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Opinión

La izquierda y el baile de Naruto

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 17.07.2020
Pamela Jiles no está para cargar cruces ideológicas: ella tenía que celebrar como si se tratara de la mismísima nacionalización del cobre. Tampoco está para aguar fiestas. Por el contrario, su emoción llegó al punto de adular a los parlamentarios de derecha que también dieron su voto a favor.

El baile a lo Naruto (serie de manga japonesa) de Pamela Jiles en la Cámara de Diputados, celebrando la aprobación del retiro de fondos de las AFP en un contexto de emergencia, ha sido amplificado por miles de muros de Facebook, Instagram y cuentas de Tik Tok.  Sin lugar a dudas, fue la imagen de la semana.

Se trata del gesto burlesco de una mujer proveniente de la farándula (pocos se acuerdan de su labor periodística en el programa Informe Especial) realizado en las narices de los cancerberos de un sistema que, hasta antes del 18 de octubre pasado, parecía intocable.

La danza de Pamela Jiles sacó rabiosos aplausos desde aquellos chilenos que se declaran hastiados de los puntos cardinales ideológicos (derecha e izquierda). Esos ciudadanos indómitos, exigentes y altamente desconfiados, también conocidos como los hijos de la híper modernidad, han conectado con el estilo estridente e iconoclasta de la parlamentaria humanista.

Poco importa que la diputada en cuestión no haya siquiera intervenido en la histórica votación de la Cámara. Puede que tampoco importe tanto que, en dicha votación, no se lograra el quorum requerido para la creación de un fondo solidario y se dejara al actual sistema bajo la misma lógica del ahorro individual.

Visto desde la espesa y aburrida perspectiva ideológica, el retiro de ahorros previsionales, sin la aprobación de un fondo solidario, deja a las izquierdas caminando en una peligrosa cornisa.

Algunos históricos de las izquierdas hablan de aquel retiro del 10%, aún sin fondo solidario, como parte de una estrategia mayor, cuyo objetivo final es la quema de las AFP. Aunque la historia de las izquierdas nos recuerda que la estrategia del fuego muchas veces ha terminado por incendiar a la mismísima revolución.

Pero Pamela Jiles no está para cargar cruces ideológicas: ella tenía que celebrar como si se tratara de la mismísima nacionalización del cobre. Tampoco está para aguar fiestas; por el contrario, su emoción llegó al punto de adular a los parlamentarios de derecha que también dieron su voto a favor.

Los años de trabajo televisivo de Pamela Jiles, bajo la presión del rating, le otorgaron un gran olfato para tantear a la denominada “calle”. Hoy las encuestas develan que más del 80% de los ciudadanos está a favor de retirar un porcentaje de sus fondos de las AFP en este presente de crisis.

Es decir, el proyecto del retiro del 10% es una causa que une a los chilenos, como en un partido de la selección. Acá todos somos un mismo equipo (salvo el gobierno, una parte de la derecha y los dueños de AFP), en el que también se cuentan los 3,7 millones de compatriotas que dieron su voto a Piñera en la anterior elección presidencial.

El filósofo coreano Byung-Chul Han plantea que en las sociedades capitalistas actuales no se forma ninguna comunidad en sentido enfático, sino que solamente acumulaciones o pluralidades casuales de individuos aislados para sí, de egos, que persiguen un interés común o se agrupan en torno a una marca.

Para este tipo de sociedades, donde por supuesto debemos incluirnos, personalidades como las de Pamela Jiles, Franco Parisi o Joaquín Lavín (puntero en las encuestas presidenciales incluso en medio del estallido social) resultan fascinantes, pues se rebelan a la política de las malas noticias. Se trata de figuras que se hacen cargo de la administración de necesidades sociales, aun cuando dejen intacto el marco de relaciones socioeconómicas ya existentes.

Eso sí, estos nuevos liderazgos de la política requieren de banderas ideológicamente incoloras, pues sus viejas estructuras partidarias le restan a la hora de mantener los “likes” de sus audiencias (en mayo pasado renunciaron 300 militantes históricos del Partido Humanista, entre los que se incluye el ex candidato presidencial Tomás Hirsch).

Son días de enfermedad, pasiones e ilusiones, donde muchos hablan de dar un cambio de rumbo histórico y de retomar el país inconcluso previo al Golpe. Aunque, en lo concreto, no se ha conseguido más que la aprobación, en la Cámara baja, de una reforma que pareciera haber sido diseñada por los emprendedores de Felices y Forrados.

La aprobación del retiro de ahorros de jubilación, sin un rasgo solidario, podría transformarse en un imperdonable error histórico para las izquierdas de Chile. Entonces se inmortalizaría aquella foto de celebración (baile de Naruto incluido) por el triunfo del derecho a la propiedad, en un mismo día en que se rechazó el derecho a la seguridad social.

No estaría mal recordar que Pinochet, a la hora de graficar el espíritu de su sistema económico, decía que “nación es tratar de hacer de Chile un país de propietarios y no de proletarios”.

Por ahora, el egoísmo, máxima cultural del padre de la patria neoliberal, continúa vigoroso y la solidaridad, en un segundo plano, casi remitida a lo que Hayek describiera como: un mero sentimiento de las sociedades tribales.

Cristián Zúñiga