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Evelyn Gómez, denunciante de Tito Fernández: “Lo más importante para mí hoy es que reconozca que con sus rituales justificaba sus violaciones”

Publicado: 11.01.2021

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Hace poco más de dos años, cuando Evelyn Gómez (37) dio la primera entrevista, junto a dos mujeres, que destapó los abusos sexuales de los que fueron víctimas por Humberto Baeza, más conocido como “Tito Fernández”, no se imaginó lo que vendría. Se le desmoronó la vida, los pilares en los que había descansado gran parte de los últimos años. En ese momento no estaba preparada para darse a conocer públicamente como sí lo ha querido hacer ahora. Dice que se siente mucho más preparada, que ha adquirido herramientas para reconciliarse con ella misma y continuar, pero, sobre todo, que tiene una red de apoyo que ha estado durante estos años sosteniéndola en los peores momentos.

Hoy, sentada en un café de Providencia y convencida de las atrocidades que cometió el ex líder de la “logia Tallis”, confiesa que la indignación y la impotencia de seguir escuchando que ellas son responsables por ser mayores de edad es algo que la descoloca y que no puede dejar pasar. “¿También tenemos responsabilidades dentro de una violación? ¡Es el colmo de machista y descabellado!”, expresa.

Este proceso ha sido sumamente desgastante para Evelyn. En julio de 2020, Baeza fue formalizado por abuso sexual y violación y quedó en prisión preventiva, pero, a las semanas, salió en libertad por decisión de la Corte de Apelaciones. Hace pocos días la Fiscalía Centro Norte adelantó que pedirá 34 años de presidio en su contra y el próximo 26 de enero tendrá lugar una audiencia dentro de la preparación del juicio oral. Es por eso que hoy Evelyn busca que el ex líder del Centro Integral de estudios Metafísicos (CIEM), del que participaba ella y sus dos compañeras, reconozca el contexto de ritual con que justificaba todos los actos de agresión de los que por años fueron víctimas.

-¿Cómo ves la defensa que ha tenido hasta ahora Fernández?

Su estrategia ha sido ir reconociendo todos los hechos menos el delito, que los entiende como un acto sexual consensuado como un amorío. Él no quiere reconocer sus violaciones en un acto de ritual, donde además de la intimidación psicológica utilizaba un arma blanca. La pregunta que todos se hacen es por qué en un motel y la respuesta está en el contexto de “prueba al discípulo”. Él siempre hablaba de las logias masónicas etc, porque todas las logias se mueven en pruebas para sus discípulos. Él hablaba de pruebas en que uno tenía que encerrase en un cajón a oscuras, simbolizando un funeral. Cuando me dijo que el encuentro iba a ser en ese lugar, siempre estuve pensando en la prueba. En mi realidad, no vi otra cosa posible. Fue muy ingenuo. Me llega a dar vergüenza decirlo porque hay un grado grande de ingenuidad. Jamás pensé que era posible este acto de violencia, porque si no nos entregábamos al maestro teníamos que suicidarnos con una daga, aquí, haciendo un juramento (muestra debajo del mentón).

Evelyn a los 27 años.

-Hace unos días su abogado citó esta frase: “la legislación chilena solo contempla estos casos como delitos para los menores de edad y no para adultos, porque lógicamente los adultos donde son mujeres ya viejas, tienen el deber de comportarse responsablemente”. ¿Qué te parece a ti?

Que es el patriarcado en la justicia, donde la mujer siempre tiene la culpa, donde era nuestra responsabilidad discernir lo depredador que era este sujeto. Entendí que en la justicia chilena cualquiera puede ser inocente, hay una brecha muy amplia y está muy vieja la ley para la realidad que hoy vivimos como sociedad. Creo que él esto lo tenía súper planeado y quizás cuántas veces lo hizo porque su escuela tenía 25 años cuando yo llegué. Había mujeres de todas las edades en la logia Tallis, una mujer tenía más de 50 años, que era su brazo derecho. Yo era la más chica.

-¿Cómo ha sido sobrellevar este proceso judicial?

Ha habido días en que he despertado y he querido desaparecer, sobre todo, porque es un tema público y te encuentras con que están hablando barbaridades, hablan de ti y ni te conocen, cambian las historias. Esas cosas son agotadoras. Todos subestiman las investigaciones y los recursos que han dispuesto en esta causa, en donde una entidad gubernamental después de un año de investigación encuentra que las pruebas son suficientes para enjuiciar a este sujeto. Soy ignorante en el tema, pero sabemos que hay resquicios legales para todo tipo de delito. Finalmente, la causa dependerá del criterio de un juez y su sensibilidad con la reivindicación del género femenino.

-¿Te contactaron para hacer entrevistas en este tiempo y contrarrestar la versión que fue instalando él?

Directamente no, pero sí a través de Alejandra Matus tuvimos propuestas y no quisimos. Ella sabía que no queríamos porque, no sé, en ese momento no era adecuado, ahora tampoco sé si lo es porque mi interés es sanarme y la prensa a veces te expone más de lo que te ayuda. Quiero que este caso se cierre y continuar mi vida. Por ejemplo, cuando me llegó la declaración del abogado, tras la solicitud de la Fiscal, me remeció fuerte. ¿Cómo podemos estar en el año 2021, después de toda la revolución feminista y seguir escuchando a estos hombres machistas dar tan aberrantes declaraciones? ¿Cómo saca una cita de la justicia chilena aludiendo que la “mujer es responsable de comportarse responsablemente”?

-En el caso de Antonia Barra durante el juicio el abogado hizo lo mismo al justificar la violación de Martín Pradenas. ¿Te sentiste identificada?

Total, y mira más que el juicio, porque evito ver las noticias por salud mental. Estaba en un grupo feminista con las que pasamos el año nuevo del 2020 en la Plaza Dignidad entregando cenas gratis, de este grupo me salí después porque me hacía muy mal leer todos los días un caso de violación, abuso y asesinatos en contra de las mujeres, lo que no favorecía mi proceso psicológico y psiquiátrico de reparación. Es inevitable al escuchar casos que les pasan a las compañeras no entrar en la revictimización. Al ponerme en el lugar de Antonia, se me pararon los pelos porque pude sentir lo que la motivo a suicidarse, siento que fui más cobarde al no hacerlo. Algunos me dijeron que fui valiente, no sé, pero pude haber sido yo. Y qué pena que tengamos que estar suicidándonos para que la gente nos escuche, para que la justicia tenga “ganas” de invertir recursos para una investigación, y que finalmente sensibilice con la víctima para enjuiciar al culpable.

“No existen los líderes espirituales”

Después de años, Evelyn pudo atreverse a contar a su círculo cercano lo que estaba viviendo. Fue doloroso. No encontraba el momento para contarlo, lo intentó una y otra vez en reuniones familiares. Toda su familia sabía que él era su maestro con el que compartía frecuentemente. Él, incluso, ha hecho referencia que una de las víctimas lo había invitado a su matrimonio. Esa persona es Evelyn, que, en realidad, nunca quiso invitarlo, confiesa hoy. “Fue mi marido que todavía no sabía lo que estaba pasando. Cuando nos casamos yo todavía no abría esta caja. Yo decía que no, pero entre explicar el por qué y pedir que nos casara nuestro maestro, preferí agachar el moño”, relata. Cuando entregó ese parte, deseaba recibir cualquier excusa de su parte para que no asistiera a la ceremonia. Él, de hecho, iba a liderar la ceremonia. “Por las cosas de la vida, dos días antes nos dijo que no podía, que le había salido un evento”, cuenta sobre el alivio que sintió.

-Dentro de estos círculos, ¿se ha derrumbado la imagen de Tito Fernández o hay gente que lo sigue defendiendo?

Sí, claro que lo siguen defendiendo, echándonos la culpa a nosotras. Yo tenía 27 años y mi rol era ser la secretaria del maestro. A él le gustaba incomodar a la gente, que se pusiera celosa, siempre te mandaba a hacer tareas que según él eran para poner a prueba a los discípulos. Recuerdo muy bien una de esas situaciones. Me dijo que me metiera a su bolso mientras él iba al baño y le sacara las cosas para hacer sus sesiones. En ese tiempo como no podía contradecir al maestro, lo hice y fue una revolución para las 30 personas que estaban presentes y que llevaban muchos años en la escuela. Imagínate, quién era yo que me venía a meter en el bolso del maestro, eso decían. Y yo decía “bueno, si él me lo pide, lo voy a hacer”. Ahora me he enterado de que casi era que estaba enamorada de él, algo que era súper ilógico. La gente que me conoce de niña, sobre todo en ese tiempo que era súper loca, buena para el carrete, veían a mis pololos y parejas, y era evidente que un abuelo no era mi tipo, imagínate.

-¿Cómo lo ves desde tu presente?

Me da pena la verdad. Mi terapia para sanar este proceso ha sido mirar mi historia. Cuando uno carece de afecto porque tus papás tienen otras necesidades, te vas dando cuenta de varias cosas. Yo nací con un papá alcohólico, con muchas carencias de todo tipo, buscando validación para ser aceptada. Veo el resultado de querer ser importante, de querer hacer el bien. Siempre sentí devoción por dios, porque fui por mucho tiempo católica y hacía misiones a la Carretera Austral. Hoy con 37 años te puedo decir que no existen los líderes espirituales, eso es de la vieja escuela. No existe un liderazgo piramidal, lo que existe es el compartir, el abrirse, el circular, el espejearse en el otro. Hoy no sigo a nadie, me sigo a mí misma y le hago caso a mi guata y a mi corazón porque me he dado cuenta que son siempre los que me han dado las señales que nunca quise escuchar por seguir al otro.

-Y, ¿estabas vinculada al catolicismo desde el colegio?

No, fue desde los 13 años en adelante, pero no en el colegio. Participaba en una capilla que quedaba cerca de mi casa.

¿Por dónde?

En Estación Central.

-¿Por qué comenzaste a ir?

Siempre mi refugio fue la espiritualidad para darle un sentido a mi vida, para poder superarme, salir adelante. Cuando llego a este lugar y me veo para atrás me dan ganas de ir a abrazarme. Yo tampoco era una blanca paloma o decir que era inmaculada, era un ser humano común y corriente, tenía una personalidad bastante extrovertida porque fue mi manera de sobrevivir en la jungla. Era muy ingenua, creía en todo lo que decía la gente, no tenía doble lectura. El ser católica muchos años sembró en mí el condicionamiento cultural del “líder espiritual” en dónde le contabas tu vida al cura y la mayor parte de tus decisiones o actuar tenían que ser visadas por este líder para ser aceptada, siempre vas al ritmo del líder. En un momento me quedó chica la espiritualidad católica, me aburrí que dios fuera tan castigador, siempre pensé que podía ser más benevolente.

-¿Dónde te fuiste ahí?

Empecé a leer metafísica, Conny Méndez, los “4 en 1”, un libro literario muy clásico cuando uno está en su despertar espiritual. A través de la metafísica y de una amiga que conocí en el instituto cuando estudié secretariado, que era bien esotérica, empecé a conocer estas prácticas, como a creer que la vida podía ser mejor, que se podía decretar para cambiar tu realidad. Yo era súper pobre cuando niña, entonces, poder soñar con cosas que para ti eran muy imposibles, de poder tener una realidad distinta y, que, a la vez, uno pudiera hacer el bien a otro. Así fue como llegué a esta escuela.

Evelyn en manifestación contra Tito Fernández afuera del centro de justicia.

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Violencia de género en el mundo esotérico

Evelyn cuenta que viene llegando de un viaje a La Araucanía donde le hubiese gustado que no pasara, pero se enteró de casos de funas y violencia de hombres que ejercen algún liderazgo espiritual hacia las mujeres. Vivirlo en primera persona le ha dado otra mirada para entender cómo se van gestando estas situaciones, desde la dependencia emocional y el poder que estas figuras validadas en esos círculos ejercen sobre ellas.

-¿Qué particularidades tienen estos espacios? ¿Cómo se fueron esas dinámicas de violencia?

Por lo que puedo ver en este mundo en el que me sigo moviendo, ahora que me estoy reconciliando, porque hubo un tiempo que no creí en nada, sí veo a muchas personas que tienen mucha dependencia emocional, carencias de infancia, proyectos y relaciones fallidas, malos empleos, problemas con los hijes, entre otros, sienten que por ellos mismos no pueden dar solución a sus problemas y muchas veces buscan consejos y ayuda en “un otro”. En mi búsqueda posterior para sanarme de esta historia de Tallis, tuve la oportunidad de conocer a la “Maestra” de mi terapeuta y a un Doctor que por mucho tiempo salió en la TV. Cuando ella supo mi historia me dijo que jamás iba a poder sanar ni liberarme de esto. Comenzó a sentenciarme y a decirme lo que tenía y no tenía que hacer. Fue como escuchar al “Falso Maestro” de nuevo. Esa fue la primera vez que me atreví a decirle a un “líder” que no. Ella al ver mi negación me trató súper mal, me hizo sentir tanta rabia y pena. A los pocos días le hablé a mi terapeuta por WhatsApp y le dije que por favor mirara dónde estaba metida. Ella era una mujer de unos cuarenta y algo años. Me vi a mis 27 años con este sujeto (Tito Fernández). Ella hacía todo lo que esta maestra decía, ese poder decretar que vas a estar bien o mal, que no vas a salir nunca de “algo”, va generando dependencia.

-Van concentrando una verdad y así reproduciendo jerarquías… Te parece una estructura que va originando la violencia, ¿o no?

O sea, cuánta gente ha ido a leerse el tarot y uno está feliz con su vida y la tarotista te dice tres cosas y uno queda súper espirituada. Yo hoy creo en la energía y en el poder de la mente, pero cómo vas a crear tu realidad si te quedaste con esa sensación que otro te transmitió. Una buena terapeuta holística no te va a decir lo que te va a pasar, te va a dar luces por dónde caminar, te va a guiar desde el amor, la empatía, no te va a decretar la fatalidad. Cuándo creemos que otro tiene las facultades para hacerse cargo de algo que nosotros no queremos nos exponemos a la dependencia y a caer en manos de depredadores, que fue lo que con mis compañeras vivimos.

-¿Sigues manteniendo relación con ellas?

Solo con dos, y más con una solamente porque a las tres nos ha costado mucho sanarnos de esto. Ellas todavía están dolidas con este mundo más espiritual.

-¿Se alejaron de estos espacios?

De todo, las dos están bastante alejadas. Yo he seguido con mis cosas, conectándome con la naturaleza que es lo que me mueve. Ellas todavía están bastante afectadas por esta situación, por lo que es inevitable no ahondar en este tema cada vez que nos vemos, como por ejemplo hablar del proceso judicial y los argumentos machistas del agresor y defensores. La verdad es que yo evito hablar de esto con ellas porque nos vamos en lo profundo y recordamos cosas que, en particular, tenía súper bloqueadas.

-¿Cuándo se vieron por última vez?

Antes de la pandemia creo, ah no, nos juntamos en agosto del año pasado. Siempre estamos en contacto, aunque yo hace poquito me salí del grupo de whatsapp que teníamos las tres, porque me aburrí de leer todas las noticias que salen respecto a este caso. De hecho, me enteré por ellas de las declaraciones que dio este abogado.

-¿Por qué? ¿Qué impresión tienen ellas de eso?

No, no lo profundizamos porque yo estaba fuera de Santiago y evitamos hablar de estos temas en profundidad por whatsapp (se queda en silencio). Pero debe ser la misma que de mi abogado. La Fiscal que nos tocó estuvo un tiempo escéptica porque la historia contada en resumen no es cuerda para la realidad y el condicionamiento cultural en el que vivimos. A medida que fue investigando, viendo las pruebas, en más de un año de investigación, en un momento dijo que esta cuestión era dantesca, tétrica. Sabes, cuando una persona es violada en la calle siempre tiene miedo después a salir, no quiere andar sola en la noche, ya no se quiere poner falda. Para nosotras ni siquiera era solo salir a la calle, era con quien conversamos, a quien le contamos nuestras cosas, con quien vamos a tomar terapia. Yo por casi 10 años intenté olvidarme de esta historia. La última vez que fui violada quedé en shock, fue tan fuerte que él me pidió perdón. Se tocaba la cara y me decía que no sabía qué le había pasado, que lo perdonara. Me fui llorando a casa, a bañarme como si me quisiera sacar la piel, me sentía sucia, no sabía con qué cara miraría a mi pareja y tenía una dualidad de rabia contra el “maestro” y también de angustia por no saber cómo decirle que no quería ser más su discípula y que me diera la libertad. Pensaba que si abandonaba al maestro me pasaría una desgracia.

-Y, ¿qué hiciste en ese momento?

Tuve que ir a pedirle permiso para que me liberara, ni siquiera pude decirle “viejo culiao, me violaste” o desaparecer. Tuve que ir a su casa con el rabo entre las piernas para pedirle que me diera mi libertad energética porque parte de su lavado de cerebro era esto: nadie podía salirse de su logia si no pedía su libertad, de lo contrario había un amarre para toda la vida donde “el discípulo quedaba en sueño”.

-¿Qué te hizo entender después que nadie te tiene que dar acceso a esa libertad?

Fue una experiencia que no ha pasado en vano. Para sanarme, parte de mi proceso reparatorio fue mi psiquiatra, porque entendí que no me podía sanar de esto con más terapias holísticas. También tenía mucho miedo. En un momento probé medicina chamánica y sentía que todos querían mi energía sexual, por lo tanto, me exponía a ser nuevamente violada. Entendí que ese no era el camino y mi psiquiatra y psicóloga del CVS [Centro de Atención a Víctimas de Violencia Sexual dependiente de Sernameg], ese tratamiento tradicional con expertas en violaciones me hizo muy bien, para poder ir entendiendo la herida, porque yo no podía dormir, tenía muchas pesadillas, estaba con un nivel paranoico total.

-¿Hubo algún momento en que te alejaste de esas redes?

Sí, me alejé, pero pasó que justo en este proceso abrí el camino para transformarme en doula, que es acompañar a las mujeres en sus partos y siento que eso me sanó mucho porque fue la primera vez que encontré una red sorora. De alguna manera, esta vulneración que sufren las mujeres al dar a luz o al gestar hizo también entender mi propia vulneración. Hace tres años que me dedico a esto.

-Me comentaste que hiciste un viaje hace poco al sur del país, donde pudiste enterarte sobre otros casos de abuso en estos espacios.

Sí, es que el liderazgo espiritual siempre ha sido de los hombres: los sacerdotes, el chamán, el gurú. Siempre hablamos de él. Me ha tocado saber de mujeres que han sido violadas en lugares chamánicos en búsqueda de visiones, en el contexto del yoga, en terapias higienistas o en masajes de relajación, entre otros y no solo en Pucón, donde fui, si no a lo largo de nuestro país. Es algo sabido, pero no se atreven a denunciar porque denunciar en Chile es algo súper complejo por la ley. Ya lo dijo este abogado machista, no se va a penar a un hombre cuando la mujer es adulta porque es la responsabilidad de cada una comportarse adecuadamente. Segundo, estamos en una época de transición del feminismo, hoy tengo la fortuna de poder hablar de esto, pero estamos en pañales.

El presente

“Desde los 22 años que ando en una búsqueda personal”, admite Evelyn. La herida que se abrió en ese momento cuando se desmoronó lo que había construido espiritual y emocionalmente, requirió de mucha voluntad para volver a mirarse. Una terapia psicológica que ha sido fundamental hasta hoy, que pronto ve que pueda cerrar como parte de un ciclo. Se siente con herramientas propias, lo que ha sido parte de esa búsqueda.

-¿Cómo pudiste ir rearmando tu vida personal a partir de eso?

(Silencio) No tengo la respuesta in situ. Siento que mi marido fue un pilar fundamental, a pesar de que él no sabía de las fechorías de este maestro hasta que yo le conté, que fue casi obligada porque en una terapia la persona vio mi abuso y lo primero que hice fue decir que no, lo bloquee y no quise contar. Como esta terapeuta conocía a mi pareja me preguntó si él estaba al tanto, claro que no, y me sugirió contarle. Allí me di cuenta que debía contarle, no estaba para nada en mis planes contarle a él ni a nadie, menos dar una entrevista sobre esto, imagínate. Mi vida se derrumbó al contar esta historia, en ese tiempo perdí mi trabajo en una escuela reconocida de Asthanga Yoga debido a mi depresión, ya que a causa de esta depresión no podía cumplir con las expectativas que el director de la escuela tenía en mí. El día que supo que me darían mi licencia psiquiátrica me despidió.

Lo que si recuerdo fue un encuentro en Perú, con más de 500 mujeres de todo el mundo, realizado justo antes del estallido socia. En ese encuentro había muchas lindas mujeres en el ámbito espiritual y de reivindicar el “Sagrado Femenino”, todas circulando alrededor de una chacana, en medio de ceremonias y rezos por los cuatro elementos. Aquí sentí lo que hace mucho tiempo andaba buscando, necesitaba estos espacios de conexión en donde a la vez no había ningún líder, porque juntas éramos el encuentro.

-¿Qué es lo más importante hoy para ti?

Que él reconozca, si fue capaz de liderar una escuela de conocimiento por 25 años, si tiene un grado de humanidad, que reconozca los hechos como fueron, que reconozca que me violó, que todo esto fue en un contexto de ritual, que a través de sus rituales él justificaba sus violaciones, que los encuentros no eran porque estábamos enamoradas de él, que pueda reconocer que era el maestro. Claramente él siempre supo lo que estaba haciendo y era su fachada de depredador. Los años de condena es de la justicia, por mí que se muera en la cárcel.

Él una vez dijo cuándo se salió la primera integrante de la logia Tallis, y estuvo cagado de miedo, en el año 2010 o 2011, porque sabía que alguien podía ir a la prensa a contar lo de esta logia. Dijo en ese momento, no fue un comentario, fue una orden que nos dio: “Si esta persona llega a contar, nosotros lo vamos a negar hasta la muerte”, nos dijo eso para que ella quedara como ‘loca’. Hace tres años cuando me encontré con esa mujer, le pedí perdón, porque si ella hubiese hablado en ese tiempo, yo le hubiese hecho caso al maestro.

-Cambió esa perspectiva…

Completamente, y también cambió sobre la de una amiga muy íntima que el marido la trataba de ‘maraca’ y yo de alguna manera le encontraba la razón a él, es que el condicionamiento cultural es muy grande. Las mujeres casadas que son violadas por sus maridos, por sus pololos… hay dependencia. La señora de este sujeto decía es que ‘una mujer no se deja violar siete veces’, es que una mujer nunca se deja violar, la violación sucede…

-Y, en términos personales, ¿qué buscas ahora?

Creo que siempre estamos en crecimiento, en constante evolución, en distintas etapas y me siento en paz porque logré volver a conectarme con lo que creo, que se ha ido transformando en algo más amplio y hermoso. Creo que nadie puede buscar afuera lo que no tiene adentro, que cada uno es dueño de su realidad. Aunque suene cliché, creo que el poder del amor todo lo sana y hoy estoy enamorada de la vida. Pensé tres años en la muerte. Hablo de tres años porque cuando ocultas la historia es porque crees que puedes sobrevivir con ella, pero cuando la abres y la vida se te derrumba, quieres morirte. ¿Quién nos cree? ¿Cómo le explico lo que siento a mi familia?

-En ese proceso, ¿cómo te ha ido acompañando tu familia?

Yo sé que están conmigo, pero no hablamos del tema. Siento que, de alguna manera, ha costado entenderlo. Se enteran por la prensa y me llaman. Los comprendo porque es parte también del condicionamiento cultural. He estado con mi marido más interiorizada en esto, con amigos y amigas.

Encuentro de mujeres en Perú.

-Y las mujeres que guías en los partos, ¿se abren a contarte situaciones similares?

Sí, ellas y amigas. Tengo amigas en estos ámbitos de terapias alternativas que son terapeutas, otras que son dulas como yo y todas tienen algo que contar. Muchas hablan también de sus abusos. Muchas hablan de sus abusos, no necesariamente en un ámbito esotérico ni místico. Cualquier mujer puede contar con una doula, no necesariamente una mujer abusada. Las doulas estamos para acompañar psicoafectivamente a la mujer en este proceso de transformación y brindarle información que la aleje de la violencia obstétrica. Para esto nos basamos en evidencia científica, en mi caso, la del doctor francés que se llama Michel Odent que tiene muchos estudios para explicar el ambiente seguro de un parto, gracias a la fisiología. Ahora las historias que escucho desde que cuento mi propio testimonio son millones, y los relatos son variados y estremecedores.

-¿Crees que todavía no se ve con lupa lo que está pasando en estos espacios en términos de la violencia que sufren las mujeres?

Total. Mira, yo también en este mundo he conocido a personas hermosas, no todo es malo, terrible y oscuro. Pero hoy la mayoría de los terapeutas hacen un curso de x y al otro día están haciendo veinte cursos de x y yo no sé cuánto han probado esa terapia en ellos o cuál es la profundidad o el interés real de esa persona de acompañar a otros y que no sea un interés superficial como por ejemplo el dinero. Antiguamente las sectas se daban en contexto de montañas, alejados de la vida social. Hoy existen un sin fin de sectas itinerantes en donde las personas se reúnen una o más veces por semana, en donde hay un líder que les dice qué, cómo y cuándo hacer ciertas cosas. En donde el alejamiento que hacen es el creerse superiores y mirar al resto como “mundanos o profanos” y creer un cierto merecimiento por haber llegado a un lugar de conocimiento. Por lo mismo es un caso inédito en Chile, no sé en otros países, pero le digo a la Justicia chilena y la del mundo que muchos delitos, sobre todo de violencia sexual se justifican con fines espirituales. Hoy hay una prostitución espiritual también, esa idea de “aprendo esto y lo enseño y ya”, pero, ¿cuánto lo hemos vivido nosotros mismos?

-¿Qué mensaje le transmitirías desde tu experiencia a las mujeres que lean esto?

Espero profundamente que todas las mujeres que hayan o estén viviendo una historia similar, o que hayan sido violentadas sexualmente en un contexto de abuso de poder, sin importar su edad, porque esto lo pueden leer mujeres mayores que en su juventud vivieron algo similar dentro de una búsqueda, ya sea la iglesia, Krishna, Yoga, misticismo, esoterismo, etc., porque nadie está exento, puedan contar sus historias, nunca es tarde para sanar, de paso alertamos a nuestras generaciones más jóvenes de estos hechos para que estén atentas.

Sé que es difícil abrir estas memorias de traumas, quizás no todas quieran llegar al nivel judicial porque es terrible, tampoco sé si lo recomendaría porque es un proceso agotador. En el CVS hay más de 100 casos de mujeres mayores de edad que sufrieron violencia sexual esperando justicia penal, muchos de ellos prescriben o no cuentan con las pruebas necesarias debido a su edad. Llevo tres años buscando sanar y reparar esta historia. Miremos con intuición y lógica a todas nuestros terapeutas, no son dioses, y de alguna manera uno presiente su energía, pero el convencimiento de estos seres anula nuestra voluntad y cedemos el poder. Cuando te encuentras con un terapeuta o maestro que domina tu vida, te dice qué, cuándo y cómo lo tienes que hacer o visar una decisión por miedo a equivocarte, por favor abre los ojos y sal de ahí.

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