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El círculo: Una judía y una palestina tratando de hacer una obra de teatro juntas

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 05.05.2019
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Las actrices y directoras Alejandra Díaz y Andrea Giadach, descendientes judía y palestina respectivamente, se propusieron el desafío de llevar a escena lo que surgiera desde una investigación conjunta entre actores de ambas ascendencias. Aquí conversan con El Desconcierto sobre este proceso en que no han faltado las tensiones y dolores, y que se propone mostrar distintas miradas el conflicto entre Israel y Palestina, y mostrar que la historia es circular y nos puede poner en un lugar hoy y mañana en otro.

Ninguna de las dos ha esquivado en su carrera los temas complejos. Andrea es creadora de la obra testimonial sobre niños migrantes Mi mundo patria y actriz de Mateluna, de la compañía Teatro en el Blanco dirigida por Guillermo Calderón, que defiende la inocencia de Jorge Mateluna, ex frentista acusado de asaltar un banco por lo que cumple una larga condena en la Cárcel de Alta Seguridad. Alejandra ha trabajado como actriz, entre otras obras, en Cómo aprendí a manejar –ganadora del Festival de Dramaturgia Norteamericana Contemporánea 2008–, El Diario de Ana Frank, y Cada vez que digo mamá, de la que también es coautora. El 2016 dirigió La larga noche en que Edgardo muere de Benjamín Villalobos para el Festival Santiago Off. El Círculo es la primera obra que dirigen junta, pieza de creación colectiva que se estrena el sábado 18 de mayo en Matucana 100.

-¿Cómo se conocieron y en qué momento se les ocurre esta idea de acercar el mundo judío y el palestino a través del teatro?

Alejandra: Las dos somos actrices de la Chile, de generaciones distintas, y hace años atrás yo había visto una obra de teatro que hizo la Andrea —que restrena este año —, se llama Mi mundo patria, y habla de niños que han perdido la patria durante su infancia, basado en testimonios. El último testimonio era de un niño palestino. Esto fue hace más de 10 años; me emocionó mucho y ahí nos conocimos. Pasan los años y luego de eso nos juntamos para hacer este proyecto.

Andrea: Empezamos a hablar de nuestros orígenes. La Ale me propone hacer algo entre judíos y palestinos, tenía la idea de La orquesta Diván de Edward Said y Daniel Barenboim, y yo le propuse que hiciéramos una investigación, que no hiciéramos una obra ya escrita sino que investigáramos porque el tema es bastante complejo. Para mí siempre ha sido muy importante, he visto la situación entre Israel y Palestina como algo que me motiva mucho por la causa Palestina. La situación de asimetría ¡es bastante absoluta. 

-¿Fue recibida como una invitación extraña o al menos inusual entre los creadores que participan?  Andrea: Convocamos a los actores para hacer una investigación. Ale ya había trabajado con los actores judíos y a mí me tocó más convocar a los actores palestinos, no había trabajado con ellos. Les llama mucho la atención. Los palestinos en general comulgaban con mi punto de vista de la complejidad de hacer algo juntos.

Alejandra: Y por el lado judío diría que estamos todos muy emocionados de hacer este proyecto, también entendíamos las dificultades que implicaba, pero teníamos mucha voluntad de hacer un trabajo conjunto interesante. Ahora, obviamente nunca fue simple para nadie, no solo por nuestras propias aprehensiones, temores y dificultades ideológicas, sino también por los temores que empezaron a surgir de nuestros entornos: ¿qué resultados pueden surgir de un grupo que se juntaba a hacer una obra de teatro entre judíos y palestinos?

Andrea: Del lado palestino se veía la complejidad por el tema de que la mayoría estamos muy involucrados con lo que sucede en Palestina. Entonces fue muy acertado hacer esta investigación para ambas partes, porque desde los dos lugares empezamos a vernos de otra manera y a abrirnos a estas otredades.

Alejandra: Es importante mencionar que en el grupo palestino hay una persona que tiene una visión un poco distinta, que además no es actor, es ingeniero comercial y parte del elenco también. Fue súper interesante durante al proyecto porque no es es solamente la mirada de artistas. Y del lado judío si bien somos todos artistas escénicos, también teníamos distintas visiones, distintos vínculos con las comunidades y distintas miradas sobre lo que ocurre allá y sobre nuestra identidad judía. Una de las cosas que fuimos descubriendo es que la palestinidad está muy ligada al territorio, en cambio nuestra condición de judíos no necesariamente se vincula con Israel. En mi caso particular yo tengo familia allá, los había conocido poco antes de iniciar este proyecto. La Shlomit Baytelman nació en Israel y a los tres años se vino a Chile, y de los otros dos actores el vínculo con Israel en uno era casi nada, y en el otro más bien ideológico. Hay diversidad de miradas en el grupo y eso alimenta mucho el trabajo escénico.

-¿En qué consistió el proceso de trabajo y qué referentes utilizaron para hacer dialogar dos mundos en conflicto a través del arte?

Alejandra: Primero partimos exponiendo nuestros antepasado y nuestras biografías y nos dimos cuenta que teníamos hartas cosas en común como chilenos con pasado migrante. Todos nuestros ancestros huyeron de su lugar de origen, etcétera. Ese primer encuentro nos hizo vincularnos de una manera mucho más amable y  empezar a generar un equipo de trabajo. Después empezamos a investigar sobre la contingencia, y las distintas miradas y reflexiones posibles del territorio palestino israelí contemporáneo, y ahí empezaron a surgir preguntas que se fueron tornando cada vez más escénicas, que rondaban en torno a nuestras identidades.

Andrea: Leímos y vimos documentales y películas, y también un amigo que viajó hacia los territorios hizo unas entrevistas muy interesantes y nos envió el material. Aquí hay distintos referentes. Zaid es uno de ellos, el ejercicio que hace con Barenboim, solo que nosotros hacemos teatro, por lo tanto hay palabras, discurso, puntos de vista que son mucho más claros. No somos los cuerpos de esos judíos o palestinos que hacen esa orquesta, sino que somos chilenos de origen judío o palestino cruzados por la existencia de Israel o Palestina. Hannah Arendt también es un gran referente, hay poetas de por medio, documentales —Cinco cámaras rotas, por ejemplo— , vimos Gaza hace poco también, y otros más. Películas hay muchas, y nuestras propias biografías, nuestros pasados, están puestos acá.

Alejandra: Usamos como material de estudio grupos que existen allá de activistas que hacen trabajo conjunto por una paz equitativa y justa. Revisamos Combatientes por la paz, que son ex soldados y miembros de la resistencia palestina que trabajan en conjunto, y por ejemplo Círculo de padres-foro de familias, que son tanto palestinos como israelíes que han perdido a familiares cercanos en toda la situación bélica que lleva tanto tiempo allá.  

-¿Han existido momentos de tensiones entre ustedes como directoras de la obra y entre los demás miembros del equipo de trabajo por tener visiones opuestas del conflicto?

Alejandra: Claro que sí, llevamos más de un año trabajando. La primera vez que no juntamos la Andrea y yo fue en agosto del 2017, y la primera vez que nos juntamos con el grupo de los ocho iniciales, que son el elenco y nosotras, fue en octubre del 2017, y como equipo que somos hemos tenido dificultades. No siempre estamos de acuerdo en todo y eso también es parte del valor del trabajo que hacemos. Ha costado decirnos las cosas porque hay muchos dolores involucrados en este proyecto y de ambas partes, hay valores heredados y muy históricos, y hay otros mucho más presentes. Nuestras carnes no están del todo cruzadas por esos dolores territoriales porque no estamos allá, pero siempre estamos conectadas porque son nuestra gente.

Andrea: Es parte del valor de este trabajo, asumir las tensiones y que tenemos puntos de vista distintos, y aún así persistir en hacerlo. No es un trabajo que entibie nada, sino que da voz a los que creemos y a nuestros puntos de vista. Es reconocer las diferencias que tenemos y las similitudes también. Lo más valorable es que sigamos juntos. Yo trabajo desde el lugar de la mirada decolonial. No solo porque soy palestina me afecta esto.

Alejandra: Hemos llegado a una mirada conjunta a través de un trabajo de reflexión crítica.

-¿A quiénes está dirigida la obra y qué efectos esperan lograr?

Alejandra: Idealmente ojalá vayan personas de ambas comunidades. Pero siempre hemos pensado esto para el público chileno y migrante, incluso, porque creemos que es mucho más universal. Lo que nos pasa a nosotros no solo está cerrado a la frontera Israel-Palestina, sino que tiene que ver con una condición humana de dejar de verse y dejar de entenderse, y empezar a dialogar.

Andrea: Nos toca estar en un lado y luego en otro. Ahora estamos en veredas distintas en ciertos aspectos, pero esta distancia nos permite ver esta idea circular de la historia.

Alejandra: Esperamos generar preguntas y reflexiones. Más que algo clausurado, nos gustaría poder abrir miradas.

-¿Cómo afecta al estreno el accidente que acaba de sufrir la actriz Schlomit Baytelman?

Andrea: Ella ha sido maravillosa con todo su aporte, con toda su historia, cruzada por otra Nakba que es la dictadura chilena. Ha sido complejo que se haya accidentado pero este proceso va más allá de la contingencia, pues ella ya está en el proyecto por todo lo que ha puesto. Va a estar presente de todas maneras.

Alejandra: Lo que le ocurrió sigue siendo parte del proyecto.

Andrea: Y este proyecto acoge todo lo que va pasando.

-¿Qué podrían adelantarnos de la puesta en escena y de la trama de la obra?

Alejandra: Estamos llevando a escena nuestro propio proceso desde que nos encontramos la primera vez, y los ejercicios y los intentos críticos que hicimos. La obra no tiene un protagonista, sino seis protagonistas que son los que están en escena, y habla del proceso de este grupo: judíos y palestinos tratando de hacer una obra de teatro juntos.

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