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Reseña| Postales familiares: Diario vivir de 12 familias chilenas durante la incertidumbre del Covid-19

Por: Francisca Márquez, antropóloga de la Universidad Alberto Hurtado | Publicado: 02.10.2023
Reseña| Postales familiares: Diario vivir de 12 familias chilenas durante la incertidumbre del Covid-19 Postales Familiares: Diario vivir durante la pandemia por Covid 19 en Chile | Editorial Ocho Libros
La antropóloga Francisca Márquez reseña el libro Postales Familiares. Diario vivir durante la pandemia por Covid-19 en Chile (Ocho Libros, 2023) dónde a través de testimonios, textos y fotografías se reconstruye la vida de doce familias chilenas en el medio de carencias económicas, tensiones políticas e incertidumbres respecto a la crisis sanitaria.

En toda postal, se nos advierte en el prólogo de este libro, se entrelazan lo legible y lo visible, el relato y la imagen. En este entrecruzamiento son los destinatarios, los invitados a descifrar las interrogantes y vacíos que esta doble cara nos ofrece. Esta definición sintetiza bien lo qué es este libro. Un amplio registro a lo largo de Chile de las experiencias e imágenes vividas puertas adentro durante la pandemia del Covid-19 en Tarapacá, Valparaíso, región Metropolitana y región del Biobío.

La portada diseñada con esas postales familiares en blanco y negro sobre un fondo café nos anuncian las imágenes y relatos de un diario vivir de lo desconocido. Humberto Giannini en Arqueología de la vida cotidiana, define ese “diario vivir” como una ruta / rutina en la que la vida se nos ofrece como un ejercicio de reflexividad profunda.

Todos los días se sale y se regresa al mismo punto; el problema es que hay momentos de esta ruta rutina, que algo la interrumpe. Un bar, una plaza, un cine, el Covid… son los paréntesis en la vida cotidiana, lo que Giannini llamará aventura. Salvo que, en el caso de la pandemia, nadie tenía claro si todo volvería a ser como antes.

La vida cotidiana, como esa ruta meticulosamente establecida, se interrumpe, y obliga a reinventarse una nueva ruta, para la cual a menudo carecíamos de saberes y prácticas que las antecedieran. No saber si se regresará a esa ruta, porque la pandemia estaba lejos de ser una aventura o una pausa en la ruta. La pandemia fue, como lo define Jorge Iván Vergara, un hecho social total, de aquellos hechos que, en los términos de Marcel Mauss, ponen en movimiento a toda la sociedad y sus instituciones, la cubren y la remecen.

Sorprendentemente, señalan los y las autoras, “las similitudes entre las experiencias familiares y sus respuestas a la pandemia fueron más numerosas que sus divergencias”. Las diferencias estuvieron en su gran mayoría relacionadas con las condiciones socioeconómicas, de clase y especialmente laborales. Cinco aspectos que aquí se destacan me parecen relevantes, y que permiten señalar que, en este hecho social total, la endogamia, la implosión de las prácticas y posiblemente de los horizontes de sociedad posible, se fortalecieron: a) se rompió la alternancia entre trabajo / estudio; el descanso/vida familiar se tendieron a confundir en un mismo tiempo y espacio. Trabajo y educación virtual a tiempo completo; b) la convivencia estrecha con la familia se volvió una exigencia de permanecer juntos; c) los contactos externos se redujeron; d) la biopolítica se activó, las salidas solo eran posibles y permitidas bajo estricto control sanitario.

En este libro, junto a estas transformaciones, se descubre que en ese espacio reducido, de vida endógena, hay sin embargo aspectos de la cultura que se activan: La intimidad (en el hogar); las cadenas de cuidado: “porque te amo te cuido”; la reflexividad,” nos damos más cuenta de lo que tenemos”, nos enfrentamos a “la vida y la muerte”.

Sin embargo, también aparecen otras expresiones culturales que por cierto estaban soterradas en la vida de todos los días, antes de la pandemia: Los micromachismos; la nueva e incierta proxemia: “si voy al supermercado y me encuentro con alguien que conozco, que hago? ¿le digo hola? ¿Y lo abrazo?”; la xenofobia, como una sensibilidad político social frente al migrante, intolerancia y violencia, como se señala a propósito de Tarapacá, violencia que estalla en la ciudad pos-pandemia.

Pero también, entre líneas, está lo que no se dice en estas postales familiares de la vida endogámica, pero que si se intuye de algunos informes gubernamentales. Al menos tres aspectos que nuevamente dicen relación con nuestra cultura: La violencia intrafamiliar y la violencia de género expresada a menudo en la postergación y jornada agobiadora de las mujeres, las superwoman como se las llama en un testimonio; el abuso y la sexualidad estresada; y posiblemente, los secretos de familia que se descubren y estallan en el encierro.

Finalmente, me gustaría entregar algunas reflexiones que me genera este libro, a propósito del rechazo o negación a una nueva constitución. La lectura de estos testimonios me confirma una tesis que en algún momento formulé a propósito del rechazo a la nueva Constitución en Chile.

El libro permite concluir que la pandemia, la plandemia como la llama uno de los entrevistados, en su efecto retroactivo hacia lo conocido, lo familiar, lo sabido nos sacó de la vertiginosidad catártica del estallido social, del espacio público y común, abierto a la creación colectiva, a la crítica del modelo y las estructuras imperantes, abierto a la exogamia de lo diverso.

Por el contrario, recluidos en el hogar, la familia se volvió el principal dispositivo de seguridad, la evidencia que, sin ella, sin la familia, la zozobra era inminente. El temor a lo desconocido y el aferrarse a las certezas de lo próximo, de lo familiar, nos fue conduciendo a la convicción que mejor es conservar, resguardar, restaurar que cambiar y arriesgar hacia horizontes desconocidos. Estoy cierta, más que nunca después de leer este libro, que el destino político de Chile no sería el mismo sin la pandemia.

Quédate en casa, decía el llamado del Estado. Y con ello se produjo uno de los desplazamientos centrales de las técnicas biopolíticas, esto es, que el domicilio personal —y no las instituciones tradicionales de encierro y normalización (hospital, fábrica, prisión, colegio)— surgieron como el nuevo centro de producción, consumo y control biopolítico. El domicilio personal se convierte en el centro de la vida. Una de las consecuencias más evidentes y que ciertamente exacerba este miedo global y local, así como al cambio político, es el acceso a la tv y redes social como casi única posibilidad de contacto con el mundo exterior. La casa de cualquiera de nosotros está hoy mil veces más tecnificada que lo que estaba antes de la pandemia, es nuestro modo de estar en el mundo.

Sin el derecho a manifestaciones masivas, el país sufrió una gran inflexión del movimiento político. En estos términos, agregaría que el mayor riesgo, finalmente, no está en los muertos que la pandemia dejará por el mundo, sino en las grandes pérdidas político – culturales, las llamadas cancelaciones culturales dicho en el lenguaje de las redes sociales actuales. El avance del biopoder en cada uno de los aspectos de nuestras vidas cotidianas, laborales, festivas, amorosas…ha sido insospechado. La agenda de trabajo debiera avanzar hacia el análisis de las consecuencias de esta pandemia, de manera que no terminen por profundizar nuestras soledades y nuestras desigualdades.

Una sobrevida frágil, en un mundo en que las libertades se verán afectadas por la supervigilancia y el temor constante, es lo que vaticina el filósofo surcoreano Byung-Chul Han para el mundo post pandemia. Frente al temor a la muerte como una constante, ganarán visibilidad los modelos autoritarios, en tanto la ciudadanía busque a líderes fuertes. Junto al miedo global conviven los otros miedos, los de la individualidad y los de la propia biografía. Porque si hay algo que nos deja claro este libro de las postalitas, es que ya nada es igual, “porque la vida no es como antes” señala un testimonio.

Postales familiares. Diario vivir durante la pandemia por Covid 19 en Chile

Santiago: Editorial Ocho Libros, 2023

Daniela Leyton, Mauricio Sepúlveda, Jorge Iván Vergara, Ana Vergara, Germán Lagos y Carolina Peixoto

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