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NOTAS A PIE| «Contra toda dominación»: A pata pelá, botando muros y agitando ramitas de canelo

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 05.07.2021
NOTAS A PIE| «Contra toda dominación»: A pata pelá, botando muros y agitando ramitas de canelo |
Y querían que cantáramos la canción nacional, quizás hasta con segunda estrofa incluida, ordenaditos como para primer día de jornada escolar, que la bandera fuera solo una, limpia y pulcra, con sus tres colores y punto. Pero no era posible.

Y así fueron llegando al ex Congreso Nacional las trutrukas, los kultrunes, las banderas multicolores, la tía Pikachu con su traje característico y hasta el Pelao Vade a pata pelá, la machi Francisca con sus ramas de canelo que no dejó de agitar nunca y meneó con más empeño cuando el himno patrio cobró nuevos bríos, nuevos rumbos y comenzó a ser intervenido con el grito Liberar, liberar a los presos por luchar, dejando solo los violines como acompañamiento. Mientras la cara de amurrada de la Cubillos y sus compinches anunciaba lo larga que se les haría la jornada, lo insufrible. Contrariamente para el resto el día era de emociones, de nuevas formas de habla que se instaurarían en el imaginario colectivo. 

De los Domingos dominicales a los domingos constituyentes

Mientras nos confinamos y desconfinamos, por un momento dejó de ser un domingo de cuarentena y muchos salieron/salimos a la calle, temprano. Las camisetas de newen mapuche se mezclaban con los Uber Eats. Hasta los mensajes de quienes hablaban por celular sonaban distintos: “no están al servicio de la clase alta”, decía uno, y de un sopetón volvieron las máscaras antigases. Todo estaba pasando en Plaza de Armas, el kultrún mezclándose con las sirenas policiales, las pifilkas y el sonido metálico de las canciónicas agitadóricas desafiando al guanaco. En menos de una semana dos mujeres, Irací Hassler asumiendo la alcaldía de Santiago, y Elisa Loncon primera presidenta de la Convención Constitucional, levantaron el puño con la pañoleta feminista amarrada a la muñeca, simbolizando los nuevos tiempos.

Como en un largo pestañeo, pasamos de los Domingos dominicales a los domingos constituyentes. Del segmento del Jappening con Ja que nos hacía reír cuando todos estaban tristes, un programa más que despolitizado, con intención despolitizadora, desmovilizadora, invisibilizante, llegamos a esto que sectores de derecha calificaron de «show» o «vergüenza» y que no es más que la aparición del Chile que no querían ver. Esos domingos o esa TV no tan alejada de Matamala y el lugar desde el que comenta, cuestiona, entrevista o daba cuenta este domingo de las protestas callejeras, y que la mayoría ya no queremos ver. Pero tal como la camaleónica estatua de Baquedano, todo cambia.

“No era inseguridad, era patriarcado”

El rayado en calle Moneda cerca del cerro, resume la transformación social que tuvo que ocurrir para llegar a este día. El cambio cultural para que de ser una lengua denostada, el mapudungun fuera oído por todo el país en el discurso más importante del día –y quizás de los últimos años– por parte de la presidenta de la recién instaurada Convención Constituyente. Un discurso en que se conjungan clase, género y etnia, en un feminismo mapuchizado, propio y cercano, que habla de la madre tierra. Después, en voz alta o en mensajes de texto el Marichiweu, para algunxs un concepto recién descubierto, se mutiplicaría llevando newen, fuerza, espiritualidad, descolonizándonos.

“Se necesita una cultura despatriarcalizante a todo nivel, incluyendo la cultura mapuche. La reflexión de las mujeres es que hay que descolonizar la mente y la práctica, volver al valor de la naturaleza y de las relaciones de complementación en la diferencia entre lo femenino y masculino”, escribió Elisa Loncon en un artículo publicado en Ciper (Las mujeres mapuche y el feminismo, 13 de marzo, 2020). Y así fue.

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En Plaza Dignidad los manifestantes lograron derribar los muros que rodean la ausente escultura y que tan devotamente la policía se han encargado de cuidar. No es el fantasma de Baquedano lo que cuidan, sino un símbolo de poder, y por lo mismo un lugar en disputa. A los monumentos oficiales se oponen los contramonumentos: efímeros, participativos, anónimos. Puestas en escena como el cambiar de color al caballo y la estatua de Baquedano, o montarse arriba en las protestas con los pechos al aire, o como este domingo: derribar los muros para ingresar en bicicleta a ese lugar vedado y darse el gusto de graffitear otra vez esos paneles ascépticos, sosos, para apropiándose de ellos, volver a hacer ese lugar de todas y todos. 

«Trabajemos juntas«

Le propone Jaime Bassa a Elisa Loncon, ¿por qué no? Si está cambiando todo, tendrá que cambiar entonces también la forma de referirnos a las demás personas, el lenguaje, para hacerlo más amable. Por eso ahora muchos han hecho suyo el Marichiweu que tal vez oían por primera vez, pero sobre todo el “contra cualquier dominación” levantado por Elisa. Una nueva manera de ser plurales en el discurso de la presidenta de la Convención, acompañada todo el rato por el agitar de ramas de canelo de la machi Francisca, mujer también tan aguerrida y vilipendiada, llevada injustamente a prisión, y que ahora estará escribiendo la nueva carta magna para cambiar Chile, en un acto que también es de reparación de su dignidad como autoridad ancestral.

Ya no reímos con los domingos dominicales, ahora nos emocionamos por lo que se está forjando en esas sutilezas como que el vicepresidente de la Convención le proponga a la presidenta, «trabajemos juntas». Y en ese “juntas” hay un cambio de paradigma total y absoluto.

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