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“La era de la farsa”: Rodrigo Baño y por qué “el que está fuera del mercado vale callampa”

Por: Samuel Romo | Publicado: 10.10.2022
“La era de la farsa”: Rodrigo Baño y por qué “el que está fuera del mercado vale callampa” Rodrigo Baño |
En su última publicación, el académico de la Universidad de Chile rehúye de las etiquetas como “Sociedad de la Información”, “Sociedad Líquida”, “Globalización”, “Sociedad del espectáculo” o “Sociedad del Riesgo” e instala el concepto de “La era de la farsa”, un proceso que permea casi todo, incluso al proceso constituyente.

Un “libro fascinante”, en palabras del Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Manuel Antonio Garretón, es “La era de la farsa. A precio de mercado”.

La publicación aborda el tránsito de la economía doméstica a la economía política, y su autor es Rodrigo Baño, académico de la Universidad de Chile y director de “Análisis del Año”, una publicación de referencia que desde hace más de dos décadas aborda temas sobre política, economía, sociedad y cultura.

En la publicación de Editorial Catalonia, Colección la Cosa Nostra, el profesor del Departamento de Sociología del plantel rehúye de las etiquetas como “Sociedad de la Información”, “Sociedad Líquida”, “Globalización”, “Sociedad del espectáculo” o “Sociedad del Riesgo” e instala el concepto de “La era de la farsa” para describir un estado de las cosas en el que se funden “dependencia y sobre individualización” y donde el dinero es “dueño y señor de todo”.

 -Usted califica como un lugar común que se hable de “época de cambios” o de “transformaciones”, y prefiere hablar de una “era de la farsa”. ¿De qué manera puede definir este concepto?

Definir la época actual como una época de cambios o transformaciones significa bastante poco. El tiempo es, en la frase aristotélica, “medida del movimiento”, de manera que si no hay movimiento no hay tiempo. Siempre hay cambio, siempre hay transformaciones. Decir que la época actual está en la era de la farsa es señalar una característica específica de esta época; no porque antes no hubiera farsa, sino porque nunca fue tan extendida como para caracterizar un período histórico. Como se señala en el libro: “Época de la Farsa, época que finge y aparenta lo que no es, de la impostura, del engaño y la simulación. Época de la hipocresía, de la autocensura complaciente, de la proclamación de ideales en los que no se cree, del ocultamiento de lo que se piensa”.

– La farsa está presente en la academia o el arte, por ejemplo, donde gran parte de las cosas son simplemente apariencias, ante lo que usted plantea que “el único valor es el dinero y todos los otros valores se diluyen”. ¿Es sólo un tema monetario o hay otros factores?

La farsa está presente no sólo en la academia y en el arte, también en la política, la educación, el culto religioso, la ciencia y el discurso moral, en todo o casi todo. Los valores que se proclaman ocultan que el único valor es el dinero. La amabilidad del mozo que le desea que disfrute la comida es pagada, como es pagado el cariño en una sala cuna, como es apreciado el valor estético según en cuanto este evaluada en dinero la obra, como el éxito deportivo se mide según lo que se gana en dinero. Es un tema monetario porque el dinero es el medio de pago en el mercado. El tránsito, casi completo ya, desde la economía doméstica a la economía política significa que la satisfacción de necesidades sólo depende del poder de compra.

– «El que está fuera del mercado vale callampa», dice en uno de los capítulos de su libro. ¿Cómo explica dicho concepto?

La frase corresponde estrictamente a lo planteado recientemente; si no estás en el mercado, si no tienes poder de compra, no vales nada, tus necesidades no son demanda.

– La época de la farsa está presente en todas las esferas de la vida. ¿Cómo enfrentar este escenario desde la política o la economía? ¿Hay otros caminos o el “matrimonio por convivencia” entre ambas disciplinas solo perpetúa el mismo modelo?

En el libro me limito a hacer una descripción y tratar de explicar por qué se produce la situación que se describe. No pretendo señalar un deber ser al respecto, ni proponer alternativas. Es lo que hay y no pretendo juzgar que sea bueno o malo. En todo caso, si alguien quiere impulsar aún más este tránsito de la economía doméstica a la economía política o, por el contrario, quiere detenerlo y revertirlo, tendría que intentar hacerlo desde la política; la economía es inerte como voluntad, se mueve desde la política.

– En una conversación con Manuel Antonio Garretón, usted señalaba que el proceso constituyente que culminó en el Plebiscito, “tuvo mucho de farsa”. ¿Cómo se entronca el análisis que usted realiza en este libro con el actual escenario en Chile post triunfo del Rechazo?  ¿Seguimos en el mismo escenario, de farsa?

No creo ser muy original al decir que el proceso constituyente tuvo mucho de farsa. Es normal que así sea y no es culpa de los constituyentes, ni de los políticos, ni del festín de los medios de comunicación; es “el espíritu de la época”, como diría Hegel. Quizás fue más notorio porque fue comunicado como espectáculo, pero cualquier proceso político tiene el componente de farsa. Lo que me parece más interesante del proceso que desemboca en el rechazo es que da cuenta de la diferencia entre hegemonía y mayoría en término de valores. Los valores posmodernos son hegemónicos, pero no son mayoría, lo cual ratifica que las condiciones materiales de existencia inciden en la definición de estándares de valor. Pero, esto sería muy largo de explicar, tan largo como una era de la farsa que no se altera con cambios de escenario.

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