, sin embargo, de un espacio objetivo: Mapurbekistán no existe más que como una apuesta conceptual para problematizar en clave anticolonial la ciudad de Santiago.

-¿Qué moviliza tu interés por investigar sobre el tema?

Tiene que ver con la historia de vida personal, vinculada con haber nacido y crecido en Santiago al interior de una familia mapuche. Eso está articulado con activismo que me llevó a participar de diversas organizaciones mapuche, que me movilizaron a reflexionar sobre el tema. Muchas de estas organizaciones de las que participé, y participo, están gestadas en Santiago, donde se comienza a constituir un sujeto político en la metrópolis. En tercer lugar, se articula un sujeto político en la ciudad que, por cierto, tiene una doble territorialidad. Es un territorio rememorativo, de añoranza, que ocupa parte de la utopía mapuche en Santiago que tiene que ver con Wallmapu y su recuperación. Y, también, de otro lugar diferente que tiene que ver con Santiago mismo y cómo se ve disputado su imaginario y su producción de espacio por este mundo mapuche. 

Es una disputa simbólica y espacial de la ciudad que viene desde hace bastantes décadas: cuando lugares fundamentales como el Cerro Santa Lucía se disputa como Cerro Huelén, o cuando se habita la Quinta Normal, como un espacio íntimo, pero que durante los últimos años se utiliza para actividades de solidaridad con procesos de recuperación territorial, de los presos políticos también o cómo se ocupa la Alameda el 12 de octubre con las demandas mapuche. Eso pone en tensión el relato oficial de la ciudad.

-Hablas también de un acercamiento a las identidades que se van construyendo en la ciudad…

Claro, porque más que intentar definir a los mapuche que viven en Santiago de manera clara y definitiva, el libro plantea trayectorias biográficas, históricas, que no decantan en nada objetivo, sino que generan problemas, tanto para el mundo mapuche más esencialista, pero también para el mundo criollo. De alguna manera, pareciese que este sujeto se debería transformar en chileno, todo indicaría eso. El mundo más conservador, más purista, dice que se deberían transformar en chilenos, pero aquí no ha pasado eso. Por el contrario, el mundo mapuche en Santiago ha seguido reinventando sus procesos de identificación y configuraciones culturales y, desde mi punto de vista, no cerrando el debate, sino que abriéndolo.

Claudio Alvarado Lincopi

-¿Qué referencias se presentan para pensar la espacialidad, el lugar de los cuerpos que habitan esos espacios, las experiencias en la ciudad?

Tiene las nociones que vienen, sobre todo, desde los estudios culturales, algo de la Escuela de Birmingham, el marxismo británico. Hay reflexiones desde Raymond Williams para pensar la noción de tradición. Está muy articulado con el pensamiento latinoamericano donde hay guiños al pensamiento anticolonial y mapuche más contemporáneo. También hay reflexiones desde el mundo de la poesía mapuche. Hay textualidades bien diversas que intentan combinarse, cierta indisciplina que intento cultivar, aunque no sé si sale del todo, que busca borronear las fronteras, los límites de lo disciplinario. No es un libro de historia en ese sentido, tampoco de antropología. Al mismo tiempo, la escritura del texto es más bien ensayístico e intenta recuperar el ensayo latinoamericano.

-Es un desafío ese intento que planteas por borrar las fronteras de las disciplinas…

Sí, permanente, y, al menos, es lo que intento hacer. Este libro tiene derivas que, por ejemplo, espero articular con obras de teatro. Fue muy importante para una obra que hicimos con el Colectivo Epew, que se llama Panarife, o para un proyecto que es antropológico teatral que se llama Mapsurbe, pero que el próximo año aparecerá como libro. Es un intento permanente de cruzar esas fronteras.

-¿El libro es una interpelación a las nuevas generaciones de mapuche en la ciudad para el retorno al territorio?

Esa pregunta es polémica en un circuito chiquitito, pero polémica. Desde mi punto de vista, el retorno es imposible. Y no me refiero al retorno físico. Hay personas que lo pueden hacer y me parece excelente. De hecho, comparto esa utopía con la finalidad de afirmar una autodeterminación política en Wallmapu, pero la pregunta que hay es hasta qué punto, luego de una experiencia biográfica que impacta en los procesos de identificación y configuraciones culturales, tan importante como el habitar metropolitano en una ciudad como es Santiago, el retorno es hacia algo previo. Pienso que es imposible volver a un momento previo porque cualquier cosa que hagamos va estar “manchada”, “contaminada”, en el buen sentido de la palabra, por la experiencia metropolitana. Detrás de la noción de retorno, como vuelta hacia el origen, hay una supuesta esencia, una forma correcta, verdadera y real de ser mapuche.

Lo que busco tensionar es precisamente eso, que no existe tal cosa, más bien hay múltiples formas de ser mapuche hoy. Solo la posibilidad de reconocer esas multiplicidades y contradicciones que tensionan, permitirá la construcción de una nación no a imagen y semejanza de una nación republicana del siglo XIX, en la que buscaron homogeneizar. Hay que elaborar nuevas formas de configurar “lo nacional”, más heterogéneas, múltiples, abigarradas, barrocas. El mundo mapuche debe abrazar la posibilidad de pensarse como un pueblo complejo, pero no por ello menos unitario y sin sueños colectivos. Hay que superar, de algún modo, esa forma de reproducción de la cultura.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.