Voces

Patricio Molina, el Mozart chileno que llevó al mundo mapuche al mítico Carnegie Hall

Por: Desde Manhattan, Anabel Watson | Publicado: 14.01.2023
Patricio Molina, el Mozart chileno que llevó al mundo mapuche al mítico Carnegie Hall Patricio Molina, actual director del Conservatorio de Artes de Newark |
El músico y compositor chileno oriundo de Los Andes conocido como “el pequeño Mozart” en su infancia, llegó a Estados Unidos a los 13 años. Ahí, superó dificultades, reafirmó con fuerza en su vocación musical y encontró en sus raíces su más ferviente inspiración. “Después de casi veinte años viviendo aquí, las memorias que me conectan con Chile no se han desvanecido ni por un instante”, confiesa.

Ajeno a la frenética energía que se vive en el corazón de Manhattan, Patricio Molina (32) se toma el tiempo de saludar y de conversar con los empleados que trabajan en el edificio de Yamaha, ubicado en la Quinta Avenida.

En sus formas amables, se reconoce la sencillez del niño que creció en los años noventa en una rural zona de Los Andes, donde descubriera, a la edad de dos años y medio, que al desplegar sus diminutos deditos por el desangelado piano que habitaba su hogar, era capaz de articular melodías extraordinarias.

Tenía tres años cuando la prensa y la televisión chilena lo dieran a conocer al país como “el pequeño Mozart”. Esta popularidad lo llevaría a ser descubierto por los Amigos del Teatro Municipal y posteriormente, a ser becado para estudiar música por nueve años de su infancia.

Pero desde entonces ha corrido mucha agua. Hoy por hoy, al poco tiempo de lanzar su álbum ADN, -el primero bajo el alero de Yamaha-, Patricio confiesa a El Desconcierto que a pesar de sus logros, su vida como inmigrante en los Estados Unidos no ha estado exenta de soledad, confusión ni dolor.

“Durante mi adolescencia llegué a tener muchas dudas. Había llegado a Estados Unidos con trece años gracias al enorme esfuerzo de mis padres y sentía que no podía decepcionar sus expectativas. Realmente quería estar a la altura, pero esa responsabilidad comenzó a confundirme y por un tiempo no estaba seguro si la música era el camino que yo realmente quería seguir, o si era lo que el don con el que había nacido me había destinado a seguir. Por otra parte, las barreras del lenguaje, las dificultades económicas como consecuencia de ser inmigrante y los prejuicios de ciertas personas, no fueron fáciles de digerir. El ajuste cultural vino acompañado de mucho dolor y esto, sumado a la búsqueda de mi propia identidad me lo hizo aún más difícil”, cuenta.

Pero el joven Molina no sólo consiguió adaptarse a su nuevo entorno sino que continuó estudiando con gran disciplina. Se reafirmó con fuerza en su vocación musical y encontró en sus raíces su más ferviente inspiración. Como muestra de ello, a los 27 años se dio el gusto de presentarse vestido de huaso en el prestigioso escenario del Carnegie Hall y frente a una gran audiencia, deslumbró a todos con una pieza suya, compuesta en homenaje al antipoeta Nicanor Parra.

“Después de casi veinte años viviendo aquí, las memorias que me conectan con Chile no se han desvanecido ni por un instante. El repaso de mi vida que recorre mi último álbum, ADN, me hace comprender que han sido mis propias experiencias las que me han llevado a situarme artísticamente. El lugar desde donde quiero crear y componer está directamente vinculado a mis influencias como chileno, como sirio (por el lado de mi madre) y a mi identidad en los Estados Unidos como inmigrante y como artista latinx”, dice.

Tras conseguir la ciudadanía estadounidense, Patricio ha dedicado gran parte de su carrera al compromiso con las comunidades marginadas. Desde su cargo como presidente de la Fundación Notes for Growth, ha sido el responsable de propiciar la creación de nuevas obras en colaboración con artistas sub-representados, estrechando puentes de igualdad hacia los espacios de poder e incentivando la descolonización en la investigación académica.

Así, uno de sus logros más importantes fue la aplaudida dirección artística para Tremün: Celebrating Indigenous Roots (Tremün: Celebrando las Raíces Indígenas), un multitudinario concierto que se dio a finales de 2021 en Carnegie Hall, donde se escucharon por primera vez en la historia, dos extraordinarias piezas de ópera en mapuzungún basadas en las letras de las poetisas mapuche María Lara Millapan y Roxana Miranda Rupailaf.

“Ahora estoy trabajando con Christine Moore, una soprano árabe-americana, musicalizando unos poemas que ella encontró y que están escritos por poetisas árabe-andaluzas del siglo X. Una de ellas es Hafsa Bint Hamdun. Su obra, originalmente en árabe, se desarrolló en lo que hoy conocemos como territorio español, pero durante los tiempos en que aún estaba dominado por los musulmanes. Dada la época, es increíble comprobar la sensualidad impregnada en su poesía y la libertad con que describe el universo erótico femenino. Mi objetivo es llevar estos poemas a la ópera para que sean interpretados por Christine en español”, añade.

No es de extrañar que Yamaha haya puesto el ojo en Molina para integrar su exclusiva lista de Yamaha Artists. La gigante japonesa no sólo ficha el talento de los artistas sino que apuesta por aquellos que sean capaces de aportar innovaciones musicales superlativas. Gran parte de su compromiso con la compañía, consiste en dar conferencias sobre su trabajo y en este sentido, la consistencia que ha demostrado Patricio a lo largo de su carrera ha sido crucial y a pesar de la implicación política que sugiere su mirada, él elige trabajar desde la sutileza.

“La música puede ser una forma elocuente de decir. A través de la música se pueden dejan caer al oído mensajes de forma sutil, no invasiva, no impuesta. Se planta una semilla que germina suavemente, sin que el oyente ponga una muralla. A mí, personalmente lo que más me entusiasma hoy en día, son los compositores actuales. Aquellos que juegan, que se arriesgan. En mis trabajos colaborativos me gusta invitar a artistas diversos. Es un riesgo, porque no sabes lo que va a pasar, pero creo que hay que tener la mente abierta y saber abrazar otras voces. Me gusta la honestidad en la música. Siento un enorme placer al escuchar piezas de compositores nuevos que sé que van a trascender por su fuerza y por su universalidad”, confiesa.

Además de desempeñarse como director del Conservatorio de Artes de Newark, Molina también se encuentra trabajando con la libretista cubano-americana Iraisa Ann Reillyen en una ópera titulada Indocumentado, sobre la historia real de José, un estudiante sudamericano en Estados Unidos.

El lanzamiento de su álbum ADN fue acompañado del trabajo documental de la directora chilena Nicole Costa (El viaje de Monalisa), el cual repasa su biografía a través del material de archivo original de Patricio Molina.

 

El Desconcierto Socios Cristian Neira

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