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Premio Alfaguara 2023: “Lo que me lleva a escribir es un deseo intenso de comunicar lo mío

Por: Ana Catalina Castillo / Culturizarte | Publicado: 04.02.2023
Premio Alfaguara 2023: “Lo que me lleva a escribir es un deseo intenso de comunicar lo mío Premio Alfaguara 2023 | Captura
En Cien Cuyes el autor reflexiona sobre la vejez y la muerte dignas, a través del humor que le permitió “aplacar la cursilería” al abordar temas sensibles como la pérdida y los recuerdos.

Cien cuyes, la novela de Gustavo Rodríguez (Lima, 1968), se impuso como la ganadora de la versión XXVI del Premio Alfaguara. El jurado, presidido por la escritora argentina Claudia Piñeiro, escogió la obra del autor peruano de entre 706 textos recibidos.

Creado en 1965, este reconocimiento es uno de los más prestigiosos en su tipo y persigue el objetivo de difundir lo mejor de la literatura escrita en castellano, con ediciones simultáneas en España, Latinoamérica y Estados Unidos. Entre las razones de la decisión del jurado, dadas a conocer por streaming desde Madrid el jueves 19 de enero, se destacó la universalidad del tema tratado.

El acta, disponible en el sitio oficial (premioalfaguara.com), señala: «Cien cuyes es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias».

Cabe destacar que esta es la novena incursión novelística de Rodríguez y que, entre las anteriores, La risa de tu madre (2003) fue finalista del Premio Herralde y La semana tiene siete mujeres (2010) logró lo mismo en el Premio Planeta-Casamérica.

De ambas obras se ha destacado su agudeza y habilidad para construir personajes que lidian con la herencia de las verdades a medias, como también por la búsqueda de estrategias narrativas que atrapan al lector. Al vínculo entre historia y lector, como también a cómo concilia los oficios que lo definen –escritor y comunicador– se refirió en la rueda de prensa que siguió a la ceremonia de anuncio del premio: “Lo que me lleva a mí a escribir es un deseo interior intenso de comunicar lo mío”.

Otro de los méritos de Cien cuyes, destacado por los miembros de jurado, es el rescate de la memoria. “Cuando muere una persona, un mundo desaparece”, se lee en el texto premiado. Al respecto, Rodríguez señaló que para él, la memoria es la materia prima de sus obras; de ella surgen temas y estímulos. Por lo mismo, sus personajes recuerdan y reflexionan sobre lo que recuerdan.

Otro de los aspectos comentados y celebrados por el jurado –al que se refirió el autor– fue el uso del humor negro. Contó que estuvo muy atento al tono de la novela, pues no quería que sonara melodramático. Según Rodríguez, el humor le permitió “aplacar la cursilería” al abordar temas sensibles como la pérdida, los recuerdos, la vejez y la muerte.

Resulta muy interesante la aclaración del novelista peruano cuando hace hincapié en que, si bien en sus inicios se habría inclinado por la humorada, casi inofensiva, el oficio le permitió comprender que el humor es un ingrediente que es mejor utilizar de manera soterrada y que, en los personajes, se manifiesta también como una manera de sobrevivir.

En Cien cuyes, es el tema de la muerte el que se aborda desde el humor negro. Afirmó el autor limeño que la muerte en Perú se esquiva. Más aún, recalcó, la aproximación a la muerte tiene que ver con la violencia, con los asesinatos, en vez de considerarla como un proceso natural que hay que afrontar con dignidad.

A propósito del título de la novela, Gustavo Rodríguez destacó el simbolismo de este, ya que la cultura gastronómica en torno al cuy se remonta a una costumbre presente  antes del mestizaje. Al contrario, agrega, la Lima que se vende es la criolla, de raíces hispanas, que mira al mar, pero Lima es la ciudad andina más grande del mundo. Por esa razón, es que el escritor peruano ve en la imagen del cuy el abrazo de dos culturas que se ven con suspicacia.

Precisamente al poder del abrazo se refirió el galardonado novelista, con una hermosa reflexión. Junto con comentar que sus expectativas con esta novela suya están en consonancia con las de Alfaguara, en cuanto busca que el resto del mundo conozca algo más del quehacer literario de su país, señaló que a nivel personal, sus expectativas son abrazar mucho: “Me he dado cuenta de que abrazar a gente, que tejer una red de armonías con gente buena, es el verdadero éxito de la vida”, concluyó.

Habrá que esperar hasta marzo para leer esta novela que promete una mirada crítica acerca de cómo muchas sociedades, más allá de la limeña contemporánea, esquivan reflexionar sobre la vejez y la muerte dignas. El autor lo logró sin moralina mediante, influido por sus propias experiencias al respecto, y sin perder de vista la autenticidad que señala como una preocupación constante en su producción escritural.

Artículo publicado en alianza con Culturizarte.

 

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