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Opinión

El feminismo que necesitamos

Por: Manuela Pertier | Publicado: 10.07.2018
El feminismo que necesitamos feminismo |
Ya lo decían las feministas hace unas cuántas décadas atrás: lo personal es político. Es necesario también que las futuras ‘agendas de género’ consideren a las mujeres que no desean ser madres e incluyan no solo protocolos que parchen la violencia de género que las mujeres y disidencias sexuales sufrimos día a día

En el contexto nacional y mundial que vivimos hoy, es importante detenernos un minuto a pensar el feminismo en su dimensión política, su rol dentro de la sociedad actual y en el horizonte emancipador de las izquierdas.

La ‘ola feminista’ de la que hoy somos parte no busca solo protocolos contra el acoso, ni que solo podamos caminar tranquilas en la calle. Buscamos tomarnos los espacios que nos corresponde. Queremos salir al espacio público, queremos estar seguras en nuestros lugares de estudio y trabajo, queremos también el mismo salario por el mismo trabajo y necesitamos una ley que de Sala Cuna a las madres y padres trabajadores que hoy se hacen cargo de sus hijos e hijas, como bien plantea el gobierno en su agenda de género, la que se posiciona desde una mirada pequeña, hablando a un grupo reducido de mujeres, sin poner en cuestión tampoco aspectos tan relevantes como la colectivización de los cuidados.

Pero, además de eso, las feministas nos negamos a igualar nuestra explotación a la de los hombres. No queremos llegar más de las mismas extensas jornadas de trabajo que cumplen los hombres, a cumplir en soledad, labores en el hogar. No queremos más doble explotación. Hoy necesitamos que las labores domésticas se reconozcan como trabajo, con todo lo que ello implica en términos previsionales, pero también necesitamos que sean compartidas. No queremos más división sexual del trabajo, ni que el desarrollo del capitalismo se beneficie por nuestra doble jornada de trabajo. Exigimos hoy que, si nosotras nos insertamos de igual a igual con los hombres en el mundo laboral, ellos lo hagan en el mundo del hogar.

Creemos también que nada de eso es posible si mantenemos un sistema educativo profundamente sexista, un sistema que nos educa para ser madres y cuidadoras, que confunde el amor hacia la familia con un trabajo escasamente reconocido y jamás retribuido. Tampoco es posible si seguimos manteniendo lo privado en privado, ya lo decían las feministas hace unas cuántas décadas atrás: lo personal es político. Por lo tanto, es necesario también que las futuras ‘agendas de género’ consideren a las mujeres que no desean ser madres e incluyan no solo protocolos que parchen la violencia de género que las mujeres y disidencias sexuales sufrimos día a día, sino una educación que la prevenga, partiendo por reconocernos como seres humanos tan valiosos y con los mismos derechos que los hombres.

Por eso, el feminismo que necesitamos es de izquierda. Porque las feministas nos identificamos con un horizonte emancipador que la derecha jamás ha compartido. Por eso, también, Julieta Kirkwood esperaba un desarrollo feminista desde la izquierda y no desde la derecha. Las feministas, como bien dice Irantzu Varela, no queremos decirle a la mujer qué hacer y qué no hacer, sino darnos las herramientas para entender por qué decidimos lo que decidimos. Y así, quizás, poder decidir con mayor libertad.

Aún así, cabe hacer la distinción entre ser de izquierda y de la izquierda. Las izquierdas y el feminismo han tenido una relación históricamente compleja. ha sido difícil superar la centralidad de la clase, ha sido difícil hacer político lo privado, ha sido difícil para las mujeres tomarnos los espacios de elaboración y conducción política, tradicionalmente reservados a las grandes figuras masculinas. Sin embargo, si las izquierdas se plantean a sí mismas desde y hacia una política emancipadora, ya no es posible hacerlo sin el feminismo. Hoy más que nunca, las nuevas izquierdas serán feministas, o no serán.

Manuela Pertier