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Opinión

La mujer, nuevo sujeto social: Un reto para los hombres y la (tradicional) tradición revolucionaria

Por: Pedro Santander | Publicado: 18.05.2018
La mujer, nuevo sujeto social: Un reto para los hombres y la (tradicional) tradición revolucionaria marcha educacion no sexista confech | / M. F.
Hombres y mujeres somos objetos de la sumisión y explotación que la extrema derecha quiere consolidar en el mundo. Pero las mujeres, ya constituidas como sujeto político histórico son quienes hoy cuentan con la fuerza histórica y la radicalidad necesaria para liderar la batalla revolucionaria.

La creación de un movimiento revolucionario no es un hecho natural, no ocurre porque sí o de forma inevitable. Por el contrario, requiere la confluencia de múltiples voluntades, organizadas y articuladas, es decir, es un hecho voluntarista producido por las fuerzas activas de la historia.

Quienes creemos en la opción revolucionaria, en la necesidad de hacer la revolución frente al desastre humano y ecológico que implica el capitalismo, estamos siempre atentos, a veces desesperadamente atentos, tanto al momento desencadenante como al sujeto social que con su fuerza logrará gatillar dicho momento y conducir no única, pero sí centralmente, las fuerzas telúricas y las energías sociales que entonces se liberarán.

Desde la publicación de El Manifiesto Comunista y su consigna “Obreros del mundo, uníos”, gran parte de las fuerzas revolucionarias del mundo pensamos y apostamos por el proletariado como aquel grupo social que, pasando de una conciencia “en sí” a una conciencia “para sí” (es decir, tomando conciencia política de su realidad y de su capacidad de transformar dicha realidad) sería el sujeto social mundial que como motor universal impulsaría las fuerzas de la historia para superar el estado de barbarie en que el capitalismo ha convertido a la humanidad. Los triunfos de la revolución rusa, la cubana y la nicaragüense que enarbolaron esa consigna fortalecieron la creencia en ese sujeto social.

Pero, ¿acaso el agudo Marx seguiría pensando hoy, a la luz de la realidad, a la luz de Trump, de Piñera, de Siria, de Libia, de Macri y Temer que el proletariado hará una revolución en alguna parte del mundo y tomará el poder?

Producto de golpes de estado, de la mas feroz de las violencias y aniquilaciones que el capitalismo hizo caer sobre nosotros, pero también de errores propios, de cegueras ideológicas, estrecheces teóricas y dogmatismos tácticos y mentales, nos quedamos sin sujeto social revolucionario.

Pero, como también nos recuerda Marx, el “viejo topo” de la historia avanza silenciosa, aunque obstinadamente, impulsado por las tensiones insoportables de los sistemas de dominación. La historia de los explotados y excluidos del mundo es también la historia de las resistencias subterráneas y de las irrupciones súbitas y, muchas veces, inesperadas. Cavando con paciencia sus galerías en el espesor oscuro de la historia, surge en ocasiones a plena luz, en el destello solar de un acontecimiento, un sujeto social que encarna el rechazo colectivo de resignarse a la idea del fin de la historia, de que solo queda resignarnos con el orden insoportable de las cosas.

Hoy esa irrupción está a cargo de las mujeres del mundo. Antecedidas de heroicas y silenciadas luchas, de una acumulación histórica de fuerza, energía y convicción, las mujeres dejaron para siempre de ser una categoría estadística, para convertirse en una categoría política y, posiblemente, revolucionaria que desafía el orden de las cosas.

Con plena claridad de cuáles son sus intereses permanentes, con una identidad nítida que les permite auto-reconocerse como portadoras de tales características, con claridad política acerca de su actividad y de los fines que persiguen, y, organizadas sobre esta base, hoy actúan como un sólo cuerpo, en una acción consciente, de alcance intercontinental, reunidas globalmente contra el patriarcado, constituidas como sujeto social de carácter histórico.

El cambio epocal y las transformaciones sociales son necesarias, urgentes, es ya una cuestión de sobrevivencia de la especie. No es el momento de la moderación. La peor cara del patriarcado asoma por el mundo: la del fascismo, que es la cara del odio, del racismo, del militarismo, del desprecio por el diferente. Hombres y mujeres somos objetos de la sumisión y explotación que la extrema derecha quiere consolidar en el mundo. Pero las mujeres, ya constituidas como sujeto político histórico son quienes hoy cuentan con la fuerza histórica y la radicalidad necesaria para liderar la batalla revolucionaria. Fue Pamela Jiles quien le ofreció combos al diputado fascista de Urrutia quien, una vez mas, ofendía la memoria de los y las víctimas de la dictadura y quien, simulando un hombro adolorido, demostró su cobardía ante una mujer valiente. Y fueron mujeres a dorso desnudo las que hicieron correr a encapuchados que no estaban invitados al baile en la marcha feminista de Santiago.

No debería sorprendernos ese coraje. ¿Acaso no han sido ellas siempre en época patriarcal las mas violentadas de los violentados, las mas torturadas de los torturados, las mas pobres de los pobres, las mas explotadas de los explotados?

Pues bien, si creemos que donde opera el poder opera también la resistencia, que los violentos antagonismos de los sistema de dominación dan forma a fuerzas capaces de superar dialécticamente esas sujeciones y sometimientos, debemos creer que hoy  producir la unificación de los y las excluidos/as para trabajar juntos por una transformación social es asunto de mujer.

A nosotros hombres nos toca ponernos detrás y aprender de la historia que hoy gracias a este nuevo sujeto social nos interpela de pies a cabezas, de día y de noche.

Pedro Santander