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Opinión

El fin de la Historia

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 11.01.2020
El fin de la Historia cruch |
Hoy estamos siendo testigos de un cambio epocal, donde se ponen en cuestión temas valóricos y de configuración país. Por lo mismo, es que haber salido a defender la Historia, como un contenido eje del país que queremos, hubiese sido de las más potentes señales políticas para comenzar este turbulento 2020. Frente a todo eso, uno esperaba más de los rectores en este momento histórico, más aún de aquellos que lideran a las universidades públicas.

El año pasado, 2019, el Consejo Nacional de Educación se dispuso a suprimir Historia de los ramos obligatorios a cursar en los dos últimos años de la enseñanza media, en pos de optimizar el codiciado tiempo curricular. En los primeros días de este nuevo año, el Cruch anunciaba la suspensión de la prueba de selección única de Historia, dada la filtración que sufrió el examen (custodiado por Carabineros) a pocas horas de que comenzara su rendición.

Sin lugar a dudas, ambos hechos califican como contenidos de futuras pruebas escolares o de selección universitaria. “Pregunta 1: año en que el Estado de Chile redujo las horas de Historia en la enseñanza media: a) 1981, b) 2019, c) ninguna de las anteriores”. “Pregunta 2: año en que el Estado de Chile suspendió la PSU de Historia: a) 1979, b) 2020, c) ninguna de las anteriores”.

Respuestas correctas. Pregunta 1: año 2019. Pregunta 2: año 2020

No cabe duda que a la hora de abordar estos episodios del pasado, el profesor de Historia (humano o algoritmo) del futuro, tendrá que estar preparado para responder agudas preguntas de sus entonces, esperemos, agudos alumnos. “Profe, ¿cómo se explica que la prueba de selección universitaria de Historia se suspendiera el año 2020 en un gobierno democrático, siendo que ni en dictadura ocurrió esto?”. “Profe, siendo que Chile el 2019 era un país OCDE ,¿cómo se explica que su Consejo Nacional de Educación se dispusiera a suprimir el ramo de Historia de la enseñanza media?”.

Entonces, el profesor tendrá que referirse al papel público e intelectual que cumplía la Historia en aquel tiempo, vale decir, en ese país abducido por la amoralidad neoliberal. En el Chile de 2020, se intentaba prevenir a toda costa la reflexión crítica sobre el pasado. De ahí que para gobernantes, ministros de Educación y consejos de rectores, la Historia era empleaba como un instrumento para fortalecer la democracia, el consumo y los conductos regulares. Debía ser un contenido útil para la ordenada vida en sociedad, de hecho hasta le cambiaron el nombre: Educación Ciudadana.

Érase una vez un país que buscaba prevenir el pensamiento crítico sobre su pasado y, por ende, se rehusaba a vacunar a sus jóvenes contra aquel determinismo que les anclaba a la cruel dependencia de quienes solían administrar el monopolio de la historia contada a conveniencia.   

Fue aquel 2020 cuando los rectores mandatados por la Casa de Bello decidieron botar la prueba nacional de Historia, sin mayor queja ni consideraciones, a vista sonriente de un gobierno empresarial, al que poco o nada le importó. Es más, para aquellos tecnócratas del Ejecutivo, la caída de la prueba de Historia era la consagración del despojo definitivo de este contenido desde las aulas escolares.

Hoy estamos siendo testigos de un cambio epocal, donde se ponen en cuestión temas valóricos y de configuración  país.  Por lo mismo, es que haber salido a defender la Historia, como un contenido eje del país que queremos, hubiese sido de las más potentes señales políticas para comenzar este turbulento 2020. Frente a todo eso, uno esperaba más de los rectores en este momento histórico, más aún de aquellos que lideran a las universidades públicas.

Cuando caen las instituciones, el poder ya no contiene poder y se pone en cuestión hasta la naturaleza de las cosas; es que nuestras historias son el último tronco desde el cual nos podemos aferrar, antes de caer al barranco de la anomia.

Cristián Zúñiga