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Las definiciones de Ale Valle tras su salida de La Red: «Me preocupa que los seguidores del fascismo tengan tanto poder»

Por: Christopher Jerez Pinto | Publicado: 25.07.2019
Las definiciones de Ale Valle tras su salida de La Red: «Me preocupa que los seguidores del fascismo tengan tanto poder» Alejandra Valle | Foto: Nicolás Romero
De polémicas y escándalos, la periodista dedicada a la farándula sabe mucho. Eso sí, no está acostumbrada a ser ella el centro de la noticia. Sin embargo, con la fuerza que la caracteriza y sorteando una ola de odio, Alejandra Valle ha logrado ponerse de pie y centrar su foco en un horizonte que incluye varios proyectos. En conversación con El Desconcierto, la comunicadora habla en profundidad de la controversia que la dejó fuera de pantalla, de la violencia de género en la televisión, de la muerte de la opinología y de una posible incursión en la política.

Parada sobre el escenario del acto final de la marcha por el aborto libre, la periodista Alejandra Valle parece haber superado la tormenta en que se vio envuelta durante las últimas semanas. Su activismo constante y el componente de género que se desprende de su salida de La Red, provocaron que las organizaciones la invitaran a arengar a las miles de mujeres que se movilizaron por el derecho a decidir sobre sus cuerpos.

Precisamente, son ese tipo de temas los que la apasionan y en esa dirección avanzará su carrera luego del mutuo acuerdo que la dejó fuera de pantalla. «Quiero hacer periodismo feminista, con enfoque de género. Es lo que más me satisface y creo que desde ahí puedo ser un gran aporte«, dice con la cabeza más fría.

Si la comunicadora tuviera que definir en dos palabras lo que ha vivido durante las últimas semanas, esas serían «confusión» y «claridad». Puede sonar contradictorio, pero así ha sido gran parte de la polémica que la ha hecho protagonizar numerosas notas en medios digitales y aparecer en la portadas de los diarios más populares del país.

A Alejandra Valle la alcanzó una bola de nieve que la aturdió en un inicio. No sabía cómo había llegado a estar en el centro de las críticas. Con el paso de los días, la nieve se convirtió en un cúmulo de odio, que al derretirse, le permitió ver el panorama más iluminado. A su lado estaban los que nunca le han fallado y eso lo ve como la mayor fortuna que puede sacar de toda esta polémica.

Después de la tormenta

Muchos dicen que a la periodista de farándula la castigaron por decir la verdad. La histórica opinóloga llamaba a través de Twitter a no olvidar lo «cerdos» y «ladrones» que han demostrado ser los «pacos», en sus propias palabras. Si bien su intención no era generalizar, la inmediatez e informalidad de las redes sociales, le jugaron una muy mala pasada. «Por eso yo pedí disculpas. Eso nació de mí. No nace del canal ni de nadie más», cuenta Valle, quien comenzará a desarrollar una serie de proyectos audiovisuales con El Desconcierto.

—Hablando en frío, ¿a qué apuntabas cuando ocupaste esos calificativos contra Carabineros?
—Esa fue una conversación con una persona de Twitter que yo no conocía. A veces tenía conversaciones con gente que me parecía que se podía dialogar. En ese momento apuntaba a que yo sentía que si bien lo de Cata Pulido era grave, porque se peleó con los Carabineros, había que ser honestos, y ese jugo lo puede dar cualquier chileno. Eso tampoco nos podía hacer olvidar la crisis que está pasando la institución. Si queremos que esta institución -tan importante para la democracia y para el funcionamiento del estado de derecho- se levante, tenemos que recordar cómo están las cosas y no olvidarnos de lo que está ocurriendo por el solo hecho de que ocurrió un hecho aislado, que fue feo y matonesco.

«Carabineros, durante mucho tiempo, fue una de las instituciones con más credibilidad del país y la gente los quería mucho. Les costó mucho recuperar esa confianza al llegar la democracia, luego de su rol en la dictadura. En este último tiempo, desde el Pacogate en adelante, eso se ha ido derrumbando. Pero también por lo que pasa con los niños y las mujeres mapuche en La Araucanía, por el caso de Camilo Catrillanca y por todas las cosas que se ven día a día. Lo que ha salido estos días es un ejemplo y ha sido paradójico. A eso me refería justamente. En Chile, en algún momento nos sentimos orgullosos de nuestra policía y nos comparábamos con otros países. Pero en el último tiempo nos hemos dado cuenta de que las cosas no estaban tan bien», explica.

La comunicadora cuenta que son sus experiencias personales con la institución, lo que la han llevado a tener una visión crítica de ésta. Desde su rol de activista, revela que le ha tocado conocer varios casos donde Carabineros ha abusado de su autoridad. «Yo tengo una vinculación de muchos años con el movimiento estudiantil y también con el movimiento feminista. Voy mucho a marchas y una sabe que ocurren cosas reprochables, como los apremios ilegítimos. Incluso, cuando me entraron a robar a la casa, los carabineros no llegaron, porque estaban sacando a unos estudiantes que estaban en toma en un liceo de Ñuñoa. Eso sí, como en toda institución o toda profesión, no todos son iguales y no todos son deshonestos. No me cabe duda de que debe haber gente que lo hace con cariño por la ciudadanía y  pensando en el servicio social», señala Valle.

—¿Qué piensas ahora, pasados los días, de los dichos de Catalina Pulido donde se desmarca de ti?
—La Cata fue mi compañera de trabajo y mientras trabajamos, lo hicimos súper bien. Me gusta como es ella como panelista. No me esperaba algo así, pero también entiendo que está mal. En la entrevista que dio en Bienvenidos (Canal 13) demostró que estaba muy mal emocionalmente. Lo que pasó con Carabineros es una señal de eso. No lo ha pasado bien. Es una mujer que mantiene a su familia. Es líder de familia y no me gusta que se haya quedado sin trabajo. No me gustaría atacarla. Creo que sola se dará cuenta de las cosas.

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Mujer de izquierda

Desde antes de la polémica, a la conductora le dicen de todo a través de redes sociales. La mayoría de los comentarios negativos -y altamente violentos- apuntan a su aspecto físico y a su tendencia política. «Comunista», «feminazi» y «zurda», eran los epítetos que más se repetían hasta antes de desactivar su cuenta de Twitter, en medio de la controversia.

—Te tratan bastante de resentida, ¿lo reivindicas?
—No, yo no soy resentida. Para nada. No tengo resentimiento, porque me considero afortunada. La vida me ha dado muchas oportunidades. Tengo gente que me quiere. Soy una persona con suerte, además. No podría sentir resentimiento. Sí creo que la gente tiene todo el derecho a sentir rabia y tener resentimiento en este país, que es terriblemente desigual. Y si representar a esas personas, me hace parecer una resentida, no tengo ningún problema en aceptarlo. Pero la verdad es que yo he sido bien privilegiada.

—¿Cómo fue enfrentarse a tanto odio virtual? ¿Qué reflexión te deja?
—Ya había pensado en cerrar el Twitter. Había estado varias veces en la disyuntiva de cerrarlo o no. Había buscado qué implicaba cerrarlo, si es que perdía todo para siempre, si alguien podía agarrar mi nombre. Eso ya lo había visto, porque el grado de violencia genera que no haya reflexión. Twitter además representa a muy pocos y se les da demasiada importancia. De repente hay personas que tienen un huevo y cero seguidores, y los medios de comunicación titulan con eso ¿Por qué alguien que nadie sabe quién es, que no sabe siquiera si es real, puede ser un líder de opinión? Eso me empezó a molestar y también el hecho de que veía que había un ejército organizado para atacarme, pero no porque sea yo, sino que porque estoy dentro de un grupo de personas a las que se les quiere atacar, que somos las feministas, y estoy 100% clara de eso. Ahora cualquier feminista o persona de la disidencia sexual dice algo y es ridiculizada por los conversadores. No quiero ser parte de este juego, porque es fácil caer en el odio.

—Muchas de las personas –o bots– que te atacaron eran públicamente seguidores de José Antonio Kast o a la ultraderecha. ¿Qué te parece que sea específicamente este grupo el que te ataca?
—Lo encuentro preocupante y un poco terrorífico incluso. Es como estar en una serie. Entre Black Mirror y El Cuento de la Criada. Me preocupa, sobre todo, la importancia que se les está dando. Lo que me pasó es una señal de que sí importa lo que están diciendo. Me preocupa que los seguidores del fascismo -lo digo con todas sus letras- tengan tanto poder. En general, siempre han tenido poder en este país, ha sido así hace muchos años, pero que se evidencie de esta forma, es raro y hasta surrealista. Me da miedo por el futuro del país.

—Rostros como Tonka Tomicic o Patricia Maldonado tienen un largo historial de comentarios desafortunados. Sin embargo, nunca han recibido castigo de sus canales. ¿Por qué tanta diferencia con tu caso? ¿Crees que hay un tema de clase de por medio?
—Creo que efectivamente hay un componente de clase. Siempre para mí las cosas han sido más difíciles que para otros, por no pertenecer al prototipo más aceptable en la televisión. Pero también creo que en la televisión no todos los discursos caben. Eso hay que tenerlo súper claro. En la tele caben los discursos de un sólo lado, pero del otro lado no. Y la televisión que se está haciendo ahora es para un sólo sector. Por eso la tele está en la crisis que está, porque en lugar de entender que la gente quiere más diversidad de discursos, se han quedado pegados.

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«Ser feminista en televisión es súper difícil»

Revelar el informe ginecológico de Nabila Riffo, desmenuzar de forma insidiosa el perfil psicológico de Fernanda Maciel o la espectacularización de la violencia de género en el reality de Mega, son sólo algunos de los episodios que evidencian el machismo en los medios de comunicación.

Alejandra Valle era uno de los pocos personajes en pantalla que criticaba esos aspectos y que representaba la visión de las mujeres que se cansaron de ser tratadas como objetos o ser cuestionadas en sus áreas. Eso es lo que pierde la televisión con su salida de La Red.

—Algunos ven tu salida de La Red como un golpe a la baja representación del feminismo en los medios masivos. ¿Qué crees tú?
—Creo que es real. Ser feminista en televisión es súper difícil. Primero, porque siempre se le da cabida a los que atacan al feminismo. Se ridiculizan nuestras demandas. Se cuestionan hasta a las figuras del mismo canal. En Canal 13 mostraron unos WhatsApp de Josefina Montané diciéndole a Nicolás López que quería beber alcohol con él cuando se juntaran, como si eso fuese una justificación para que él quisiera agarrarle una teta. Así de heavy está la cosa. Te tratan de latera, dicen que sólo muestras un lado, que eres feminazi.

—¿Se te ha castigado por ser una mujer que no se ajusta a todos los cánones del patriarcado?
—Eso se siente más en el público que en otra cosa. Y también en las personas que hacen la televisión, porque hay una idea súper retrógrada de lo que las marcas quieren. Algo que no me parece, porque yo también trabajo con marcas de manera personal y, en general, las marcas quieren un público diversos. Marcas como Dove o Converse, por ejemplo, se salen de los discursos más clásicos. Creo que hay una concepción súper añeja de eso en la televisión y las personas que no se corresponden con el estereotipo, claro que somos castigadas. De parte del público, el ataque es constante. Ahí te das cuenta que todavía hay personas muy conservadoras, muy preocupadas de cómo te vistes, de cómo te pintas el pelo, si estás más flaca o más gorda, como si eso fuese lo más importante en la vida. Dicen «esta galla se cree mina porque se puso escote», como si el escote estuviese reservado para algunas mujeres no más.

Poder abordar estas temáticas de forma crítica, era lo que más le acomodaba a la periodista de su trabajo en «Intrusos», en La Red. La también conductora radial cree que con la farándula era más fácil introducir su necesario discurso. «Es más simple hacer entender a la gente el feminismo desde el lenguaje coloquial, normal y no tan académico. Pero si yo hubiese querido salir en pantalla con el pañuelo verde pro aborto, seguramente, me habrían hecho sacármelo, porque eso ya es demasiado progre y en la televisión hay un miedo constante al progresismo«, acusa Valle.

—¿Qué futuro le ves a la farándula?
—Creo que la verdadera opinología murió. Antes era divertida la farándula, porque habían tema banales, que eran tocados por personas súper pensantes, como Pamela Jiles, Jaime Coloma o José Miguel Villouta, por mencionar a algunos. Eso ya no existe. Ya no están esos paneles, donde -más allá del tema- era un placer dialéctico estar ahí y mucha gente lo entendía de esa forma. Otros, quizás, no lo intelectualizaron, pero lo entendían y se reían. Felipe Avello es otro ejemplo, que es un genio. Eso ya no está presente y los canales de televisión se dedicaron a hacerlo desaparecer, porque los poderes fácticos también actúan ahí.

—Me pasa que veo la farándula actual mucho menos periodística que antes…
—Absolutamente, y eso tiene que ver con las redes sociales también. Y creo que todos los periodismos ahora adolecen de lo mismo. En los matinales, por ejemplo, no hay rigurosidad. Si al final, la farándula está igual en los matinales, en los realities. Pero se hace con mucha menos seriedad. Ahora se compra cualquier rumor. Nosotros tratábamos de hacerlo bien y reportear los temas.

Foto: Nicolás Romero

La política en el horizonte

—Desde la trinchera farandulera, compartiste varios años con la diputada Pamela Jiles. ¿Qué opinas de su incursión política? ¿La has seguido?
—Absolutamente. Estamos generalmente en contacto, en una relación nieta-abuela, y creo que ha hecho un gran papel. Ha presentado proyectos de ley importantísimos. Está preocupada de los niños, pero de verdad. No es sólo un discurso. Hasta desde su lecho de enferma, es capaz de poner temas en la agenda. Siempre me ha gustado mucho su labor.

—Y a Cathy Barriga, ¿cómo la ves?
Creo que debería estar menos a la defensiva; no creer que todo lo que le pasa es una persecución política. Debería, además, desvincularse un poco más del partido, porque cuando se ha visto involucrada en algunas cosas, no todas han pasado por ella. Muchas veces son personas de su partido que se involucraron en su gestión, ella los dejó a ojos cerrados y resulta que no estaban haciendo las cosas tan bien, a veces. De todas maneras, se ha superado un montón. Partió en un programa juvenil y mira donde está ahora, con todo el cariño de la gente. Se ha pulido un montón, pero le falta tener más confianza en ella misma, porque cuando estás tan a la defensiva, es porque no tienes tanta confianza en ti misma al final.

—¿Te gustaría entrar en ese mundo algún día?
—Creo que sí. En algún momento de mi vida, sí. Los periodistas trabajamos por el bien común. Y en ese sentido, así debería ser la política también. No digo que actualmente sea así. En algún momento sí me veo vinculada de manera más directa a la política, porque indirectamente una siempre está vinculada con la política.

—¿Qué tipo de vinculación? ¿Una diputación, una alcaldía, una concejalía…?
Hay que partir de a poco. Pasito a pasito.

—¿Te ha joteado algún partido?
En algún momento sí, pero hace rato que no converso con ningún partido. Por ejemplo, me mandaron saludos del Partido Comunista, a propósito de todo lo que ha pasado. Yo nunca he sido comunista, pero me mandaron apoyo. En el Frente Amplio tengo hartos lazos, por cosas del feminismo.

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