Voces

Crítica de cine | «Ellas hablan»: Un acto de imaginación femenina

Por: Isabel Agurto / Culturizarte | Publicado: 25.02.2023
Crítica de cine | «Ellas hablan»: Un acto de imaginación femenina | Captura de pantalla
Al saber que sus abusadores saldrán libres bajo fianza, las mujeres de una comunidad menonita, que han sido violadas durante años, se reúnen en un granero para decidir qué hacer. Deben elegir entre perdonar a sus agresores o ser excomulgadas. Sus opciones son: no hacer nada, quedarse y luchar, o dejar atrás a su comunidad e irse. Los pros y los contras de cada opinión guían la narrativa de la cinta. Cada idea presentada es, a su vez, cuestionada, con el fin de encontrar la salida menos dolorosa.

Ellas hablan tiene un reparto de lujo: protagonizada por Rooney Mara, quien interpreta a Ona, una mujer soltera que queda embarazada después de una violación. Claire Foy (la Isabel II de las dos primeras temporadas de The Crown) es Salome, una mujer que se toma la justicia por su mano cuando descubre que su hija ha sido abusada y Jessie Buckley (La hija oscura) es Mariche, una mujer atrapada en un matrimonio abusivo.

Completan el reparto las veteranas Sheila McCarthy y Judith Avery como Greta y Agata, las matriarcas de sus respectivas familias, y Frances McDormand, quien además es productora de la película. El único personaje masculino que interactúa con las mujeres es August, interpretado por Ben Whishaw, un profesor que consiguió salir de la comunidad antes de que fuera demasiado tarde.

El título original de la película, Women talking (mujeres hablando) explica exactamente a lo que va a enfrentarse el espectador: un grupo de mujeres hablando durante poco más de hora y media. Pero, curiosamente, la falta de acción no es un impedimento para atrapar la atención de la audiencia y mantenerla expectante hasta el final.

La cinta, una adaptación del libro homónimo de la autora Miriam Toews, lanza preguntas complejas sin la intención de ofrecer respuestas. Sin embargo, los diálogos nos mantienen en una tensión permanente que fluctúa entre la ira, el enojo, el trauma, la impotencia, la comprensión y las risas de Foy, Buckey y Mara.

El elenco de esta película es increíblemente talentoso. La presencia de Claire Foy es poderosísima y, la interpretación de su rabia es incandescente. Por lo mismo, resulta extraño no verla entre las nominadas al Oscar como mejor actriz de reparto.

Por su parte, Judith Ivey y Sheila McCarthy interpretan a las mujeres de mayor edad, quienes aportan experiencia y sabiduría, pero también la vergüenza de haber permitido que sus hijas crecieran en ese ambiente. Michelle McLeod, Kate Hallet y Liv McNeil interpretan a las adolescentes del grupo, con roles más pequeños, pero que dejan una notable impresión.

Frances McDormand despliega su talento en un silencioso, pero impecable personaje, Scarface Janz, quien lidera al grupo de mujeres que se niega a dejar la colonia. Finalmente, Rooney Mara interpreta a Ona, quizás el personaje más luminoso de la historia, considerando el contexto.

Generalmente, las escenas en que los personajes hablan durante mucho tiempo suelen calificarse como poco cinematográficas o demasiado cercanas al teatro. Sin embargo, Sarah Polley, guionista y directora, apuesta por ello en esta película confiando en su contenido y en sus actrices, quienes permiten que cada escena fluya e impulsan la historia con un aluvión de palabras.

La sucesión de monólogos es una vitrina para las actrices, una oportunidad para lucir sus mejores atributos actorales. El tono discursivo y casi académico de los diálogos nos hace dudar de que estamos frente a mujeres iletradas, pero recordamos que, antes de iniciar la asamblea de mujeres, se nos advirtió que “lo que sigue es un acto de imaginación femenina”. En estos diálogos se construye lo que las sobrevivientes de abuso comparten, muchas veces, sin tener que hablar o sin poder expresarlo en palabras.

Sarah Polley, opta por una composición cinematográfica de colores tenues, acercándose incluso al blanco y negro y sepia, en ocasiones, lo que remarca el carácter atemporal de la historia. La fotografía de Ellas hablan es bastante sombría y ayuda a transmitir el clima que domina sobre ellas.

Del mismo modo, la banda sonora, obra de la gran compositora islandesa Hildur Guðnadóttir, nos hace sentir el ahogo de estas mujeres y subraya la voz en off de la narradora. No vemos a los violadores, pero podemos advertir su presencia permanentemente, amenazantes.

Ellas hablan no da respuestas fáciles y resulta oscura no por lo que muestra, sino por todo lo que esconde e insinúa. Sarah Polley juega con el color y la oscuridad, el encuadre, la música y la desolación que esconde el interior de un granero, para mostrarnos a mujeres de tres generaciones debatir sobre su mundo, nuestro mundo.

Ellas hablan basa su premisa en un hecho real ocurrido en Bolivia hace más de una década, sin embargo, no se remite a relatar los perturbadores e indignantes abusos sufridos por las mujeres de esa comunidad religiosa, sino que recurre a la “imaginación femenina” para instalar un potente discurso y discusión que probablemente no se dio en su momento en Bolivia ni tampoco se da en comunidades, familias, grupos de amigas, colegios, etc., al menos no de manera tan explícita e ideal como se muestra en la película.

Artículo publicado en alianza con Culturizarte.
Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.