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Arqueología de las protestas: Memoria callejera en contra del negacionismo

Por: Carlos Jara | Publicado: 16.10.2020
Arqueología de las protestas: Memoria callejera en contra del negacionismo |
La arqueología de las protestas es una iniciativa que distintos profesionales y estudiantes del área comenzaron a llevar a cabo en el estallido social. Cómo los objetos se resignificaron en esos meses, cómo las evidencias que quedan en los lugares dan cuenta de la brutalidad policial, y cómo los ejercicios de este tipo contribuyen a la creación de una memoria histórica colectiva, son algunas de las claves que plantea la arqueóloga Dafna Goldschimdt.

La arqueología es una disciplina que para la sociedad tiene más que ver con el pasado remoto. Sin embargo, hay quienes han intentando asociarla directamente con los hechos del presente, específicamente en relación a las protestas ciudadanas iniciadas con el estallido social. 

En ese contexto, El Desconcierto conversó con la arqueóloga Dafna Goldschmidt , quien junto a otras y otros profesionales y estudiantes de arqueología, desarrolló una actividad que denominaron «Arqueología del cacerolazo», y que a través de la recuperación de objetos y vestigios de las movilizaciones en Santiago y Valparaíso, pretende generar una contribución al entendimiento de este fenómeno social que por estos días cumple un año, y cuyas consecuencias aún no podemos vislumbrar completamente.

Ejemplos de los materiales recolectados

«El propósito es que la arqueología pueda contar una historia alternativa a la documentación escrita, a lo que los mismos periodistas dicen, al discurso oficial. Y eso se está viendo en la materialidad», comienza explicando Goldschmidt sobre el proyecto, para luego detallar que «si hace dos años atrás hubieras ido a caminar por la Alameda no hubiera tenido ninguna lógica encontrar en la basura o a las orillas de las calles restos de limón, con restos de cucharas de palo, con restos de balines y bombas lacrimógenas. Y si hubieras ido en octubre de 2019, verías cómo la basura se está componiendo de todos estos elementos. Y si vas incluso después, en noviembre, ves cómo hay ya una cierta especialización. Porque ya empiezas a ver también otros objetos de resistencia como bolitas, o el limón, que está siendo reemplazado por sobres de bicarbonato. Entonces son todos estos vestigios, de pautas de socialización, en este caso de manifestación y represión, que tú estás viendo expresada en la materialidad, los que componen esta historia alternativa». 

¿Cómo surge esta iniciativa?

Yo tengo una página hace un poco más de dos años, que se llama Arqueología Histórica Santiago, que busca dar a conocer fuera de los ámbitos académicos el rol y el aporte que puede ser la arqueología para la sociedad. En ese contexto, es que Felipe Carvajal e Isabel Cerón (ambos estudiantes de arqueología) junto con un equipo, comienzan a hacer un registro material de lo que estaban viendo en la Plaza Ñuñoa, y por otro lado, otro colega, que es Rolando González, me mandó material de lo que había registrado él en Plaza Italia. Y yo por otra parte también estaba haciendo mi registro, entonces inicia como iniciativas particulares que congrego, y le doy un relato contextual amable en esta página de difusión Instagram. 

¿Hay algún hallazgo en particular que les llamó la atención?

Sí, el de balines incrustados en los árboles, y no a la altura de los pies, si no a la altura de los ojos de un humano. Eso es una evidencia empírica, material, que son la base del estudio de la arqueología, y que te están dando cuenta de un discurso que no se condice con el discurso oficial.

¿Qué se hace con los objetos tras recolectarlos?

Se hizo una exposición en conjunto con Villa Grimaldi. Pero además, es bien interesante que mucha gente incluyó en sus narrativas de memoria, el tema de la arqueología. Por ejemplo había un colectivo en Valparaíso, y otras personas que han hecho murales, o esculturas, con todos estos restos de las manifestaciones. Entonces eso igual es súper interesante porque ahí te das cuenta de que la arqueología puede ser una herramienta de memoria. Estas expresiones sociales dentro de lógicas de memoria dan cuenta de eso. De cómo la gente resignifica estos objetos. La cuchara, que sale de los espacios de las cocinas, se convierte en un símbolo de protesta, pero después se convierte también en un símbolo patrimonial de memoria colectiva

¿La memoria se construye? ¿Sienten que están construyendo memoria a través de esta iniciativa?

Sí, la memoria se construye, y esto va más allá de ser arqueólogo o arqueóloga. Lo ideal acá es construir la memoria entre todos, y que existan memorias diversas, obviamente sin caer en el relativismo cultural. Pero precisamente eso es lo interesante de la arqueología, que te brinda hechos empíricos que te impiden el negacionismo. Porque es concreto, en cambio la historiografía muchas veces está escrita por el discurso oficial, y por lo general históricamente construida por hombres blancos de una cierta elite. Entonces la arqueología te brinda una narrativa, desde la investigación empírica, paralela a eso, que puede reforzar o contrastar esa historia oficial.

Esto pasa también con los monumentos. Antes estos monumentos emblemas de conquistadores, que eran parte de nuestra memoria, de un pasado conquistador del que nos querían hacer partícipes a todos y todas, y que vemos cómo estas narrativas se están resignificando. Y ahora en relación a este despertar nos damos cuenta todo lo que implica esta carga colonizadora, y los estragos que tiene hasta el día de hoy. Faltan muchas reivindicaciones todavía y esos emblemas oficiales en plazas públicas no ayudan en nada.

El gremio de arqueólogos no se ha caracterizado por ser uno de los más activos políticamente. ¿Sirve esta iniciativa para politizar un poco su rol, hacerlo más atingente a su contexto?

Yo no pertenezco al Colegio, pero creo que el Colegio de arqueólogos y arqueólogas ha tenido una posición bien activa ante todo lo que ha pasado, y eso no se puede negar. Pero sí, de todas maneras la arqueología y otras disciplinas tienen que partir a mi juicio con un mea culpa, porque contribuyeron por muchos años a mantener los status quo y a sustentarlos.

Durante el nazismo o en el nacimiento de las repúblicas, por ejemplo, en relación a estos países colonialistas, la arqueología ayudó a perpetuar esta colonización y darles un pasado, o sea, legitimar un pasado colonizador a través de ella. Este pasado de los imperios romano y griego, como exaltando este pasado imperial, para sustentar prácticas imperiales del siglo XIX y XX y la arqueología no se puede hacer el loco con ese rol.  Pero eso ahora está cambiando.

¿Qué lecturas de la violencia hacen tras el análisis de estos objetos? Más allá de condenarla, más bien intentando entender el fenómeno social.

Claro, desde la arquitectura de los espacios entendiéndolos como expresión material por ejemplo y por lo tanto suseptible a ser entendida desde la arqueología. Que una familia viva hacinada en una casa social de 40 metros cuadrados, que se llueven, que es húmeda, que no tiene espacios verdes, es violencia, es una violencia sistemática, que se está expresando a través de la arquitectura. Es control, y violencia, y la gente no es pasiva. La gente nos manifestamos, resistimos, y buscamos distintas vías. Pero para mí ese es un claro ejemplo de violencia a través de la materialidad. Y eso a su vez está teniendo otro correlato material que nos habla de esta violencia sistemática en relación a la desigualdad social. Por ejemplo a partir del trabajo del equipo de estudiantes hay evidencia que la forma de reprimir las manifestaciones ciudadanas por parte de las FFAA sería de forma mucho más violenta en la plaza de Puente Alto que en la Plaza Ñuñoa. Lo anterior a partir de un registro metodológico de las basuras que quedan luego de las manifestaciones en ambas plazas; evidencias que nos permiten reconstruir una narrativa en relación a las formas en que estamos sociabilizando, con expresiones materiales diversas que nos hablan de violencia, diferenciación y segregación social pero también de resistencias para hacernos un lugar en el mundo, ojalá que en un futuro mejor.

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