¡Todos con Erick! El apoyo poético al poeta feliz

Alguna vez el poeta Erick Pohlhammer dijo que el único cargo de poder que aceptaría era ser Ministro de la Felicidad. Quienes lo conocen saben que el gozo de la vida ha dirigido todo su andar y desandar desde niño. Ha sido ese espíritu lúdico el que lo llevó a salirse de la solemnidad de cierta poesía para aparecer poéticamente en espacios televisivos de consumo masivo, como cuando fue jurado de ¿Cuánto vale el show?, en los años 90.

Hoy Erick se encuentra gravemente enfermo, y sus amigos y amigas se reunirán en Viña del Mar para leer poemas, improvisar perfomances y entonar cantos como un regalo de felicidad hacia él, además de rematar libros para juntar recursos para financiar los costos de su enfermedad.

A iniciativa de las poetas Pauline Le Roy y Susana Palavicini, editora de la revista Letras25 (junto a Pohlhammer mismo), este viernes 3 de marzo, a las 19 horas, en la Sala Modigliani de viña del Mar, poetas y amigos se reunirán para decir #TodosconErick.

Dice Pauline Le Roy: “Creemos que la luz de la poesía de Erick no se extingue. Su alegría de vivir siempre nos contagia y no nos olvidamos del apoyo contante que él entregó a muchos creadores. Por eso necesitamos que todos y todas los que conocieron a Erick y han disfrutado de su obra lo apoyen. Él necesita cuidados y recursos para solventar su salud. Queremos brindarle seguridad económica a un artista chileno, por eso nos reuniremos para recolectar fondos en este evento”.

Pohlhammer fue una de las nuevas interesantes voces poéticas de los dictatoriales años 80, en una generación talentosa, heredera de Nicanor Parra y Enrique Lihn, donde también estaban gente como Eduardo Llanos Medussa, Jorge Montealegre, Armando Rubio o Rodrigo Lira, estos dos últimos de muertes trágicas en el borde de los 30 años.

El crítico Ignacio Valente en esa época escribió esto de su vigorosa poesía: Se aprecia una constante afectiva de Pohlhammer; esos sentimientos de amor mundiales a lo César Vallejo, ese amor de misericordia por todas las criaturas, que no duda en afrontar el peligro de lo cursi y de lo sentimental, transido como está de una suerte de chifladura mística que se balancea entre el orientalismo y el Evangelio, y que aún en sus momentos de mayor arrebato no pierde el tono de su humor naif.