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La elección en Holanda nos anuncia el futuro

Por: Cesar Yañez | Publicado: 17.03.2017
La elección en Holanda nos anuncia el futuro Mark Rutte |
Las opciones socialistas no recogieron nada de la nueva sociedad del siglo XXI. Cuando se pierde la credibilidad es muy difícil recuperarla, y la izquierda tiene que volver a pensarse a ella misma. La “tercera vía” de los años ’80 del siglo pasado fue jubilada del parlamento holandés de una plumada.

El 15 de marzo de 2017 los holandeses concurrieron a votar para elegir sus representantes políticos. La fecha es importante recordarla, porque posiblemente sea la última vez que el mapa electoral surgido de las elecciones refleje el pasado y el futuro a la vez.

También es importante una mínima explicación del sistema electoral de Holanda, que tiene un régimen parlamentario unicameral con representación proporcional. Deberíamos decir radicalmente proporcional, ya que basta menos del 1% de los votos para que un partido tenga representación en el parlamento. Lo que es un incentivo para las minorías.

De los resultados electorales, antes de hablar de la derrota de la extrema derecha, que es lo que todos esperan, hay que señalar el éxito de participación (de un 82%). Esto va a contra corriente de lo que estaba ocurriendo en las últimas elecciones a nivel mundial, en que la desafección con los partidos políticos lanzaba a muchas personas a la abstención.

Los holandeses han dado dos lecciones en ese sentido: concurrieron masivamente a expresar sus predilecciones y lo hicieron a sabiendas que el resultado iba a ser una mayor fragmentación del mapa parlamentario. Lo primero señala la legitimidad que le asignan a su sistema político y lo segundo la confianza que tienen en sus políticos, a los que obligan a llegar a acuerdo para formar un gobierno estable.

Hagamos ahora una rápida descripción de los resultados atendiendo al gráfico anterior:

-Ganó la derecha liberal que gobernaba y mostraba una buena gestión económica, con lo que Mark Rutte podrá volver a liderar un gobierno, pero necesitando más alianzas que en los cuatro años anteriores. Perdió un buen mordisco de parlamentarios: bajó de 41 a 33.

-Se impidió el triunfo de la ultraderecha xenófoba, antieuropea y autocrática. Aunque Geert Wilders y el PVV -a quien las encuestas le daban la posibilidad de ser el partido más votado de Holanda, pero no capacidad de alianzas para gobernar- igualmente ganó un mordisco: 5 diputados más.

-El socialismo centro-liberal (también lo podríamos llamar socialismo democrático) que dio gobernabilidad a la derecha, entrando al gobierno de Rutte, fue quien más retrocedió: perdió 29 diputados y se quedó con irrelevantes 9 escaños. Probablemente sea este el primer indicio del futuro, que es otra manera de decir el hecho histórico más importante de estas elecciones. Desaparece, casi, un actor central de la historia política reciente de Holanda.

-Los partidos de centro (defensores del pluralismo y de fuerte raigambre democrática) subieron todos: democristianos (+6) y liberales de izquierda (+7).

-Los verdes y grupos preocupados del cambio climático doblaron sus diputados: de 15 a 30. Y el Partido Verde, del joven de 30 años e hijo de inmigrantes Jesse Klaver (un perfecto alter ego de Wilders), es el que más sube, ganando 10 diputados. Tal vez no es un hecho tan histórico como la debacle socialdemócrata, pero también nos ilumina hacia el futuro.

-El socialismo de izquierda -clásica expresión de la clase obrera- se quedó igual, perdiendo 1 diputado. Tiene sus bases sólidas, pero no encanta a nadie más.

Por último, los “emergentes” de todo pelaje entran al parlamento: animalistas con 5 diputados, el partido de los jubilados (50Plus) consiguió 4 papeletas en el nuevo parlamento y la minoría turca entró con 3. Todos ellos suman 22 parlamentarios de 150. La suma de todos ellos solo es menor que los 33 de los liberales de derecha. Una plural segunda fuerza con muchas tensiones en su interior, donde se representan muchas sensibilidades que reclaman un sitio en el arco iris de la política futura con demandas específicas.

A partir de aquí, quisiera destacar tres reflexiones que se me vienen a la mente y que he conversado con mis amigos y alumnos:

Cuando hay una amenaza a los “valores apreciados”, la gestión económica cuenta menos que en un contexto sin amenazas. La larga y profunda crisis económica de Europa ha sido bien sorteada por los Liberales de Rutte, pero eso no les ha dado argumentos para que más holandeses les voten. En realidad les votaron menos, poniéndolos otra vez como la minoría mayoritaria y en posiciones más minoritarias que antes. Obligándoles a entenderse con los que ejercieron una “oposición responsable”: democristianos y Liberales de izquierda, lo más probable. Una señal fuerte para el futuro es que los que quieran gobernar deberán ser capaces de tejer alianzas muy diversas.

Las opciones políticas autocráticas, que surgen ante la amenaza a valores tradicionales (identidad étnica, misoginia, empleo) fueron contenidas por el centro político y los nuevos valores (ecologistas y emergentes de todo pelaje). Digo contenidos y no derrotados. Wilders ha dicho que se siente “ganador de cuatro escaños” y que “esto es una primavera patriótica. Yo soy un luchador y no un populista. Nuestra influencia es grande”. La amenaza a la democracia subsiste y no se pueden bajar los brazos.

Finalmente, las nuevas sensibilidades que enriquecen la democracia en tiempos de crisis, gracias al extremo “proporcionalismo” del sistema parlamentario holandés, se expresaron sin intermediarios. Las opciones socialistas -que habían sido su casa hasta ahora-, no recogieron nada de la nueva sociedad del siglo XXI. Cuando se pierde la credibilidad es muy difícil recuperarla, y la izquierda tiene que volver a pensarse a ella misma. La “tercera vía” de los años ’80 del siglo pasado fue jubilada del parlamento holandés de una plumada.

Parece que el futuro sigue siendo incierto y más incierto que antes. La fragmentación del presente nos remite a la multiplicidad de amenazas que los ciudadanos sienten cuando ven que se derrumban sus certezas (identitarias, de empleo y de seguridad) y aún no se percibe una nueva tranquilizadora “verdad”. Creo que esto será así durante un buen tiempo aún, en Holanda y muchos otros lugares del planeta. Francia tiene la palabra, que pasará el testigo a Alemania, hasta que la historia nos convoque a nosotros en noviembre.

Cesar Yañez