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A tres años del 4 de Agosto de 2011: de los lumazos de día a los cacerolazos de noche

Por: admingrs | Publicado: 04.08.2014

Entre las 10 y las 11 de la mañana, los estudiantes secundarios se reunieron en la Plaza Italia. No había autorización de parte de la Intendencia para realizar esa marcha, sin embargo los estudiantes llegaron igual. En las calles y en las redes sociales se dejó sentir el ambiente de combate que marcaría el día completo.

Durante todo el día, el centro de Santiago se mantuvo en alerta, el resguardo policial convertido en represión alcanzaba casi cada esquina, y el control de identidad plasmó el recuerdo de días peores.cabro shicvo

Vencer el miedo

“Les pediría a los ciudadanos de la Región de Metropolitana que eviten ir al centro de Santiago, con el dolor de mi corazón lo digo, porque no es el Chile que queremos construir”, afirma Zalaquett en CNN.

“El ministro Hinzpeter nos dijo que nosotros seríamos responsables de la muerte de un estudiante o de un carabinero si eso ocurría hoy”, declaró Camila Vallejos, presidenta de la Fech en 2011. La intransigencia y la negativa a dar permiso para marchar fue la chispa que enfureció a los estudiantes que llevaban meses en paro. Francisco Figueroa, vicepresidente de la Fech ese año, recordó que era un momento difícil para llamar a marchar. «Era complicado, porque era convocar a los estudiantes a ser reprimidos, algo súper fuerte”, recordó.

Las condiciones en que se encontraba el centro de la ciudad advertían que no sería un día fácil. Para salir a la calle había que vencer el miedo. La sensación de Estado de Sitio abrumó hasta a los más rebeldes.

Pero el miedo se venció a pesar de la represión a la primera marcha: los estudiantes universitarios no declinaron y convocaron a marchar en la tarde otra vez. La cita se mantenía a pesar de saber lo que se venía. Por primera vez, la generación nacida a fines de los ochenta y a comienzo de los noventa, sintió lo que alguna vez sus padres sintieron: el miedo. Pero igual salieron a las calles.

“Los estudiantes no son dueños de este país”

lushacallejeraPara Alberto Mayol, sociólogo, “el cuatro de agosto fue el día más importante del ciclo, fue el momento en que toda la energía acumulada durante el año a través de las movilizaciones se transformó en una pragmática política intensa”. La importancia de esa día radicó, según Mayol, en la demostración de apoyo y masividad. “Se logró en ese momento hacer sentido a la ciudadanía, se logró la sensación de que Chile efectivamente podía vivir materialmente lo que se había manifestado como una utopía” agregó el experto.

Ese día, el entonces vocero, minitrso secretario general de Gobierno y primo del presidente, Andrés Chadwick, declaró a los medios que “los estudiantes no son dueños de este país”, en un intento por marginalizar la protesta ciudadana y encapsular el conflicto. Sin embargo el apoyo masivo y el posterior “caceroleo” imprimió lo que las encuestas después reafirmaron: más del 70% de los chilenos apoyaba las demandas de los estudiantes.

Ese día, los dirigentes de la Confech se reunieron y algunos luego fueron a la Fech. Figueroa recuerda que al ver la tele “mostraban a un grupo de apoderados, se veían por la edad, personas adultas, viejitos, con un par de cacerolas. No eran más de tres a cinco personas en Plaza Italia caceroleando”. Según el ex dirigente, esa imagen fue la que inspiró el posterior llamado a cacerolear a través de la cuenta de twitter de la dirigenta Camila Vallejo.

Este acto marcó un vuelco en la violencia de ese día. Ya no sólo eran los estudiantes en las calles, sino también los padres. En todo barrio, en comunas centrales y periféricas, todos salieron con el cucharón y la olla. Los limones para paliar el gas lacrimógeno caían desde los balcones de Santiago Centro, como una señal de apoyo desde las alturas. Los jóvenes resistían, los padres metían boche.

Francisco Figueroa relata que finalmente ese día lo que estuvo en juego fue “el inicio del periodo en que el Gobierno abordaba el movimiento estudiantil ya no desde el ministerio de Educación, sino que desde el ministerio del interior y empezaba a tratar el tema como un problema de seguridad pública”.

Según el ex dirigente y autor de “Llegamos Para Quedarnos, Crónicas del movimiento estudiantil», en ese momento se dio un giro en que “el Gobierno se volvió incapaz de someter al movimiento en sus términos, de domesticarlo, pasó a la decisión de utilizar como único recurso, la fuerza física, la represión”. El periodista recalca: “fue un fracaso de la política del Gobierno, para tener una salida al conflicto en sus términos”.

Recordar para el ahora

Francisco Figueroa enfatiza en que no es positivo idealizar lo ocurrido el 4 de agosto. El dirigente recuerda que “fue la primera convocatoria separada entre universitarios y secundarios, y para algunos eso fue un primer tropiezo de la movilización, entorpecer la muy deseada unidad que se empezaba a trizar”. El entonces vicepresidente de la Fech recuerda que temían que esa jornada fuera poca gente, ya que varios estudiantes estaban en sus regiones y había pocas condiciones para convocar a asambleas.

Tanto Figueroa como Mayol aseguran que el mayor logro fue hacer de la educación pública una demanda nacional, compartida por todos.cacerolazoo Pero ambos también analizan los problemas a los que los estudiantes se ven enfrentados actualmente. Alberto Mayol aseguró que “hay una incomprensión de parte del movimiento estudiantil de los factores que le dieron éxito en 2011” y agrega que “hasta ahora, la gestión política posterior al 2011 del movimiento estudiantil ha sido deficitaria”

Figueroa señaló que “hay que recordar la importancia que tenía en ese momento para la fuerza que tuvimos, la autonomía que teníamos las organizaciones estudiantiles”.

Asimismo, agregó que “me preocupa ver a organizaciones de secundarios hoy, como la CONES, tan subordinadas a la iniciativa del Gobierno, porque yo creo que lo bueno del 2011 fue no concebir el movimiento estudiantil como correas de transmisión de la burocracias partidarias, que más encima están corrompidas a más no poder».

En ese contexto, Figueroa recalca en que “el 4 de agosto fue un día gris. Debería ser un día para reflexionar, pero no para celebrar. Lo único que justifica recordarlo es que el 4 de agosto sigue ocurriendo y aún no se resuelve a favor de los que entonces fuimos más. Nos queda mucho por hacer”.

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