Letras

Crítica literaria| Señales de Meruane

Por: Daniel Noemi Voionmaa, crítico cultural | Publicado: 31.10.2023
Crítica literaria| Señales de Meruane Señales de Nosotros de Lina Meruane |
El crítico cultural, Daniel Noemi Voionmaa reseña Señales de Nosotros, el último libro de Lina Meruane publicado por Alquimia Ediciones. «Es mucho más que un ensayo autobiográfico; como ha notado la crítica; es, también un cuestionamiento ético radical sobre quienes fuimos durante esos años: ¿nos libera la ignorancia de culpa?», afirma Noemi Voinmaa en el texto.

“Nadie sabía nada.” Este bello texto, complejo con una tristeza tan profunda que solo desde la profundidad del horror será posible empezar a desdibujarla, ensayo autobiográfico e histórico, se inicia con un heptasílabo que nos recuerda un poema que solía recitar Nicanor Parra. Como en los versos de Pezoa Véliz –»Nadie dijo nada» -, el texto de Meruane se abre con la paradoja de la negatividad.

Las páginas que siguen serán un cuestionamiento de ese (querer) no saber, que recorre como un río y reparte culpabilidades y deseos. No saber fue la manera de vivir para demasiados. Así, a partir de este momento poético, Señales de nosotros dialoga con una miríada de textos escritos y audiovisuales que hablan desde la perspectiva de quienes vivieron la dictadura chilena como niñas y niños o adolescentes –como Space Invaders de Nona Fernández -, y, cuyas familias, por lo común, no fueron víctimas directas de la violencia y el terror del Estado; y con documentales sobre aquellos que cuya responsabilidad y culpa en el campo legal, al menos, resulta más controvertida (como en el caso de los Chicago Boys).

Además, y es un además fundamental, los y las protagonistas pertenecen a una clase media, clase media alta o clase alta (la cual, como sabemos, se benefició de las políticas económicas instauradas por la dictadura). Posición de privilegio que deviene el centro del cuestionamiento de los saberes y sus silencios.

La narradora M rememora el fin de los años 70 y los 80, que vivió como estudiante en un Colegio Inglés del barrio alto de Santiago (a pesar que no se nombra, suponemos que se trata del Grange School). Y es en este ejercicio de memoria donde se empieza a dibujar un fresco del Chile en que vivía la protagonista, un Chile que se esforzaba por no saber lo que sucedía en el otro Chile; un Chile que se veía a sí mismo, feliz, mirando Sábado Gigante y el Jappening con Ja; un Chile en el que “aprendimos a guardar silencio”; un Chile que estaba atravesado de señales del otro Chile —el padre de R, una de las compañeras de M, es perseguido por la policía asesina; el hambre que se observa solo un poco más allá, los y las compañeras que no regresan al colegio pues no pueden pagar la colegiatura por la crisis económica— señales que el texto va desplegando— pero que no queríamos reconocer.

Un Chile teñido de gris, viviendo bajo miedo, un Chile con la tristeza impuesta desde las violencias (y en ello radica la urgencia de estas Señales que dan cuenta de un mundo, de un tiempo que, de muchas maneras sigue presente en nuestro presente).

Pero Señales de nosotros es mucho más que un ensayo autobiográfico; como ha notado la crítica; es, también un cuestionamiento ético radical sobre quienes fuimos durante esos años: ¿nos libera la ignorancia de culpa?, y, tal vez la más difícil de las interrogantes: “¿No será que escudarnos en la infancia nos hace cómplices?” La pregunta insiste y persiste a través del texto y, creo, su respuesta tiene mucho que ver con el Chile de hoy. Esto, porque Señales es más un libro sobre nuestro presente, sobre cómo es imperativo que recordemos y nos hagamos cargo del pasado en nuestro presente. Recordar es un acto que potencia el futuro. En ese sentido, el texto de Meruane es también una breve historia crítica de la dictadura; en la que se marca momentos e instancias claves como la casi guerra con Argentina, las primeras protestas, el manejo perverso de la economía llevado a cabo por los Chicago Boys; pero también emergen historias mínimas, pequeñas y personales en las que la realidad de esos años se refleja y triza al mismo tiempo.

La escena final de Señales de nosotros crea una tensión cinematográfica impresionante: me recordaba pasajes de la brillante novela que Meruane escribiera hace ya 23 años, Cercada, a la vez que me parecía estar viendo un film de Tarantino, cuando hacia el final de Perros de la calle, se crea un triángulo entre personajes que se apuntan con sus pistolas. Aquí, las pistolas son otras, pero la tensión es igual o mayor: las mejores estudiantes del colegio se enfrentan a una periodista inglesa de la BBC que larga la pregunta que congela a la narradora: “¿qué estaba sucediendo” en Chile?

Podemos escuchar el acento británico que acaricia la j  de happening, y el terciopelo de la th en what do you think, podemos oír, también, el silencio y el miedo. Es la voz de R la que rompe con la mudez de la protagonista “declarando en un inglés absoluto que vivimos en el horror”. The Horror: como la palabra de con la que concluye una obra radical sobre el horror, Heart of Darkness; el horror al que todas las señales de nosotros estaban apuntando. Ese es el Chile sobre el cual, escuchamos la voz de M en el presente, va a escribir; porque la única manera de no ser culpables es haciendo memoria, volviendo al horror para desnudarlo en su vigencia actual.

Así, Señales de nosotros es también el camino de una escritora, la trayectoria de la escritura, de una poética del silencio que va, poco a poco adquiriendo fuerza; la escritura de Meruane que se instala como indispensable para pensarnos como país: “y yo vislumbro demudada que ese es el país en el que he vivido sin vivirlo, en el que querré vivir viviendo”, leemos al final. Y la vuelta a la poesía —el eco de Teresa de Ávila: vivo sin vivir en mí- es señal de que la literatura es más necesario que nunca para nuestra construir desde nuestras memorias un futuro diferente, para vivir viviendo.

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