Avisos Legales
Opinión

Hermana, yo te creo

Por: Ana María Gazmuri | Publicado: 10.08.2018
Hermana, yo te creo REVOLUCION | Foto: Agencia Uno
Surge la legítima inquietud sobre las verdaderas razones tanto de las recientes disculpas públicas del partido hacia la víctima, como de la declaración pública realizada por la directiva de RD. Cuesta creer que estos actos, tardíos e insuficientes, obedezcan a un real compromiso con la búsqueda de la igualdad, la protección ante el abuso y la injusticia, tal como reza la carta fundacional del partido.

Hoy, como militante de Revolución Democrática, me siento profundamente avergonzada. A la luz de la gravísima situación vivida al interior del partido en relación al caso de violación en que estaría involucrado Gabriel Ramírez, Consejero Político de RD cuando se suscitaron los hechos, no puedo sino manifestar mi más absoluta consternación. Consternación, en primer lugar, al enterarme la semana pasada de esta denuncia, de la cual no tenía conocimiento alguno, pero por sobre todo estoy impactada por la manera en que se ha llevado al interior del partido el proceso que de la misma se desprende. Cuesta creer que la denuncia existe desde noviembre del año 2017 y que tan poco se haya hecho en el transcurso de estos meses; al parecer solo se vuelva foco de preocupación cuando la prensa retomó el caso. Aquí han fallado todos quienes tenían la responsabilidad política de enfrentar esta situación con honestidad, celeridad y corrección. Vacío suena el declararse un partido feminista, cuando el trato que recibe la víctima vulnera aún más su dignidad, y aleja cualquier posibilidad efectiva de reparación. Falla la directiva del partido, así como lo hace el Tribunal Supremo, tanto el de aquel momento como el actual. Fallan por falta de competencia, por indolencia, por dolorosa indiferencia frente a los hechos, y al fallarle a la víctima, nos fallan a todas las mujeres. No solo se la revictimiza al someterla a un proceso alejado del más mínimo cuidado y respeto, exponiendo su identidad y enfrentándola, en contra de su voluntad, a su agresor, si no también se la somete a preguntas del todo inadecuadas, referidas a detalles escabrosos sobre el abuso por ella sufrido; al parecer olvidaron que el proceso llevado por el Tribunal Supremo era de tipo ético y no penal o forense.

Más allá de las ineludibles responsabilidades personales, sorprende la ausencia de una política de género efectiva, que exceda las meras declaraciones de intenciones. Estamos frente a la peor forma de violencia de género hacia una joven estudiante; la manera en que esto ha sido abordado por la directiva y por todas las instancias partidarias involucradas, resulta difícil de tolerar.

Surge también la legítima inquietud sobre las verdaderas razones tanto de las recientes disculpas públicas del partido hacia la víctima, como de la declaración pública realizada por la directiva de RD. Cuesta creer que estos actos, tardíos e insuficientes, obedezcan a un real compromiso con la búsqueda de la igualdad, la protección ante el abuso y la injusticia, tal como reza la carta fundacional del partido. Más que el interés sincero por la víctima, parece una reacción, pobre e inadecuada, frente al costo político que pueda traer la difusión pública de los hechos. Este caso denota un claro blindaje, tanto comunicacional como político.

Creo representar el sentir mayoritario de la militancia de base, que se ve confrontada por las acciones de una minoría partidaria. Cuesta hoy seguir confiando en este proyecto político, cuando se ha mostrado incapaz de estar a la altura de los tiempos que vivimos, en el que las mujeres exigimos no seguir siendo violentadas ni vulneradas. Hoy Revolución Democrática no parece ser un espacio seguro, y se necesita un drástico cambio de rumbo si esperamos que algún día llegue a serlo.

Ana María Gazmuri