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Uber: ¿Progreso tecnológico o precarización maquillada?

Por: Yasna Mussa | Publicado: 15.04.2016
Luego de meses de polémicas sobre el servicio Uber, todavía no se llega a un acuerdo entre el ministerio, los taxistas profesionales y la transnacional. Mientras el gremio no descarta movilizaciones, la aplicación ya cuenta con 20 mil choferes particulares inscritos y unos 10 mil circulando cada semana.

Conseguir un Uber parece fácil. La idea es bajar una aplicación al teléfono, ingresar tus datos y solicitar un taxi. El primer filtro es la tarjeta de crédito, pues quien no posea dinero plástico no tiene acceso. Una vez que se lleva a cabo la instalación, la app propone una ruta e incluso programar una lista de música en Spotify para escucharla durante el viaje.

Hacemos el ejercicio desde Tobalaba con Providencia hasta Manuel Montt, en la comuna de Providencia. 10 minutos de trayecto y al llegar, un correo electrónico anuncia el fin de viaje: “$3.564,00 Gracias por elegir Uber, Yasna”, reza el mensaje. Al texto lo acompañaban un mapa, un desglose del valor que incluye tarifa base, distancia y tiempo, además de los detalles del conductor.

Jorge, un agrónomo de mediana edad, cuenta que se sumó a Uber hace tres meses. A través de una recomendación, se inscribió en el sitio web, llenó los requisitos y recibió un e-mail que le daba la bienvenida. Desde entonces, aprovecha sus tiempos libres para trabajar en su Toyota Yaris para ir a la dirección que la aplicación indique y transportar pasajeros.

-“Siéntese en el asiento de adelante, por favor”, dice observando atento por el espejo retrovisor.

Mientras acelera explica que tiene miedo de encontrarse con un taxista y de ser identificado, pues prefiere evitarse problemas. Han recibido agresiones y reclamos de choferes profesionales que los acusan de competencia desleal y de aprovechar un vacío legal para robarles su trabajo.

“Nosotros pedimos que la gente se siente adelante para que los taxis no molesten mucho. A través de las redes sociales se solicitó a la gente esta medida. Los taxistas nos ubican y tienen la misma aplicación que tú, entonces ven cuando estamos dando vueltas por acá”, afirma Jorge, mientras señala el GPS en su teléfono inteligente.

En medio de esta polémica, sus detractores se preguntan a cuántos afecta esta situación considerando que el grueso de la población, sobre el 61% de trabajadores y estudiantes, utiliza el transporte público, como el metro o el Transantiago. El debate instala, en un lado, a las supuestas facilidades y comodidad del nuevo servicio, y , del otro, las desventajas que tendría el taxi corriente, a cuyo gremio se le acusa constantemente de malos tratos y estafas en las tarifas.

Uber nace en San Francisco en el año 2009. Según relata la empresa, la propuesta fue iniciativa de Garret Camp y Travis Kalanick quienes encontrándose en un viaje de trabajo en Francia tuvieron muchas dificultades de traslado en la ciudad, por lo que decidieron crear un sistema que con solo apretar un botón el cliente pueda conseguir un chofer en la puerta de su casa. Autodefinidos como una empresa de tecnología y no de transportes, hoy están presentes en mas de 330 ciudades en 60 países. Ninguno ha escapado a la polémica. En Francia fue prohibido por el Tribunal Constitucional en 2015 tras ser considerado ilegal. En Colombia y España hubo manifestaciones de taxistas furiosos que dejaron a varios heridos. Hace sólo dos días la compañía confirmó que entregó datos de 12 millones de usuarios al gobierno de Estados Unidos. Se les acusa de utilización de datos y competencia desleal, pues las compañías de taxis pagan impuestos, seguros y rinden exámenes.

Pero desde su concepción, esta aplicación está pensada para marcar diferencias de acuerdo a los estratos socioeconómico. En esta conexión entre conductores y usuarios, la empresa se desliga de responsabilidades con los choferes que usan la aplicación. Sin horarios, sin pagas extra, sin protección contra accidentes y mucho menos cotizaciones, Uber aparece como la oportunidad de una transnacional para aumentar su capital aprovechando la situación de precariedad de quien conduce su auto privado.

Los taxistas denuncian tanto el desprestigio al que han sido sometidos en los medios de comunicación, donde se les acusa de estafadores o mal educados, como las desiguales condiciones en que ejercen su oficio, pues ellos deben pagar y aprobar un curso que cuesta 210.000 y dura tres meses y medio, para poder obtener una licencia de conducir profesional, clase A.

Carlos, un jubilado que conduce su taxi hace 25 años, luce preocupado. “Esto es competencia desleal. Nadie se pregunta por qué cobran más barato. Ellos no pagan seguros, tampoco revisión técnica cada 6 meses y mucho menos una licencia profesional, que por supuesto es difícil de obtener. No se puede competir en condiciones tan distintas”, explica el chofer.

“El argumento de Uber es que están beneficiando al usuario. Bueno, entonces legalicemos las financieras ilegales porque también están beneficiando al usuario con mejor rentabilidad”, sentencia enérgico Carlos.

La discusión se ha instalado también como un tema ideológico en el país donde todo comenzó: Estados Unidos. En las primarias de 2015 por la carrera a la Presidencia, demócratas y republicanos se sumaron al debate desde sus visiones políticas. Hillary Clinton decía que esta “economía de la demanda” crea oportunidades interesantes e innovadoras. Sin embargo, también plantea cuestiones difíciles sobre la protección social y el futuro de los trabajadores. En ese entonces, el pre candidato del Partido Republicano, Jeb Bush, hacia pública su preferencia por la aplicación trasladándose en un Uber por Los Angeles y defendía la idea de la libre competencia.»Habrá tensiones significativas entre las empresas que desafían al orden antiguo y si hacen algo mal, serán multadas. Pero es un servicio esencial”, decía el hermano de George W.

En Chile las opiniones también están divididas. El 12 de abril el Poder Judicial dijo que se declaraba como inadmisible el recurso de protección que los conductores de taxis presentaron contra el Ministerio de Transportes por el funcionamiento del Uber.

Andrés Gómez-Lobo, ministro de Transportes, enfocó el problema en la ilegalidad del sistema, pero aclaró que “si ellos cumplen: tienen vehículos que están en el registro, tienen conductores que cumplen con el requisito profesional, tienen seguro, entonces no hay problema”, dijo.

Gómez-Lobo, propuso como solución la experiencia en otros países donde funciona dentro de la legalidad: “los conductores tienen que tener licencia profesional, qué pasa si hay un accidente y un pasajero sufre daño o incluso una fatalidad en estos autos que no cumplen con los seguros correspondientes ¿está habilitado cualquier conductor con licencia clase B para trasladar pasajeros? ese es el problema”.

Hoy el diario La Tercera publicó que la empresa transnacional asegura que sus choferes ganan hasta $450.000 por semana. Del otro lado, Armando, un chofer de 50 años que conduce el vehículo de un tercero se lamenta diciendo que cada semana debe entregar $120.000 al propietario del taxi. “Si no hacemos ese dinero base, no nos aseguramos un sueldo digno. No tenemos cómo competir con Uber y la situación se vuelve cada vez más precaria”, dice con la voz apagada.

Para Carlos, su colega, todo responde a una lógica esnobista, propia de nuestra sociedad. “La gente como es en Chile tan snob quiere que lo vayan a buscar en un Chevrolet Orlando o en un BMW. Pero, ¿usted cree que un Chevrolet Orlando se irá a meter a la Legua a buscar a un señor con un niño enfermo para llevarlo al Calvo Mackenna?”, se pregunta el chofer.

Jorge, la contraparte, es enfático al afirmar que todo es un tema de clase. “Estamos hablando de un gremio en que la educación social, no de todos, pero la mayoría, es muy baja. Si ellos nos atacan pueden hacerle algo al auto o hacerme algo a mi. Ellos se ocultan entre ellos”, sentencia.

Y aunque el ministro Gómez -Lobo indicó que 95 vehículos que prestaban servicios de taxi de manera informal han sido sacados de circulación entre enero y marzo de 2016, la disputa continua. El presidente de la Confederación Nacional de Taxis, Luis Reyes, no descartó movilizaciones en las próximas semanas.

Mientras, en una garita de taxis ubicada en Carlos Antúnez, Providencia, Carlos, el taxista, se despide antes de tomar dos pasajeros. “Debo irme, porque no están los tiempos para rechazar clientes. Solo déjeme decirle: La maldad está en los seres humanos no es la profesión. Y deben haber malos seres humanos que son médicos, mecánicos, periodistas o taxistas. No nos pueden culpar a todos por eso”.

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