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Piñera, un presidente peligrosamente incompetente

Por: Francisco Mendez | Publicado: 21.11.2019
Piñera, un presidente peligrosamente incompetente Piñera | Fotografía de Agencia Uno
Sebastián Piñera Echenique entrará en los libros de historia como siempre lo quiso, pero lo hará de una manera totalmente opuesta a como alguna vez lo imaginó. Sus mandatos servirán para enseñar a las futuras generaciones de políticos, qué es lo que jamás debe hacerse. Y cómo no deben tratarse explosiones sociales de este tipo.

En los últimos días hemos visto a quienes escapan de la responsabilidad, como también a quienes quieren hacerse dueños de un triunfo que les es ajeno. Hemos sido testigos de las acciones de los que quieren apartarse de cualquier error que se haya cometido en las cúpulas, para así parecer puros y castos frente a la calle, y de los que esperan atribuirse la conducción de conflictos que jamás han ejercido.

Desde parte del Frente Amplio y desde el Partido Comunista, de manera incesante, han buscado desentenderse de lo que se negoció la madrugada del viernes 15 de noviembre. Dicen que no les gusta el quorum para crear la nueva Constitución casi como un mantra, para luego insistir en que los movimientos sociales debieron ser convocados, una y otra vez, como si ese no fuera trabajo precisamente de ellos.

En el gobierno, en cambio, lo único que buscan es decirnos que lo que se pactó en los pasillos del viejo Congreso fue gracias al liderazgo de Sebastián Piñera. Karla Rubilar, la vocera de La Moneda, con su tono de escritora de libros de autoayuda, trata de contarnos que todo se debe a ese discurso escrito a última hora, en el que Piñera, debido a que no pudo sacar a los militares a la calle, decidió llamar a un acuerdo en torno a una nueva Constitución de manera muy poco clara.

Unos quieren alejarse de lo acordado, mientras otros necesitan usarlo para levantar una administración que ya ni siquiera da sus últimos suspiros. Y en esto último sería bueno detenerse para derrumbar algunos relatos muy poco realistas.

Para ser claros, nada de lo que se logró-porque sí, a diferencia de lo que dice mucho fanático de los triunfos morales y no de los concretos, se logró algo fundamental- tiene que ver con el poder de convocatoria de Piñera. El Presidente, al igual que todo su sector, está aún desconcertado y se niega a entender que su administración fue derrotada no en las urnas, sino ideológicamente y en el terreno de la política dura. El mandatario hoy es un cadáver errático, movido por curiosas fuerzas que aún lo mantienen en pie para no decirle que dejó de respirar hace mucho tiempo.

Por más que algunos en Chile Vamos pretendan revivirlo con palabras de cortesía hacia su persona, lo concreto es que hoy estamos frente al peor presidente que ha tenido la democracia posdictatorial chilena.  Y si bien para la derecha debe ser un gran escándalo, para quienes creemos en la política es una gran demostración de todo lo que dijimos por mucho tiempo: el ejercicio político y el economicismo no son amigos, sino más bien una mezcla catastrófica que, como ha sucedido en este mes de manifestaciones, puede convertir el rol presidencial en un peligro gravísimo.

Sí, porque Piñera es peligroso para la democracia. Su actitud poco clara, a veces autoritaria y otras desesperadamente “pacifista”, ha dado por resultado violaciones a los Derechos Humanos diarias. Aunque haya repetido hasta el cansancio que su experiencia anterior lo fortaleció para nuevamente llegar a La Moneda, diciendo que “la mejor escuela para un presidente es haberlo sido”, lo real es que no son más que frases vacías y hasta insultantes de alguien a quien no solo le quedan grandes sus trajes, sino también sus aspiraciones.

Sebastián Piñera Echenique entrará en los libros de historia como siempre lo quiso, pero lo hará de una manera totalmente opuesta a como alguna vez lo imaginó. Sus mandatos servirán para enseñar a las futuras generaciones de políticos, qué es lo que jamás debe hacerse. Y cómo no deben tratarse explosiones sociales de este tipo.

Tiene muchos bienes y mucho capital, pero lo que nunca tendrá este personaje será el respeto con que ha soñado por años.  Estas semanas nos dimos cuenta de qué es lo que no se puede permitir una sociedad democrática. Y una de esas cosas es tener a un especulador en el palacio de gobierno.

Francisco Mendez