¿Por qué la Nueva Acción Universitaria es necesaria en la FEUC?

A la distancia, las cosas se ven con más claridad. Es una paradoja a la que me veo enfrentado cuando me informo sobre las elecciones de la FEUC. Voy a compartir mis reflexiones sin ninguna pretensión académica, sino que más bien como un chileno preocupado.

Por un lado, resulta claro que el ciclo de movilizaciones comenzado en 2011 terminó. Chile vive en estos días un rebrote conservador que ha vuelto a las calles, tras muchos años, con marchas que defienden el modelo educativo. El Gobierno actual, en el que muchos amigos y compañeros de ruta pusieron su confianza, muestra por un lado que el sistema político-constitucional impide vincular las demandas sociales y las políticas públicas de forma constructiva, y por otro lado, cae en errores no forzados generados por las contradicciones internas de una coalición política que vuelve al poder sin ninguna autocrítica por su anterior rol al mando del Ejecutivo.

La generación política detrás del movimiento estudiantil, transversalmente en lo temporal e ideológico (siempre en el campo del centro hacia la izquierda), debe hacerse cargo de un grave error: pensar que habíamos cambiado el sentido común de una mayoría amplia de la población. Los hechos están mostrando que las décadas de democracia de baja intensidad y ultra liberalismo acabaron por seducir y convencer a sectores nada minoritarios de la sociedad chilena que ley del más fuerte y la supuesta libertad de elección son la llave para el desarrollo y la justicia. Avanzamos, sin dudas, pero cuando de la instalación del problema pasamos a la construcción de respuestas, los fantasmas del pasado se colocan en el camino.

Considerando entonces, la impotencia del actual Gobierno y la permanencia del sentido común neoliberal en amplios sectores de la sociedad, queda claro que el rol del movimiento estudiantil, como parte del movimiento social por la educación, es en este momento histórico: 1) preservar la memoria del último ciclo de movilización, para no perder lo avanzado; 2) volver al trabajo de persuasión, diálogo y construcción de diagnósticos y propuestas, apuntando a convencer a la opinión pública (y no asumir que están convencidos); 3) recuperar la humildad y la articulación con los demás actores del mundo educativo, incluyendo un nuevo acercamiento a las instituciones internacionales y el activismo transnacional y 4) generar cambios a los gobiernos universitarios para volverlos democráticos y participativos.

En estas prioridades durante este año solo ha sido la FEUC liderada por la NAU que ha avanzado. Una de las mejores muestras es la campaña Quiero Educación Pública, que combina los tres puntos mencionados (comienza con la base teórico-práctica de las movilizaciones desde el 2011; busca convencer de la necesidad de la educación pública a nivel popular y se articula con organizaciones internacionales). Asimismo, ha logrado mantener un saludable equilibrio entre criticar al Gobierno ante sus pasos en falso y participar de las instancias donde se pueden obtener resultados, como fue la derogación de los artículos del DFL2 que prohibían la participación estudiantil. Con respecto al gobierno universitario, ha sido la Nueva Acción Universitaria que desde 2008 ha puesto el tema sobre la mesa en la UC y ha mantenido el Encuentro Universitario como un espacio de articulación inédito desde la intervención militar de la Universidad.

Queda como tarea pendiente del conjunto del movimiento social integrar como demanda principal el derecho a la educación y al aprendizaje a lo largo de toda la vida. Es decir, superar el paradigma dominante de la educación como un asunto exclusivo de los niños, niñas y jóvenes. La verdad es que el ser humano a lo largo de toda su existencia enseña y aprende en comunidad, y la demanda del movimiento social que busca garantizar este derecho debe ser consecuente en ese sentido.

Por la capacidad de seguir y emprender la senda señalada anteriormente es importante el triunfo de la NAU sobre el Movimiento Gremial, al que no le dedico más que esta mención porque todos sabemos qué representa: la imposición de un sistema político-económico por la fuerza y su cristalización en un proyecto constitucional autoritario que aún sufrimos.

No puedo estar en carne y hueso por estar lejos, pero tampoco me correspondería como egresado. Es sana la renovación. Pero sí puedo apoyar con estas palabras y reflexiones al movimiento que puede construir una #UCparaTodos