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El hambre de triunfo de Carla Guerrero, la «Jefa» de la selección chilena

Por: Pablo Álvarez Y. | Publicado: 26.03.2018
El hambre de triunfo de Carla Guerrero, la «Jefa» de la selección chilena carla guerrero | «La Jefa» Guerrero, un baluarte en la zaga chilena / ANFP
Con 17 copas a su haber, incluida una Libertadores, la defensora Carla Guerrero pareciera haberlo ganado todo en su carrera futbolística. Sin embargo, hay dos torneos que le quitan el sueño para este 2018: el campeonato de la Liga Águila de Colombia, que sería su primer título profesional, y la Copa América Femenina, que se desarrollará en Chile en unos días y que el Coffuf ya ha promocionado bajo el slogan «juega como niña, juega como Carla».

Entrenamientos de pases, movimientos en la cancha, e incluso dinámicas como el clásico «hoyito patá». Hay mucha alegría en el entrenamiento de la selección nacional de fútbol femenino en Quilín, pero sobre todo hay determinación en ganar la Copa América que se empezará a disputar el 4 de abril en la región de Coquimbo.

En la primera edición de este campeonato, en 1991, la selección chilena obtuvo el segundo lugar. Sin embargo, en ese entonces participaron solo tres equipos. Por esto, el mejor resultado de la selección nacional en Copa América se dio en realidad en 2010 en Ecuador cuando, de la mano de la entrenadora Marta Tejedor, se clasificó en primer lugar en la fase de grupos y luego se quedó con el tercer lugar.

Para la edición de este año hay altas expectativas. Nunca el torneo se había disputado en Chile y nunca la selección había tenido a tantas jugadoras jugando en competitivas ligas extranjeras. Christiane Endler en el PSG de Francia, Claudia Soto y Karen Araya en el Gremio de Brasil, Camila Sáez y Francisca Lara en España, María José Rojas en el Orca Kamogawa de Japón, Yanara Aedo en Washington Spirit de Estados Unidos.

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Hace unos meses, cuando la líder de la defensa chilena Carla Guerrero había sido consultada por El Desconcierto sobre si se sentía la mejor central de América, como decían muchas seguidoras del fútbol femenino, ella respondió: «Si lo fuera, yo tendría que estar jugando afuera. Y no lo estoy, sigo en Chile. (…) La oportunidad nunca se me ha dado».

Fue en la víspera de año nuevo que ese sueño se cumplió para Carla, cuando la llamaron desde Independiente de Santa Fe (Colombia) para contar con sus servicios. Le tenían un pasaje listo para el 4 de enero, ya que se enfrentarían al Atlético de Madrid. Carla aceptó, jugó los 90 minutos de ese partido y empataron 1 a 1 con el elenco español.

A sus 30 años, Guerrero es de las líderes naturales de la selección nacional. Tal es la garra de «La Jefa» -su sobrenombre en la cancha- que, de cara a la Copa América, la Corporación de Fomento de Fútbol Femenino -que apoyó y gestionó esta entrevista- lanzó el mensaje «juega como niña, juega como Carla», mostrando cómo se la jugó para evitar un gol clarísimo en el último amistoso contra Brasil.

—¿Cuándo fue la primera vez que tomaste una pelota?

—Uhhh, bien chica, cinco o seis años. Es que yo tenía un hermano hombre que jugaba en cadetes de la Universidad de Chile y él me enseñó mañas del fútbol. Quería que le pusiera el cuerpo como hombre y yo le decía: «Noo, no me sale». Él me exigía más y yo quería ganarle, por lo que me enseñó bastante.

—Hay otros casos donde no se les ofrecen espacios para que las mujeres puedan jugar desde pequeñas.

—A mí me tocó que no nos podían ver jugar porque entonces éramos como ahombradas y cosas así. En cambio ahora pasa mucho que le dices a alguien: «¡Oye, jugái a la pelota! Qué bacán, mira yo juego aquí». Yo siempre les recomiendo que vayan a jugar a Colo Colo, porque entrenan los cinco días de la semana, y las niñas me dicen: «Pero yo soy de otro equipo». Yo les digo «¡pero si no importa!». A ellas les llama la atención ver a la Christiane en el PSG o a la Cote en Japón, o las otras chiquillas en España. Las niñas dicen «pucha, yo quiero llegar a eso», y salen a jugar. Antes no se veía eso, no se podían ver niñas jugando fútbol.

—Recomendabas Colo Colo, pero empezaste en Universidad de Chile.

—Sí, yo me crié en Universidad de Chile con Isabel Berríos y para mí fue todo: mis inicios, lo competitiva que soy, todo eso viene de ese lugar gracias a ella. Una mujer me enseñó, me dijo que fuera defensa, me enseñó los tiempos, la distancia, y me exigía para ser competitiva.

—Esa misma competitividad te ha llevado a ganar muchos títulos, sobre todo en el Cacique.

—Tengo 17 contando la Copa Libertadores y espero en Santa Fe ganar el 18 porque sería súper importante, porque es profesional, otra cosa. Es que acá en Chile no se tiene nada que diga que es profesional, pero en Colo Colo se tomaba de esa manera.

—¿Cómo compararías la liga colombiana con la chilena?

—En Colombia hay mucho nivel, más competencia que acá. En Chile hay tres o cuatro equipos muy buenos, pero en Colombia son todos, con jugadoras de selección. Acá había partidos difíciles con la U, el Chago (Santiago Morning) y Palestino. A veces contra Audax, pero no era más allá de eso. En Colombia me ha tocado ganar y perder, que hace mucho tiempo no me tocaba, más allá de la pérdida a penales de la Copa Libertadores el año pasado.

—¿Cómo viviste ese partido contra Audax Corinthians? Habría sido la segunda Libertadores femenina de Colo Colo.

—Fue como un dulce que se le quita a un niño, porque cuando ellas le pegaron para afuera el primer penal, una se veía ya en el podio. Yo no me tenía fe, no me gusta patear penales, pero asumí porque en cierto punto ninguna quería patear. Convertí porque era lo que tenía que hacer y después teníamos el dulce de nuevo pero «tín», nos quitan el sueño. El grupo se dividió un poco después de la Copa.

—Pero todavía les quedaba el torneo nacional, ¿qué hicieron?

—Yo hice una reunión para que nos dijéramos las cosas tal como son, porque había que ganar para que el otro año las chiquillas pudiesen ir a la Libertadores y para que consigan cosas de ropa, etc. ¿Tú crees que si una no va a la Libertadores te van a dar ropa o te van a pescar? Arreglamos todo y anduvimos súper bien. Ganamos la final, a pesar de que nos arruinó la fiesta Paula Navarro, que hizo de todo para no jugar en el Monumental.

—Tuvieron que jugar en Quilín.

—Sí, y yo estaba muy enojada. Acá te dan dos entradas para tu familia, y yo tengo tres hermanos, papá, mamá, pareja, cuñado, cuñada, siete sobrinas. ¿Cómo los meto aquí con dos entradas? Ella (Navarro) dijo que quería ayudar el fútbol femenino, pero traerlo acá no es ayudar. Teníamos todo el estadio para nosotras. Quizás lo hubiésemos llenado. Pero eso nos dio más ganas de venir aquí y ganarles.

—Antes de que te fueras de Colo Colo, alcanzaste a jugar un amistoso contra el plantel masculino, ¿cómo fue esa experiencia?

—Cuando nos llego la oferta fue como «¿en serio?». No lo creíamos. Después participamos y súper bien. Esteban (Paredes) se portó un 7 con nosotras, él es un gran capitán de Colo Colo. Nos preguntaba si necesitábamos algo, que le avisáramos, que él nos ayudaba. Obviamente ellos se limitan con el tema de la fuerza, pero fueron muy caballeros. Estuvo entretenido, como un entrenamiento.

Esteban Paredes contra Carla Guerrero / Sebastián Órdenes (colocolo.cl)

—¿Cuáles crees que han sido el mejor y el peor momento que has vivido en el fútbol?

—El mejor fue cuando ganamos la Copa Libertadores. Física, psicológica y grupalmente estábamos excelente. Nos quedábamos en Foz de Iguazú, en la selva, donde se nos cortaba la luz y había sapos gigantes. Fueron los mejores momentos. Recuerdo que fue el 25 de noviembre de 2012 el día exacto en que ganamos (contra Foz Cataratas). El peor momento fue cuando estuve con Ronnie Radonich en 2014, para la Copa América de Ecuador.

—¿Por qué?

—Todo el tiempo me decía que me iba a mandar a Chile, me presionaba y no me dejaba jugar. Yo le dije en algún momento «déjeme tranquila. Con la presión que me está poniendo todos los días, mejor ponga a otra niña». Es un buen entrenador, pero estuvimos un mes casi encerradas en una finca, sin poder salir a pasear y conocer. Teníamos un tremendo equipo y a lo mejor no supo aprovechar a las jugadoras. Yo lloraba mucho y en vez de disfrutar que quizás pudo haber sido mi último sudamericano, fue un fiasco.

—¿Pensaste en dejar la selección?

—Sí, hasta que me junté con el profe (Letelier) un día y me dijo que me iba a llamar. Yo le dije que no, que yo ya estaba lista. «¡Cómo se te ocurre!» me dijo, y me recalcó que tenía que entrenar. Yo le dije «ya po’, ¡pero no se enoje!». Yo ahora tengo 30 años y jamás pensé verme en esta situación.

—Hay otras jugadoras que dejan el fútbol por temas económicos. ¿Cómo crees que se pueda lograr que en un futuro ellas puedan vivir de esto?

—Tendría que pasar lo que ocurre en Colombia en este momento. Yo entreno a las 8 de la mañana, tengo tardes libres, recibo un sueldo. Tranquilita, como un hombre futbolista. Pero acá obviamente los equipos se tienen que poner con lucas. Que Palestino no solo preste el nombre, sino que le dé apoyo monetario a las jugadoras. Falta también ayuda de la ANFP, pero ahora ha ayudado bastante con el tema de la Copa América. A lo mejor las cosas se darán de a poco.

—Aún existe una enorme desigualdad fútbol hombres mujeres.

—Es que eso igual se está dejando en el pasado. Ahora viene la Copa América, se sumaron los medios, Chilevisión, a lo mejor las cosas malas están pasando, ya no podemos reprochar de lo que pasó malo, sino que pensar en el futuro. Ya nos van a transmitir, van a ser en Serena y Ovalle, que son las sedes que decidieron apostar por el fútbol femenino. Sobre lo malo ya no podemos hacer nada.

—¿Te hubiese gustado una sede en Santiago?

—A mí me hubiese gustado que se jugara en Santiago, por mi familia que es de aquí, pero me ha tocado ir a regiones y la gente apoya muchísimo. Estoy muy contenta por la vez que fuimos a Ovalle y La Serena, que la gente se portó un 7 con nosotras. Acá en San Carlos nos tocó jugar y nos sorprendió muchísimo que la gente fuera.

—¿Y cómo se ven de cara a la Copa América?

—Como equipo estamos súper bien, compactas el ambiente excelente. Eso es energía positiva para todas. Y en lo personal tengo más ganas que nunca. ¡Ya quiero que sea el 4! A lo mejor tengo un poco de ansiedad, pero estoy muy feliz.

—Se ve que tienen hambre de triunfos.

—¡Sí, todas! Se ve en los mensajes que mandamos al grupo, que nos pongamos las pilas. Lo que nos dice el profe es que es un mes para dedicarse al 100% a esto. Después si logramos el objetivo, el 23 haga cada una lo que quiera, pero logrémoslo. Soñar es gratis y todos los días sueño con llegar lejos con la selección.

—¿Cómo ves el trabajo de la dirección de José Letelier?

—El profe Letelier me ha dado mucha confianza, sabe cómo juego, me reta por mis errores. Cuando en Everton me corté el ligamento cruzado, él me llamó para decirme que me quería en su equipo en Colo Colo. Yo llevo desde 2009 con él, gané una Copa Libertadores con él, los títulos que tengo han sido con él. ¿Cómo no voy a creer en su trabajo?

—Con toda tu experiencia, ¿qué mensajes les darías a las jugadoras más jóvenes?

—Que si quieren seguir en esto, no vengan acá solo a ponerse la camiseta de la selección, sacarse una foto para Instagram y decir: «Ah, estamos listas». No po’, la camiseta pesa. Hay que representar y tener resultados. No sirve nada una foto o hacerse una amiga de otro país. Ahora yo conozco muchas niñas de Colombia pero en esa cancha serán mis rivales, y si tengo que entrarles fuerte para evitar un gol lo voy a hacer.

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