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CRÍTICA| Salvajes: la versión millennial de Lost

Por: Rodrigo Miranda, escritor y periodista | Publicado: 22.12.2020
CRÍTICA| Salvajes: la versión millennial de Lost |
La serie de Amazon Prime Video es un híbrido entre «El señor de las moscas», «Lost», la película alemana «El experimento» y los reality show de supervivencia extrema.

Ocho jóvenes sobreviven en una isla desierta después de un accidente de avión. Como en Lost, son expuestas a situaciones límite y a una manipulación constante de un Gran Hermano siempre oculto, como si estuviera probando hasta dónde llegan sus capacidades de resistencia. 

En la isla serán puestos a prueba sus valores y ética y tendrán que ocuparse de tareas básicas: buscar comida, hacer fuego y superar peleas internas, inclemencias del clima y enfermedades.

La sed no es problema porque milagrosamente encuentran latas de Coca light, cita comercial tan descarada y absurda que ese producto casi se transforma en un elemento más del primer capítulo. Lo mismo ocurre con un snack muy popular entre los jóvenes estadounidenses. 

En la isla, las adolescentes también deben enfrentar sus lados oscuros: traumas, ansiedades, depresión, abusos, bulimia, separaciones o las brechas generacionales con sus padres que no las entienden o las miran en menos. 

Cada personaje protagoniza un episodio, que se divide entre narrar su pasado –a través de flashbacks–, su paso por la isla y una investigación que descubrirá lo que pasó en ese lugar.

Leah, Fatin, Martha, Toni, Shelby, Nora, Rachel, Dot y Jeanette conforman un diverso y multirracial grupo, a cargo de actrices conocidas por otras series y debutantes, en un elenco bastante parejo en actuaciones. Ninguna destaca más que la otra.

Cada una representa un arquetipo adolescente femenino

Todos distintos entre sí, para enganchar a la mayor cantidad de público.

El primer capítulo es protagonizado por Leah, de 17 años, obsesionada con un amor imposible, un escritor treinteañero ególatra y petulante. Al momento de encontrar en la isla un celular con batería y señal entre las ropas de una compañera, llama a su ex pero no le pide auxilio y en silencio solo se dedica a escuchar su voz. El escritor, que no sabe del accidente, le corta y le pide que no lo llame más. 

Luego se suma Rachel, una nadadora ultracompetitiva cuya vida gira en torno al deporte, el opuesto de su melliza Nora, tímida e inteligente.

Martha, víctima de abuso sexual, es la mejor amiga de la dura y capaz Dot.

Shelby es una devota cristiana que reza todo el tiempo y besa a Toni, una joven abiertamente lesbiana.

Por último, aparece Fatin, en apariencia la más superficial y hedonista del grupo.

Ninguna de ellas sabe que son conejillos de indias dentro de un experimento social para saber cómo funcionan los colectivos formados por mujeres. También surge la sospecha de que alguna es cómplice de los encargados del experimento. Con esta vuelta de tuerca, la trama sufre un giro inverosímil hacia confabulaciones o teorías conspirativas que desentona con el tratamiento testimonial y adolescente del resto de la trama.

Salvajes es un híbrido entre Lost, El señor de las moscas, la película alemana El experimento y los reality show de supervivencia extrema, una mezcla difícil de tragar. 

 

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