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Elicura Chihuailaf: “Desde el más chileno hasta el más gringo, todos llevamos dentro un sujeto nativo”

Por: El Desconcierto | Publicado: 23.08.2016
Elicura Chihuailaf: “Desde el más chileno hasta el más gringo, todos llevamos dentro un sujeto nativo” |
A pocas horas de darse a conocer el Premio Nacional de Literatura 2016, el poeta y oralitor mapuche dice sentirse “escéptico optimista” respecto al resultado. Con 17 obras publicadas, traducidas a más de diez idiomas, el autor de Recado Confidencial a los Chilenos recibió a El Desconcierto en su “casa azul”, donde aún resiste el bosque nativo del cual toma prestadas sus palabras.

Tal como gran parte de los chilenos, la vida de Elicura está marcada por el martes 11 de septiembre de 1973. Un par de décadas atrás sus padres habían participado en la creación de la primera Asociación de Estudiantes Mapuche llamada Newentuwaiñ, “hagamos fuerza juntos”. Carlos Chihuailaf fue elegido el presidente, Laura Nahuelpan fue nombrada secretaria general. Entre reuniones clandestinas y Nguillatunes junto al río Allipen, ambos se enamoraron para enseguida afianzar su raiz familiar en la localidad de Quechurehue, diez kilómetros al sur de Cunco. Ahí nacieron los cinco hermanos: Arauco, América, Rayen, Carlos y Elicura, el conchito.

A los pies del kvtral (fuego) estos hermanos escucharon a su abuelo Lonko recitar las constelaciones en mapudungun. Crecieron tranquilos en el campo y con un trato especial de parte de su comunidad debido a que el papá era un personaje público influyente, Regidor de Cunco, bombero, Presidente de la asociación de profesores y militante del partido radical.

“Durante la Unidad Popular mi padre invitó a los jovenes del MIR a colaborar con el trabajo de la comunidad. Para nosotros eso era muy bueno porque nos empezabamos a hermanar con el Chile profundo. Cuando fue el golpe a mi padre lo tomaron preso, a mis primos los torturaron con simulacros de fusilamiento, también los pasearon por el Lago Colico colgados desde un helicóptero”, recuerda Elicura sentado en el comedor de la misma casa que le vio nacer en 1952. A su lado se encuentra su pequeña hija de tres años, la más reciente de sus siete hijos, fruto del encuentro con su actual compañera Camila Yver, quien prepara abundantes ensaladas para recibir el mediodía.

Foto: Juan Pablo Rioseco

Foto: Juan Pablo Rioseco

El poeta nos muestra su casa, “sobreviviente del terremoto que nos botó la ruka del costado, y del 2010 que hundió parte del ala poniente, ¡aún resiste¡”, cuenta mientras le palmetea las vigas de nativo que sostienen el segundo piso. Afuera corre un viento frío para aliviar el punzante sol que ha sorprendido a muchos luego de diez días de lluvia intensa. El jardín de lawen (hierbas) es chasconeado por sus cuatro perros: la Kuyen, el Tol, la Wasi y el Guardián. Al fondo el majestuoso Volcán Llaima fija algo de solemnidad al asunto justo al momento en que comienza a flamear la bandera azul con la estrella blanca de ocho puntas plantada en el frontis. La misma bandera que unió a Colo-Colo, Caupolicán y Lautaro en la ribera sur del Bío-Bío hace cuatro siglos, y que hoy reúne a miles de jóvenes orgullosos de su herencia mapuche tanto en Chile como Argentina.

¿Y qué pasó después del Golpe, cómo salieron de eso?

“Fue un cambio tremendo. De ser personas muy activas e importantes, pasamos a ser como leprosos. Teníamos que andar escondidos. Anduvimos así como tres años. Entonces Arauco, mi hermano mayor, salió al exilio, y yo decidí quedarme acá, encontrar la manera de entrar a la universidad en una carrera corta para no transformarme en un demediado”.

Entonces ingresaste a estudiar Obstetricia en la Universidad de Concepción. ¿Por qué esa carrera?

“Influyó el recuerdo de una mujer partera que ayudó a mi madre a tener a sus cinco hijos. Se llamaba Eulogia Molina, una abuelita con un rostro muy dulce. Al poco tiempo empecé a ganar un espacio como interno en el Hospital de Quirihue. Me preocupé por ejemplo de implementar el cuadrante de la positividad mapuche. A las personas mayores, que ya conocían de esto, les hacía mucho sentido”.

¿Qué es eso?

“Según la sabiduría del kultrun, la cabeza de la persona debe estar orientada hacia el oriente o en su defecto ocupar todo el radio que existe entre el sur y el oriente. Es la posición que te alinea con la salida del sol. Sí en cambio te colocas en orientación poniente, el cuerpo se vuelve a inquietar y puede generar un riesgo porque es el lado de la negatividad, hacia donde va el espíritu que ya ha abandonado su cuerpo. En mi casa todas las camas tienen la cabecera hacia el oriente, porque la energía de vida es como un río que siempre está fluyendo.”

¿Qué otras cosas podríamos implementar en el proceso de embarazo y parto?

“Mira, un hecho que se puede constatar es que hoy las jóvenes mapuche (como todos) no son iguales a las de hace cincuenta años atrás. La tonicidad pelviana no es la misma porque la alimentación ha cambiado. Hay que implementar nuevamente el uso de las hierbas medicinales. Por ejemplo, para las curaciones en el proceso de puerperio, el matico es formidable. Se hierve hasta que el agua tome el color de la hoja.

¿Y porqué no seguiste ejerciendo la obstetricia?

“Ocurre que mientras estudiaba conocí a mi primera mujer, con quien teníamos entonces dos hijos. Apenas me titulé comencé a trabajar con ella la tierra. Nos dedicamos a la agricultura y a intercambiar productos desde comunidades de la zona lafkenche a nuestra zona pehuenche. Entre la poesía y la agricultura no me quedó tiempo para la obstetricia”.

El llamado de la oralitura

La primera presentación pública de su obra ocurrió cuando un grupo de compañeros de la universidad le pillaron sus escritos entre los cuadernos de estudio. Ante su sorpresa, ellos le pidieron que hiciera más poesía, entonces comenzó su andar hasta llegar a autodefinirse como “oralitor mapuche”, sumando hasta hoy 17 obras en mapudungun y castellano, lo cual le otorga la responsabilidad de ser uno de los principales poetas indígenas de América. Seguramente sus padres lo apoyan desde el Wenumapu, y envían fuerza a los diversos círculos de rogativas que han surgido en la región para apoyar su candidatura al Premio Nacional de Literatura 2016, que este año debe entregarse a un poeta.

¿A cuál de los otros 17 nominados recomiendas leer y por qué?

“En realidad me he informado poco acerca de quiénes son los postulantes. Sé que está mi amiga Teresa Calderón, Tomás Harris, Delia Dominguez, Elvira Hernández y Manuel Silva. Puedo referir a poetas mapuche que no están en la nominación como Lorenzo Aillapán, Leonel Lienlaf, María Isabel Lara Millapán, David Aniñir, Faumelisa Manquepillán y Rayén Kvyen. Pero debo reconocer que soy más lector de narrativa que de poesía. En esa línea recomiendo a Ramón Díaz Eterovic, Hernán Rivera Letelier, Pía Barro, Antonio Skármeta y Jaime Valdivieso, entre otros de nuestros contemporáneos. Y de los más complejos me gusta Diamela Eltit. Del extranjero recomiendo leer a Italo Calvino, José María Erguedas, García Márquez y Antoine de Saint Exupèry”.

La periodista Andrea Palet mencionó que, dada la contingencia de las protestas contra el Sistema de Pensiones, el premio se lo deberían entregar al candidato con la jubilación más baja.

“Me lo deberían dar a mi entonces porque no tengo ni jubilación (se ríe)…”.

¿Nunca has cotizado en las AFP?

“No tengo nada en la salud ni la jubilación, así que estoy pintado para ganarme el premio (vuelve a reir)”.

Ganar el Premio implica 18 millones de pesos, además de una pensión vitalicia de 900 mil mensuales, ¿tienes pensado hacer algo especial con el kullin si es que obtienes el reconocimiento?

“Para nada. Es que soy un escéptico optimista. Hay mucha gente que tiene la confianza puesta en mí, pero estoy aquí en el campo y para estas cosas hay que estar en la capital, conversando con el jurado, haciendo lobby. De todas maneras, me han dicho que el premio lo otorga el Estado a aquel o aquella persona cuya obra tenga mayor repercusión en la sociedad chilena. Entonces habría que revisar qué poetas han logrado ese objetivo”.

Tu cumples con ese objetivo…

“Claro. Pero no me quiero creer el cuento ni me lo voy a creer. Además que es extraño compararse en poesía. Lo que yo he vivido aquí en el campo, los cuentos, adivinanzas, peumas son cuestiones que me han dado una raíz para compartir este conocimiento con todos, y cuando voy a los colegios siento que esa es mi tarea”.

Foto: Juan Pablo Rioseco

Foto: Juan Pablo Rioseco

En esa línea, sí un niño te pregunta qué es la propiedad privada, ¿qué le dices?

“Justo en estos días trabajo en un libro que se llama Recado Confidencial a los Niños de Chile. Y pienso que a un niño le diría que existe la propiedad privada producto del egoísmo humano, donde una persona cree que encerrando un territorio puede hacer y deshacer sobre este sin importar lo que está al lado. Aquellos que plantan en sus propiedades privadas y quieren imponer ley que castiga a aquellos que le quemaron su plantación que llaman bosque, y que no es bosque, nunca les importó afectar a los vecinos. Por ejemplo a una familia amiga de Pichilafken -camino entre Carahue y Tirúa- que producían frutillas, se les empezó a terminar el agua y tuvieron que irse de su tierra. Ahora el terreno lo tienen las forestales”.

¿Cómo romper el tabú que existe respecto a la legitima defensa de los territorios por parte las comunidades afectadas en la instalación de la mega industria?

“Mira es una cuestión que debemos preguntarle quizás a un sociólogo. Porque si bien nunca es tarde, me llama mucho la atención que haya pasado tanto tiempo antes que la sociedad chilena se haya levantado para protestar contra las AFP. Desde sus inicios la elite chilena se ha impuesto para determinar un modelo de desarrollo contra la naturaleza, imponiendo un concepto de salud, realzando la propiedad privada y la blanquedad. Esto ha borrado las aspiraciones del pueblo profundo, que separa lo nativo de lo chileno. Y por eso vemos también a un pueblo chileno huérfano, sin padres ni madres de la patria”.

Monseñor Vargas te invitó a participar de la Mesa de Diálogo de La Araucanía levantada desde el Gobierno para buscar soluciones al conflicto territorial, tu has asistido a dos de las cuatro sesiones ¿Qué se habla en esa Mesa de negociación?

“Primero que todo debo decir que estoy ahí para poner sobre la mesa que se discutan los conceptos, los cuales muchas veces al pueblo mapuche juegan en contra sobre todo en los juicios. Porque no es lo mismo hablar de legalidad que de legitimidad. Es legalmente permitido que se instalen megaempresas en nuestros territorios, pero es completamente legítimo que las comunidades se defiendan”.

Pero siendo una mesa no vinculante, en la cual no participan varios actores del conflicto como la CAM, ¿crees que sirve de algo?

“Mira, sí la Coordinadora Arauco Malleco quiere ir a plantear sus propuestas, debe asistir, pero eso lo deben decidir ellos y nadie más que ellos. El dialogo siempre sirve. Hasta el momento la discusión se ha dado en un ambiente bastante cordial, pero es probable que cuando vayamos tocando temas más complejos se pondrá más complicado todo. Yo hice la propuesta de abordar la cuestión conceptual: ¿qué vamos a considerar por desarrollo?, ¿vamos a considerar que los peñi están defendiendo legitimamente la naturaleza, los bosques y no las plantaciones de las forestales?”.

¿Y qué te dicen cuando planteas esto?

“Se aceptó quitar la ambigüedad. Entonces por ejemplo, quizás el concepto terrorismo lo podamos aplicar también a las plantaciones de pino y eucaliptos en terrenos que fueron sembradíos, a la depredación del bosque nativo, a la acción de las forestales que secan las napas subterráneas y deja a las comunidades sin agua. A la instalación de centrales hisdroeléctricas que matan las cuencas. Cuando las forestales depredan el bosque nativo y secan las napas de agua, me están robando las palabras también. Sí me desaparecen los pájaros del poema es una violencia tremenda”.

Con tu participación, a la vez, reivindicas la figura del poeta que influye en la vida social como Huidobro o Neruda.

“Pero por supuesto. Sí la poesía no sirve para reunirnos, para vincularnos a nuestro entorno y actuar ¿para qué sirve? La poesía es la búsqueda de la cosmovisión que habita en cada uno de nosotros, la búsqueda de lo mejor de cada uno. Tal como lo hacía Vicente Huidobro, que participaba de la vida social chilena y buscaba influenciar con su mirada de mundo. Esto queda manifestado en su Balance Patriótico de 1925, donde habla de casi las mismas cuestiones que ocurren hoy en Chile. Un poeta que hasta hoy mantiene total vigencia”.

¿Qué personajes de la historia mapuche es necesario reivindicar en ese sentido?

“Más que personajes hay que hablar de pueblos. Luego de cinco siglos de resistencia hoy seguimos luchando por la defensa de los recursos naturales y la humanidad. Eso es tremendo”.

Pero si tenemos en cuenta a un personaje que nos pueda enseñar valores positivos a los niños y jóvenes del país…

“De Caupolicán podríamos aprender su capacidad para ser un jefe a la escucha de su gente, que manejaba el nvtram, el rakiduam. Pero ahí comenzamos a darnos cuenta que Caupolicán pudo lograr ser ese líder gracias a Colo-Colo que representa la sabiduría, el pasado, y a la vez la audacia de Lautaro, que representa el futuro. En esa triada Colo-Colo, Caupolicán, Lautaro, tenemos el círculo de la vida. Somos presente porque tenemos pasado y por eso tenemos memoria que nos permite avanzar hacia el futuro. Agregamos también a Kalfukura, el mensajero, y sumamos las cuatro orientaciones de la fuerza espiritual del pueblo mapuche. Además de ser un pueblo que tiene una gran capacidad para defender su territorio y cultura, es un pueblo con gran capacidad de parlamentar y que a la vez no hace -ni hizo nunca- sacrificios humanos”.

¿Y admiras a algún personaje de la historia humana, además de los que surgen desde el mundo mapuche?

“Sí, a muchos. En especial a Nelson Mandela y a Fidel Castro, con quien tuve la oportunidad de conversar cuando fui jurado del Premio Casa de las América en Cuba”.

¿Qué hablaron con Fidel?

“Me preguntó sobre la construcción de las represas en territorio mapuche. Fue maravilloso poder conversar con él y darme cuenta de su interés por estar informado”.

¿Qué aspectos del modo de organización mapuche puede contribuir al sistema político chileno que hoy se encuentra tan deslegitimado?

“Primero que todo entender el sentido territorial de la organización. Para tomar decisiones existe el consejo, en el cual caben las miradas de los diferentes territorios cada uno con su diversidad. La cúpula está concertada por cuatro personas que representan los cuatro puntos cardinales. Así como no es lo mismo la mujer y el hombre, porque ella es centrípeta y él es centrífugo, así también los diversos territorios no pueden ser tratados por las mismas reglas. En la cordillera las hojas de los árboles son planas para que no quede ahí el hielo, en los valles las hojas son cóncavas para recoger el rocío. Eso debiese estar presente en la política, entender que hay principios que nos rigen lo queramos o no, y eso seguirá siendo así. Eso está en la memoria de toda la humanidad, porque todos los pueblos, desde los más chilenos hasta los más gringos provienen de los pueblos nativos”.

Es decir, incluso aquella persona que es ya tercera generación de su familia nacida en una gran metrópolis tiene la posibilidad de activar su gen nativo. Pero para eso también es importante estar en la tierra, tener una tierra donde desarrollarse…

“Exacto. Y es tan importante también que en esa tierra se desarrolle la diversidad. Un jardín no puede estar solo de flores azules, por más que nos guste el azul. La política no es un fragmento, es parte de la cultura. El mundo occidental en su búsqueda por el poder a partir de la privacidad, hace privativa la política solo para un grupo de familias. Se olvidan que son parte de un cuerpo. Es como que tú solo trabajaras con un brazo, con un pulmón o solo una pierna, no puedes, debes usar todo el cuerpo actuar armónicamente; este ejemplo pensando en que tienes la suerte de ser una persona sana. De lo contrario te enfermas rápidamente, y eso es lo que está pasando en Chile”.

En tu libro Recado Confidencial a los Chilenos intentas hermanar la identidad del pueblo chileno con el mapuche, ¿qué rescatas de la identidad popular chilena?

“Sin duda el sentido de solidaridad, que proviene de su componente nativo y su gran mezcla de mundos. Cabe mencionar que en lo nativo también existe esa dualidad, lo positivo y lo negativo. El pueblo mapuche también lleva en su esencia cosas que debiésemos bajar el tono y recargar con mayor positividad”.

¿Como qué cosas?

“Por ejemplo lo que en mapudungun se le dice el ütrir, la envidia. Cuestión que es considerada un factor de enfermedad en nuestra cosmovisión. Esto también lo lleva el pueblo español por ejemplo, que se identifica en el chaqueteo heredado por el pueblo chileno”.

El hablar de la tierra que espera a los chilenos

Siendo un tiempo en que es casi una obligación aprender inglés o chino mandarín porque son idiomas que sirven para hacer grandes negocios. ¿Por qué habría que aprender mapudungun?

“Para responderte me remito a la clase inaugural de la Universidad de Los Lagos en Coyhaique donde contaban que cuando fue la última erupción del volcán Hudson, desde la Patagonia argentina cruzaron en seguida preguntando cómo podían ayudar. Luego a la semana siguiente llegaron desde Santiago a imponer lo que había qué hacer. Unos preguntan y los otros imponen. Ahí me di cuenta que el pueblo mapuche y el pueblo chileno profundo siente la misma necesidad de autodeterminación. Por eso es que debemos avanzar juntos, partiendo por respetar el habla de todas las autonomías. Se debe potenciar el habla de la chilenidad que está desdeñada y ninguneada en la academia. Y junto con eso debemos potenciar el mapudungun”.

Para entender la cosmovisión mapuche es necesario aprender el mapudungun…

“No necesariamente, porque es quizás más fácil entrar primero en la visión de mundo que en el mapudungun. Por ejemplo, si te digo que los espacios aparentemente vacíos de este comedor están llenos de nombres que algún día serán nombrados -y esa es la tarea de la palabra, que aquello que hoy es invisible por medio de la palabra se hace visible-, lo puedo decir también en castellano. Luego la consideración de que los espacios tienen un espíritu, que en mapudungun se denomina Ngen (ñien) ya está dicho en mapudugun. Entonces en ese sentido la visión de mundo abre la inquietud y la curiosidad para hablar el mapudungun; me parece más fácil ese trayecto y no al revés”.

¿Y qué nos puede aportar a los chilenos hablar el mapudungun?

“Es un idioma complejo, aglutinante y declinable, conformado por diversos dialectos e idiolectos. Es similar al alemán y a algunos idiomas orientales. Tiene una sonoridad hermosa que contribuye mucho a la creación poética. Si tomamos el mismo ejemplo sobre los Ngen. Se entiende que cada uno de nosotros tiene un Ngen, que es el espíritu que habita en cada una de las cosas de la naturaleza y por lo tanto en cada persona. Comprendemos que estamos hechos del mismo material que están compuestas las estrellas. Cuestión que ha sido demostrada científicamente. Eso nuestros antiguos lo percibían como el derrotero de estrellas que habita en cada uno de nosotros, el cual debemos conocer, para conocernos. Pero los chilenos iban a Inglaterra o a Japón para encontrarse con este conocimiento, siendo que lo tenían aquí mismo en la cultura mapuche y en las demás culturas nativas de este territorio”.

¿Sufre el mapudungun al ser traducido al castellano?

“A veces pierde y a veces gana. Un habla común en mapudungun se puede transformar en un verso con luz en castellano, pero también un verso hermoso en mapudungun no alcanza su melodía en el castellano”.

Foto: Juan Pablo Rioseco

La obra de Elicura no descansa solo en las páginas de sus 17 libros públicados, tampoco en su colaboración permanente con la academia, la prensa, las comisiones políticas y los libros educativos, ni en sus poemas musicalizados por Illapu, el Grupo Kalfku, Nano Stern, Manuel García, Joe Vasconcellos, Francisca Valenzuela, Pancho Sazo, Tata Barahona, Kike Galdames, Manuel Huerta y Juana Fe, entre muchos otros. Su obra avanza empujada por el despertar de una misión profundamente personal e inédita para quienes busquen compararlo con algún otro escritor chileno, mapuche o cómo se quiera. Es una fuerza silenciosa que ha tomado prestada del bosque nativo que crece junto al patio de su casa. Guiada por el respeto a los bramidos del Sollipulli que a medianoche hacen crujir las vigas con temblores casi imperceptibles. Es una fuerza que lo lleva a recitar poesía hasta el patio de las cárceles de Ángol y Temuco en apoyo a los presos políticos, que lo mueven hasta las escuelas rurales del norte chico para mostrar juegos antiguos a los niños, para enseñar las adivinanzas que aprendió de su abuelo el Lonko de Quechurehue. La misma que lo motivó a traducir -junto con otros peñi y lamgen- los poemas de Neruda al mapudungun. Es la valentía que lo movió hasta Santiago para irrumpir en la oficina de José Miguel Insulza y exigirle que no aplique la Ley de Seguridad Interior del Estado contra los lonko Pascual Pichún y Aniceto Norín en vísperas del Bicentenario de la Patria. Es un hombre que, tal como nos enseñaron Huidobro, Neruda y Mistral, prefiere cabalgar sobre la historia antes que mirar desde el escritorio cómo pasan alborotados los caballos.

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