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Reseña de libros| Nombres Propios de Gabriel Zanetti (o escarbar en los pensamientos en voz alta)

Por: Vicente Lareñas Añasco | Publicado: 13.01.2024
Reseña de libros| Nombres Propios de Gabriel Zanetti (o escarbar en los pensamientos en voz alta) Nombres Propios de Gabriel Zanetti | Cedida
El dramaturgo Vicente Lareñas reseña el último libro de crónica de Gabriel Zanetti. «Narra con tal simpleza, que escarbamos en sus intimidades y pensamientos en voz alta. Me reconozco en los episodios de paternidad, en casi haberme ahogado alguna vez en el mar, en el barrio 10 de Julio, donde los personajes mencionados, a pesar de no tener nombres propios, delinean temperaturas y pasajes que sí los tienen», escribe.

En un taller de dramaturgia que tomé el año pasado una profesora dijo que el nombre de las obras levanta siempre una pregunta. La pregunta que me hice es entonces ¿por qué este libro se llama Nombres propios?  Y además de preguntas, se levantan expectativas en el lector que hay que administrarlas con sutileza para ir soltando la respuesta a cuentagotas.

Todo comienza con un calefont sin pilas, la problemática de bañarse o no, de hablar con la jefa para renunciar o escribir estas crónicas. En la primera página nos encontramos con un ser humano en conflicto. Fuma, toma café, cocina y busca alimentos ricos en ácido fólico para su esposa que está embarazada. La línea argumental que tiene que ver con el nacimiento de su hija es un pulso que moviliza las observaciones, que lo sitúa como un hombre de familia.

El título empieza a aparecer en la búsqueda de nombres para la niña, los de sus abuelas maternas, los amigos, calles, balnearios, barrios de Santiago, locales comerciales. Se mueve dentro de su casa y habla de sus menús diarios, los atajos que toma. y se pregunta cómo nombrar a alguien si no le conoces el rostro. Narra con tal simpleza, que escarbamos en sus intimidades y pensamientos en voz alta. Me reconozco en los episodios de paternidad, en casi haberme ahogado alguna vez en el mar, en el barrio 10 de Julio, donde los personajes mencionados, a pesar de no tener nombres propios, delinean temperaturas y pasajes que sí los tienen.

Habla de lo traicionera que es la marea baja, que Pancho Reyes le salvó la vida dándole indicaciones desde un roquerío: “Espera. Toma aire, espera la ola que viene atrás, no la primera, la segunda y ahí nada hacia acá. Y lo hice, nadé y logré afirmarme de su mano”. Y eso es algo que tiene este libro: respira, espera el momento justo y se lanza.

La cronología, las horas del día, el insomnio, la forma de alimentarse. Todo empuja a entender lo que ocurre desde la cotidianeidad. La sexualidad y los pensamientos, la sangre, los hospitales y la llegada de su segunda hija. Indaga en las relaciones entre hermanos, de pareja, y contradicciones parentales. Hay una cita del poeta japonés Ishikawa Takuboku muy bien escogida para ejemplificar su paternidad: “¿En qué habrá pensado mi hija / cuando dejó sus juguetes / y vino a sentarse a mi lado / sin decir nada?”.

Esta elección lo delinea como alguien pendiente de su familia, que está en constante escucha de las señales y los fotogramas que narra. Una voz clara que se comparte como un cruce generacional que queda documentado con este particular telón de fondo, que, si fuera otro, sería un libro distinto. Nombres propios es una respuesta categórica a mi pregunta inicial. Va en la línea de un diario-crónica, que sindica y expone vínculos. Parte dedicándolo a Beny y sus hijas.

Zanetti comparte privacidades de una forma muy natural, cito: “Le comenté a una amiga sobre los sueños eróticos de Beny. Me dijo que cuando ella estaba embarazada tenía sueños triple X con todo el mundo. ¿Y conmigo?, pregunté”.

Los estados de ánimo son un pasaje en tránsito, tal como las mareas, o los números de integrantes de una familia. El formato episódico te identifica y te abre preguntas de tu misma historia. A pesar de estar puesto el ojo en esta familia y sus dinámicas, es un fractal que habla de esperanzas, desilusiones, y simplezas de una generación. Propone líneas como un enjambre que te atrapa, y mientras te detienes a mirar cómo se hacen los nudos de este relato, te caen nuevas redes encima que redondean y dan sentido a estas crónicas.

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