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Ecuador: el país sudamericano donde es más difícil mantenerse en el poder

Por: Victor Farinelli | Publicado: 14.10.2019
Ecuador: el país sudamericano donde es más difícil mantenerse en el poder El presidente de Ecuador, Lenin Moreno. | Fuente: Agencia Uno.
En los últimos días, Lenín Moreno perdió la oportunidad de ser una excepción en un historial terrible: todos los presidentes del país en los últimos 25 años sufrieron con revueltas populares, y solo uno logró terminar su mandato. Rafael Correa, que de hecho tuvo tres periodos, fue el único sobreviviente y, literalmente, porque una de las protestas que enfrentó puso su propia vida en riesgo.

Las protestas iniciadas en Quito a principios de octubre no son una novedad en su historia política, sobre todo en la más reciente. Al largo de su historia, Ecuador ha sabido de turbulencias institucionales, aunque en eso no se diferencia de los demás países de una región conocida por sus golpes de Estado, conspiraciones, revueltas controladas a sangre y fuego, magnicidios y suicidios de presidentes.

Sin embargo, si tomamos solamente la historia reciente, este pequeño país que divide el mundo se destaca entre sus vecinos. Es verdad que también Venezuela ha sido marcada por problemas políticos en las últimas décadas, pero además de lo especial que es el caso de ese país, y aunque a algunos nos les guste, el hecho concreto es que Hugo Chávez y Nicolás Maduro han sabido mantenerse en el poder, a pesar de esos conflictos – y de hecho algunos critican justamente que se han quedado más de lo que deberían. No es lo que ha ocurrido en Ecuador, donde la mayoría de los mandatarios no han logrado terminar su periodo.

En los últimos 25 años, el Ecuador tuvo varios presidentes, pero solo cinco elegidos en las urnas. De esos que tenían la legitimidad del voto, tres renunciaron a sus cargos ante el descontento popular.

El último presidente que logró tener un mandato sin tantos problemas con la calle fue Sixto Duran-Ballén (1992-1996), aunque tampoco fue exento de turbulencias políticas: enfrentó una crisis con su vicepresidente, Alberto Dahik, que terminó con este renunciando, además del fuerte conflicto externo entre el Ecuador y el Perú de Alberto Fujimori, que llevó a los ejércitos de ambos países a la Guerra del Cenepa (1995).

El mandatario siguiente fue Abdalá Bucaram (1996-1997), quien se quedó solamente seis meses en el sillón presidencial. En febrero de 1997, apoyado por fuertes protestas sociales de diferentes grupos organizados que exigían una reforma política, el Congreso ecuatoriano aprobó su destitución, alegando su “incapacidad mental para gobernar”.

La primera mujer en comandar el país asumió a partir de ese episodio: Rosalía Arteaga, quien era vicepresidenta pero que también se alejó de Bucaram y colaboró con su caída. Sin embargo, y pese a haberse distanciado políticamente de Bucaram, ella solo que quedó dos días en el Palacio de Carondelet: el Congreso prefirió derribar también a ella y promover la ascensión de Fabián Alarcón (1997-1998) vía elección indirecta, para un mandato corto que acompañaría la asamblea constituyente y la redacción de una nueva carta magna, como exigían los movimientos que iniciaron la crisis.

La siguiente elección presidencial la ganó uno de los líderes de las protestas contra Bucaram, Jamil Mahuad (1998-2000), quien tras un año y medio de una gestión llevó el país a una fuerte crisis económica, la cual generó inflación de 77%, devaluación de 69% de la moneda local (el sucre, en aquel entonces) y desempleo de 31%. Aunque la crisis social no llevó a cambios institucionales, y su principal reacción fue la de gastar seis mil millones de dólares para salvar momentáneamente a los bancos de la quiebra. Cuando ese valor se mostró insuficiente y los bancos quebraron igual –aunque sus dueños lograron salvar sus patrimonios fugando capitales gracias a la ayuda gubernamental–, solo entonces las Fuerzas Armadas actuaron para derrocar al presidente.

En su lugar ascendió Gustavo Noboa (2000-2003), quien también enfrentó conflictos, pero logró mantenerse en el poder y superar algunos de los problemas económicos generados por su antecesor, sobre todo a partir de la dolarización de la economía.

El primer presidente elegido en este siglo fue Lucio Gutiérrez (2003-2005) y tampoco le fue bien: dos años de crisis política y económica, además de casos corrupción y medidas de persecución de opositores y magistrados –destituyó a los jueces de la Corte Suprema y los remplazó por nuevas figuras ligadas a los partidos oficialistas– crearon el caldo de cultivo para una reacción callejera multitudinaria.

Pese a todo eso, Gutiérrez logró aguantarse seis meses en el poder pese a la presión popular por su salida, y lo hizo sobre todo gracias al apoyo de las Fuerzas Armadas, que se mantuvieron a su lado hasta el final. En 20 de abril de 2005, cuando en Congreso lo destituyó y asumió Alfredo Palacio (2005-2007) en su lugar, los uniformados decidieron abandonarlo, y no le restó ningún otro apoyo importante por donde tratar de resistir. Por su parte, Palacio tuvo un gobierno similar al de Noboa, que trató de pacificar el país y solucionar los problemas socioeconómicos dejados por su antecesor.

En 2007 llegó Rafael Correa el que finalmente terminaría como la excepción en esa lista por la hazaña de haber llegado a un final de mandato, y lo hizo tres veces – su primer mandato fue hasta el 2009, cuando se concluyó un proceso de reforma constitucional con asamblea constituyente, el segundo y el tercero tuvieron cuatro años, hasta el 2013 y el 2017 respectivamente.

Sin embargo, eso no quiere decir que se tomó esta década entera en el poder como un caramelo. También tuvo que enfrentar problemas, y el peor de ellos fue la huelga nacional policial de 2010, situación en la que él trató de negociar personalmente y terminó herido por una granada lacrimógena, situación que puso en peligro su vida. En el mismo día, enfrentó el cerco de los policiales en huelga al edificio del Hospital Quito Nº1 (administrado por la corporación policial), a donde fue trasladado para recibir la atención médica. Las Fuerzas Armadas terminaron rescatando al presidente, que quedó horas en el local. Tras su liberación, Correa acusó a los líderes de la huelga de mantenerlo secuestrado y al expresidente Lucio Gutiérrez de estar por detrás de lo que consideró “un intento de golpe de Estado”.

En 2015, debido a los problemas económicos que todos los países de la región sufrieron con la caída del precio de las materias primas, el gobierno ecuatoriano, cuya economía se basa demasiado en las exportaciones de hidrocarburos y recursos minerales (otra característica común en la región), impulsó una reforma al impuesto a las herencias y una nueva ley de plusvalía, que pese a apuntar a los más ricos, igual provocó grandes protestas ciudadanas, que inicialmente movilizó solo a los partidos de la oposición, pero que luego ganó la adhesión de sindicatos, organizaciones estudiantiles e indígenas, y asociaciones de profesionales como profesores, abogados y médicos, entre otros. Las protestas se arrastraron durante semanas, y solo se detuvieron cuando el gobierno decidió congelar esas iniciativas.

Ahora le toca a Lenín Moreno enfrentar su primera crisis social y política, tras un paquete de medidas económicas impulsadas para viabilizar el acuerdo que hizo el gobierno en abril de este año con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y que incluye el fin del subsidio a los combustibles y recortes a derechos laborales. Al igual que en los casos de Mahuad y Gutiérrez, el actual mandatario enfrenta su infierno cuando se acerca a la mitad de su mandato.

Entre las medidas que ha tomado, la de decretar Estado de excepción en el país no es algo nuevo: lo hicieron también Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad, pero la de trasladar la sede del Poder Ejecutivo de Quito a Guayaquil es inédita. Sin embargo, no pareció ser tan efectiva cuanto la lección aprendida de la forma como su antecesor logró ser la excepción en ese historial de mandatarios que no lograron terminar su mandato, que tiene que ver con la sensibilidad de no insistir con medidas impopulares.

En la noche de este domingo (14/10), Moreno concluyó una reunión con líderes sociales e indígenas en la que acordaron dejar sin efecto el decreto que elimina el subsidio a los combustibles, y se abrió a negociar también en otros puntos de su nuevo plan económico, por lo que podría retroceder también en otros temas.

Los próximos días serán cruciales para saber si podrá ser un segundo ejemplo de gobierno que logra manejar las fuertes turbulencias.

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