Letras

Crítica literaria a un editor de Opinión: A otra cosa, Mendoza

Por: Juan Cameron | Publicado: 15.11.2022
Crítica literaria a un editor de Opinión: A otra cosa, Mendoza |
«A otra cosa mariposa» significa precisamente aquello. Como diría Ángel Cuevas, un trozo de vida demos por terminado y levanten su mano los que han sido felices. Chao, adiós, hasta luego, ya fue suficiente, ya que pasó pasó, pajarito que comió pajarito que se voló, chao liberalismo de mercado o lo que sea, chao orden mundial, no compramos nada, no sirvió, Apruebo y sería todo. Al menos, por el momento.

Copiando un poco imágenes de aquí y de allá, que para eso se hizo el periodismo, comunico a ustedes la edición de A otra cosa mariposa, por Pequeño Dios Editores, escrito por el poeta y editor de opinión ¿de El Desconcierto? Marcelo Mendoza.

Es su primer poemario publicado en Chile. El texto se acompaña con sus dibujos, un cómic integrado a las supuestas cuestiones que su poesía declara, evoca u omite. Destacan anteriores comentaristas un lenguaje original al cual integra el habla callejera, la mirada surrealista y la ficción generada por su visión de mundo. Pero, en lo principal, la fragmentación: sus mariposas y raíces, una mujer difícil y sus marcas.

Pancho Sazo (vocvalista de Congreso), Marcelo Mendoza y el poeta Juan Cameron, en presentación de "a otra cosa mariposa" en Valparaíso

Pancho Sazo (vocalista de Congreso), Marcelo Mendoza y el poeta Juan Cameron, en la presentación de «A otra cosa mariposa» en Valparaíso.

No es fácil la escritura. Esta suerte de jadeo generado aparentemente por el ahogo ante la estupidez, por la desesperación ante la censura, ya sea del humor o del amor, la pérfida sospecha (y sospecha pérfida a la vez) ante lo voluptuoso, lo erótico, lo feliz (puesto que las ideologías siempre parecen nacer desde el dolor mismo y por ende condenan el gozo) emerge sonoro y sordo para derrumbar los bordes de tanto terror reaccionario. En este mundo decadente y fofo (y feo por lo demás), en este actual deterioro de la civilización, el hombre se aleja del lenguaje y, al no captar -de tanta anteojera- la realidad, no puede asirla de una y al no observarla en detalle le exige agregar cuanto ya posee. La palabra pierde su connotación y se convierte en un lenguaje de monos donde el sonido y la cosa designada por éste son un único y solemne objeto.

Escritor y editor Marcelo Mendoza

Marcelo Mendoza, editor de Opinión de El Desconcierto.

Todo debe nombrarse expresamente o, a contrario sensu, carece de existencia. Por un lado, al lo se le agrega la o se le inventa un le; políticos, e incluso gente más educada, saluda con el todos y todas; como si nuestro rico castellano aragonés no alcanzare. Otros exigen que, en el nuevo cuerpo de la Constitución Política del Estado de Chile, se indique expresamente que tal cosa debe expresamente mencionarse, a riesgo de considerarte jurídicamente inexistente: el derecho a la propiedad de mis zapatos, a llorar a mi novia, a la honra de las personas -como indicaba ayer un primo lejano-, en fin. Hemos perdido u ocultado dolosamente las connotaciones. Y ante el arte esto equivale a la negación y la muerte.

Una principal y estructural norma en la poesía es, precisamente, la economía del lenguaje. Imagínense si le agregamos las burdas greguerías y germanías exigidas hoy bajo pena de azote o de excomunión. “una vez el señor rojas / en un zumbido nos dijo: / con el verbo / yo erotizo con el verbo”, nos dice ahora Mendoza. Las palabras se hablan solas; las palabras se encienden al friccionar una con otra. Mendoza quiere llevar un poco más allá su experiencia frente al lenguaje. Pero este jadeo es propio, también, de la poesía contemporánea.

El hastío es la norma general que sigue al triunfo de los bárbaros en el plano económico. Algunas muestras: Athena Farrokhzad, poeta sueca nacida en Teherán en 1983: Min mor lät blekmedlet rinna genom syntaxen / Pa andra sidan skiljetecknet blev hennes stavelser vitare / än en norrländsk vinter (mi madre derramó el blanquedor sobre la sintáxis / por otro lado la puntuación se volvió más blanca / que un invierno en el norte). O el estadounidense Francisco X. Alarcón (California, 1954-2016): the por / signature / of my illiterate / and peasent/self/ giving away / all rights / in a deceiving contract for life (la triste firma del analfabeto y campesino que soy me dio todos los derechos en un fraudulento contrato de por vida).

El editor de Opinión de El Desconcierto, Marcelo Mendoza, lanzó libro A Otra Cosa Mariposa

Ejemplos, que hay muchos y, como verán ustedes, se refieren no sólo al cansancio social sino al plasma donde éste ocurre o manifiesta: el propio lenguaje que todo autor pone en duda. Entonces, junto a esa forma escalonada, cortada, fragmentada de exponer los versos, se refiere, secundariamente, a los temas que encierran nuestro contorno. El amor -o más bien el desamor- donde la infame es siempre aquella, se entiende, pues se habla desde su propio sexo (“quién te viera i quién te ve / morsa anacrónica i fastidiosa”); lo político, un tema fantástico para el goce y la burla, siempre: (“por más que quiera ser / esto no es un panfleto / poema comprometido/ poema comprometido / poema comprometido / pendejos / jamás un panfleto / poema comprometido / rá rá rá”).

Y el otro eje temático es el de la poesía plenamente urbana, alejada del discurso campesino, lárico, más cercano a Lihn que a Teillier en cuanto a la bondad o despecho en la observación del mundo, un fresco palabrear que pasa por Millán, por Bertoni y otros exploradores más recientes de nuestro hablar chilensis, sin duda. Es decir, dejar a este habla “todo en el suelo / como un disparo ruin / manchas / aceite / grasa: / el caos abisal / para iniciar un nuevo orden”.

A otra cosa mariposa significa precisamente aquello. Como diría Ángel Cuevas, un trozo de vida demos por terminado y levanten su mano los que han sido felices. Chao, adiós, hasta luego, ya fue suficiente, ya que pasó pasó, pajarito que comió pajarito que se voló, chao liberalismo de mercado o lo que sea, chao orden mundial, no compramos nada, no sirvió, Apruebo y sería todo. Al menos, por el momento.

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