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Jani Dueñas: A lo mejor no fue graciosa, pero tiene unos ovarios del porte de un buque

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 27.02.2019
Jani Dueñas: A lo mejor no fue graciosa, pero tiene unos ovarios del porte de un buque grandejani | Agencia Uno
Una mujer que en ningún momento se le quebró la voz, que miró siempre al frente. Que no le dio el gusto a la Quinta de verla destruida. Una comediante con autoestima, que no necesita que la aplaudan para sentirse bien. Sé que esto es un show y un negocio, no nos vamos a ver la suerte entre gitanas, y que el artista depende de su popularidad y audiencia. Sé que es imposible hacer un arte onanista sin vínculo con la gente. Pero déjenme decirles que también hay artistas que valen por lo que son.

Me tocó comentar la rutina de Jani Dueñas. No soy especialista. Soy la señora Juanita, una vieja (no tanto en realidad), que tiene una columna, y que fue rescatada de las oscuras catacumbas por ser buena para ver TV. Anteriormente comenté la gala de Viña y ahora, para mi mala suerte, me toca la caída en desgracia de una artista. No quiero ser dramática. No es que sea colorienta, pero pararse en ese escenario frente a quince mil personas no es chiste. Es difícil, muy difícil. Y según los entendidos Jani Dueñas la iba a reventar. Y no lo hizo. Miren, la verdad si me ponen a Jani Dueñas y a Dino Gordillo prefiero a la Jani. A lo mejor no fue graciosa, pero tiene unos ovarios del porte de un buque. No recurrió en ningún minuto a hacerse la víctima, no se tiró al suelo. Ni quiso hacerse la amiga del público. Quizás por eso mismo fue un fracaso. Porque la Quinta necesita que le soben el lomo.

Miren, yo soy bien buena para ver teleseries, pero ¿acaso no fue patético ver a Dino Gordillo pidiéndole matrimonio a su esposa? Después que barrió con las mujeres en sus chistes, hace una jugada de galán. En fin. Parece que estoy más enojada con Dino Gordillo que con Jani Dueñas. Yo sinceramente no tengo Netflix, con el guatón tenemos TV cable, y a ella no la conocía mucho. Dicen que le va bien en el extranjero. Nunca en realidad la había visto. Y con eso no quiero culpar a la comediante, sino que su rutina tal vez era para un público distinto.

Muchas de las reivindicaciones que tiró son causas nobles y necesarias. Pero yo la encontré falta de ritmo, hizo una introducción gigante. ¿Quién soy?, ¿cómo soy? Soy Jani, pero en realidad soy Alejandra, y Alejandra es mucho más potente; cuestiones dichas de manera lenta y sin chispa ni remate. Después pasó hablar de la vejez en Chile, puso temas de reflexión y crítica social, y fallaron. ¿Y por qué fallaron?, ¿por el público?, ¿por qué en realidad estaban esperando a David Bisbal?, ¿o por qué el tono, los remates, la actitud de inmunidad le jugó en contra?

Ella fue súper fuerte, pero quizás eso mismo le jugó en contra. Como que dio la sensación que le daba un poco lo mismo estar ahí. Después habló de la obsesión de las mujeres por ser jóvenes y delgadas, también introdujo una nueva palabra en mi léxico: la Sororidad, que explicó diciendo que se trata de la solidaridad entre mujeres. Y cuando se percató que el nivel de pifia era inaguantable, preguntó cuántas mujeres había y cuántos hombres. Y añadió cuántas mujeres feministas. Y ahí parece que el público se reducía a la primera fila, y un par de carteles. Ante esa adversidad, incluso de género dentro de la Quinta, la Jani dice, que los hombres pasaron de moda. Y eso como que encendió más los ánimos. No sé si de los hombres o de las mujeres, o de todos juntos. No sé si esas estrategias de división fueron asertivas. Después siguió con su trabajo conceptual con las feminazis, y comparó lo que dicen los hombres de la mujeres: si teta o poto. Y que entre las mujeres no dicen si prefieren pene o bolas. Un chiste o una comparación. Dicho con tono fuerte, como si estuviera molesta. O es eso más o menos lo que yo entendí. Aunque no estoy tan segura respecto a la veracidad de esa observaciones, porque tengo amigas, que decían que se fijaban en el paquete de los hombres. (Ojalá que el pelao no lea esta columna). Pero más o menos así era la cosa, y no se trata que haya metido la pata, porque todos los humoristas o comediantes llegan en un momento de su presentación a los genitales, porque parece que en los genitales se juega una batalla de amor y odio, que puede sacar una que otra sonrisa.

Ya en medio del abucheo, la Jani siguió con hidalguía y comenzó a preguntar, ¿quieren que siga? Y ahí es cuando una echa de menos a Antonio Vodanovic, alguien que salga al escenario con una capa para salvarla. Pero la Jani, en realidad entre whisky y whisky, tampoco quería ser salvada, y menos por un hombre. Siguió con la ley del aborto en tres causales, y a esas alturas sin risas de por medio, parecía una declaración de principios. Y la Quinta no paraba de abuchear. Y la Jani no aflojaba.

Lo bueno de todo esto, que el monstruo despertó con una mina con los ovarios bien puestos. Que nunca agachó la cabeza, ni se las dio de pobrecita. Una mujer que en ningún momento se le quebró la voz, que miró siempre al frente. Que no le dio el gusto a la Quinta de verla destruida. Una comediante con autoestima, que no necesita que la aplaudan para sentirse bien. Sé que esto es un show y un negocio, no nos vamos a ver la suerte entre gitanas, y que el artista depende de su popularidad y audiencia. Sé que es imposible hacer un arte onanista sin vínculo con la gente. Pero déjenme decirles que también hay artistas que valen por lo que son. No lo digo por ella, porque no la conozco, y lo que vi fue bastante poco. Lo digo más bien pensando el arte en letras mayúsculas. Ahora tampoco sé lo que vimos. O si sé. Vimos en el escenario de la Quinta Vergara a una verdadera mujer, que olvidó su rol de comediante, que en definitiva es hacer reír.

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