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Opinión

Un conveniente atentado en Huechuraba

Por: Francisco Mendez | Publicado: 27.07.2019
Un conveniente atentado en Huechuraba paco | Foto: Agencia Uno
¿Por qué las autoridades no han hablado de la poca prevención de Carabineros en lo sucedido? ¿No sería el momento indicado para, finalmente, hacer una intervención civil a la institución y revisar no solo sus  lógicas poco democráticas, sino también su funcionamiento en materia de inteligencia? Claramente sí, pero conllevaría poner en duda estructuras y paradigmas, cuestión que no parece importante para quienes quieren maquillar, barnizar, pero no profundizar en el relato de la democracia posdictatorial. Y no hablo solo de la derecha.

La bomba puesta en una comisaría de Huechuraba alertó a todos los medios de comunicación y a las autoridades. Quienes pudieron hacerlo, dieron mensajes de solidaridad hacia Carabineros y condenaron, como se espera que se haga en estos casos, tajantemente lo sucedido. No había lugar para “medias tintas”, era la hora de mostrarse como una persona noble y justa que condena a unos abstractos y malvados terroristas que interrumpen nuestro funcionar patrio.

El Presidente Sebastián Piñera fue el primero en salir a hablar. Estuvo en tres puntos de prensa entre el jueves y el viernes, en los que no decía cosas muy diferentes. La cuestión era tratar de calmar a la población, aunque curiosamente se la alarmara más, y contarnos que ellos, los gobernantes, eran los que tenían todo bajo control en un contexto peligroso. Convenientemente peligroso. ¿Por qué?  Porque estas situaciones, independiente de si son creadas o no a propósito, sirven mucho a los gobiernos para armar un clima en el que las preguntas disminuyan y surja un falso ambiente comunitario en el que el único antagonismo sea el de los “buenos” versus los “malos”.

Esto sucede especialmente en administraciones como la que nos gobierna, donde pareciera que todos los males que rondan a la sociedad se solucionan con más seguridad, más medidas rápidas y efectistas, y sobre todo, más acciones que solucionen cosas puntuales con tal de no tener una mirada larga sobre el funcionamiento de nuestra institucionalidad. Esto último no da réditos fáciles y no necesita de gestores 24/7, sino de política; de cuestionamientos a lógicas institucionales que no parecen tener cabida en el mundo del pensamiento rápido.

Una prueba de esto es la manera en que el relato del gobierno se ha ido centrando en el respeto a Carabineros y la presión política hacia el Congreso para que apruebe las reformas a la ley antiterrorista. Piñera no esperó ni un minuto para emplazar al Legislativo, y particularmente a la oposición, a que le diera el visto bueno a la iniciativa del Ejecutivo, tratando, una vez más, de poner en la centroizquierda la responsabilidad de lo sucedido.

¿Por qué las autoridades no han hablado de la poca prevención de Carabineros en lo sucedido? ¿No sería el momento indicado para, finalmente, hacer una intervención civil a la institución y revisar no solo sus  lógicas poco democráticas, sino también su funcionamiento en materia de inteligencia? Claramente sí, pero conllevaría poner en duda estructuras y paradigmas, cuestión que no parece importante para quienes quieren maquillar, barnizar, pero no profundizar en el relato de la democracia posdictatorial. Y no hablo solo de la derecha.

Es cosa de detenernos en lo que sucedió Essal y los días que los habitantes de Osorno estuvieron sin agua. Cuando se trató simplemente de ir a hablar con los ejecutivos de la empresa, el gobierno se desplegó y el mandatario fue a terreno para exigir explicaciones ante las cámaras. En cambio, cuando el debate comenzó a complejizarse y a tratar sobre el compromiso de los privados con lo público, y si es que en una democracia con límites claros es aceptable que lo privado se apropie de lo público, los habitantes de La Moneda quisieron dar por cerrado el tema y no referirse más a la situación, tratando de sobreideologizados a quienes querían profundizar la conversación al respecto.

Por esto es que vale la pena poner ojo en los anuncios que quienes nos gobiernan puedan hacer a partir de lo que sucedió en Huechuraba.  El efecto y la sensación de miedo y de “heroísmo” son propicios para hacer como si se hiciera mucho sin que se haga algo realmente. Y así funcionan quienes hoy están a cargo del Estado: mientras más aparecen en las televisiones de los chilenos, y más nos hablan de su responsabilidad, menos harán. Porque un montón de cosas chicas pueden dar la sensación de que se está haciendo una grande, pero lo concreto es que estas solo sirven para perpetuar lo que está haciendo agua por todos lados. Pues, aunque no se diga, el discurso “institucionalista” no basta cuando quienes son los encargados de transmitirlo no ven, o no quieren ver, los problemas que se manifiestan solamente por defender un patrimonio ideológico.

Francisco Mendez