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Definiciones presidenciales

Por: José Sanfuentes Palma | Publicado: 16.01.2021
Definiciones presidenciales FOTO REFERENCIAL |
La indolencia opositora, especialmente de las alicaídas formaciones de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista (a quienes paradojalmente el divisionismo puede favorecerles), es la responsable de la frustración que probablemente recorra Chile, ante los eventuales malos resultados prácticos del 11 de abril próximo.

Se echó a andar la Convención Constitucional. Más de 3.500 postulantes a 155 escaños y más de 480.000 patrocinios a candidatos independientes, hablan de la importancia que le concede la ciudadanía a este inédito proceso democrático. En el caso de mi precandidatura -que tenía elegibilidad bastante asegurada-, decidí bajarla para dar lugar a la presencia femenina: María José Cumplido, y a quien fuera coordinador del proceso constituyente de Bachelet, Patricio Fernández.

En la elección de constituyentes los sectores progresistas, mayoritarios en el país, verán mermadas sus posibilidades en razón de su incapacidad política para convocar a la unidad. Enfrentan, en condiciones desiguales, a una derecha dura que, hegemonizada por los del rechazo, se convertirá en un dique ante las transformaciones democratizadoras de la vida nacional. Del mismo modo, la dispersión en la elección de alcaldes dejará a amplios territorios a merced de políticas conservadoras.

La indolencia opositora, especialmente de las alicaídas formaciones de la Democracia Cristiana y el Partido Comunista (a quienes paradojalmente el divisionismo puede favorecerles), es la responsable de la frustración que probablemente recorra Chile, ante los eventuales malos resultados prácticos del 11 de abril próximo.

Las fuerzas socialistas, socialdemócratas y liberales, expresadas en el Frente Amplio, la Convergencia Progresista y el Nuevo Trato, no están exentas de responsabilidad, toda vez que teniendo la fuerza no tuvieron la voluntad efectiva de afrontar el divisionismo y obligar, actuando de conjunto, a la unidad.

Queda la esperanza que ello provoque un remezón profundo en la mente y conductas de las dirigencias y, más allá de recriminaciones, exista la posibilidad de enmendar el rumbo e impedir, en las próximas elecciones presidenciales, el triunfo del ex colaborador de los servicios de seguridad de Pinochet, el UDI Joaquín Lavín.

Sin embargo, estas esperanzas son día con día contradichas y la oposición insiste con contumacia en sus malas prácticas. Así, la contienda presidencial se ha convertido en un espectáculo de rostros, todos vinculados al frustrado gobierno de la Nueva Mayoría, experiencia que sería tragicómico se repitiera. En efecto, como ayer, el Programa de Gobierno transformador, que convoque y movilice al país, brilla por su ausencia o se encubre en ambigüedades, lo que mañana facilitará que aparezcan quienes desconozcan haberlo leído o le den antojadizas interpretaciones.

Esta vez no habrá excusas, y nadie podrá esgrimir que “no la vimos venir” cuando se enfrente a la decepción popular y su ira en las calles. La danza de candidat@s presidenciales, que con astucia destacan los medios conservadores hegemónicos, incluido el reciente dedazo de Bachelet, habrá de verse enfrentada muy pronto a la cruda realidad de las definiciones programáticas; porque nadie podrá soslayar un pronunciamiento ante las nuevas “leyes de amarre” que Piñera se empeña en dejar establecidas.

El bacheletismo tendrá responsabilidad especial ante la arremetida derechista por aprobar el tratado TPP y la “reforma” a las AFP, ambas verdaderos parte aguas entre quienes están por cambios reales y quienes se resignan a cambios meramente cosméticos. El Gobierno esgrime las propuestas que Bachelet envió al Congreso en ambas materias, que ayer – y hoy con mayor razón – son contrarias al interés del país y las mayorías ciudadanas.

El TPP encierra graves consecuencias que amenazan convertir en un incordio internacional medidas tales como la nacionalización de las aguas, un efectivo royalty minero o cambios en la estructura tributaria de las grandes empresas. Así mismo, una reforma que mantenga el actual 10% de las contribuciones en manos de las AFP será sin duda considerada como una traición de la clase política a una de las principales demandas del 18 de octubre.

Antes de continuar con la farándula presidencialista, bien haría la oposición en definirse ante estas cuestiones cruciales y en empeñarse en elaborar un Programa de Gobierno, transformador y unitario, que sea el contexto compartido, en el cual se dirima el liderazgo que pueda llevar a cabo su concreción exitosa.

José Sanfuentes Palma