Avisos Legales
Opinión

El programa constituyente desde el Trabajo: apuntes para el debate

Por: Alberto Ormeño | Publicado: 07.02.2021
El programa constituyente desde el Trabajo: apuntes para el debate |
Hay un aspecto transversal de la Constitución del 80 y de lo que conocemos como “modelo neoliberal”: su sustento ideológico y material tiene como condición sine qua non la despolitización de la población. Lo explicado para el trabajo, puede ser extrapolado a todas las esferas de la sociedad; la prohibición de la participación política a dirigentes sindicales y gremiales es la prueba patente de aquello. La dictadura no quería más Mireyas Baltra. El momento abierto con la revuelta popular ataca este aspecto transversal que sustenta al modelo perpetuado en los últimos 30 años; y en ese orden de ideas, debemos tener presente que la politización de la sociedad chilena que se ha iniciado, como todo proceso social será lento, pero debe profundizarse.

El sindicato, que sin duda es la organización más común para los trabajadores, tiene sus facultades maniatadas por el ideario de la Constitución del 80, cuyo fin justamente fue reducir el poder sindical, gremializarlo y despolitizarlo. La organización sindical relegada a los muros de la empresa nunca podrá disputar seriamente una mejor redistribución de las riquezas del país, y con ello mejorar la calidad de vida de las familias trabajadoras.

La negociación colectiva ramal o por sector productivo y la huelga efectiva, por tanto, se transforman en los ejes centrales del programa de los trabajadores y trabajadoras, para que en definitiva el Derecho Colectivo del trabajo sea digno de denominarse así por estas latitudes. La sindicalización, que ronda el 20% de la fuerza laboral, expresa no sólo una baja tasa de organización, sino que también subyace en ella una infinitud de sindicatos pequeños, con escasa o nula capacidad de negociación, ante empleadores que en realidad son parte de la cadena infinita de contratistas y subcontratistas que esconden al verdadero dueño del capital. A ello, debemos sumar la verdadera libertad de despido en nuestro país (Art. 161 del Código del Trabajo), que permite despedir sin mayores sanciones pecuniarias para el empleador, lo que lleva a plantear la necesidad de contemplar el principio de la Estabilidad Laboral en la carta fundamental, tal como lo hace, por ejemplo, la Constitución argentina.

Otro elemento programático estructural, y que forma parte de las demandas más sentidas por la población es la igualdad salarial entre hombres y mujeres: 98% de las mujeres considera que la igualdad salarial debería estar incluida en una nueva Constitución, según el Estudio Nacional de Mujeres, Derechos y Nueva Constitución, desarrollado por Fundación Humanas (http://www.humanas.cl/wp-content/uploads/2020/12/MUJERES-NOV24-compressed-1.pdf), lo que manifiesta la ineficacia de la normativa existente actual que pretende combatir este tipo de inequidades. Lo mismo acontece con el reconocimiento del trabajo doméstico y labores de cuidados, demandas que surgen desde el movimiento feminista con fuerza.

Con todo, hay un aspecto transversal, y que es parte del ideario de la Constitución del 80 y de lo que conocemos como “modelo neoliberal”, toda vez que su sustento ideológico y material tiene como condición sine qua non la despolitización de la población. Lo explicado para el trabajo, puede ser extrapolado a todas las esferas de la sociedad; la prohibición de la participación política a dirigentes sindicales y gremiales es la prueba patente de aquello. La dictadura no quería más Mireyas Baltra. El momento abierto con la revuelta popular justamente ataca este aspecto transversal que promueve la Constitución del 80 y sustenta al modelo perpetuado en los últimos 30 años; y en ese orden de ideas, debemos tener presente que la politización de la sociedad chilena que se ha iniciado, como todo proceso social será lento, pero debe profundizarse. En ello, los trabajadores y trabajadores tendremos mucho que decir y hacer, buscando que la nueva Constitución consagre los derechos antes descritos que doten de mayor autonomía y poder a los sindicatos; estableciéndose en el ámbito individual el principio de estabilidad laboral y avanzar hacia la igualdad de género en las relaciones laborales. Todo lo anterior acompañado de la más amplia participación de las y los trabajadores en política.

Alberto Ormeño
Abogado. Candidato constituyente por el Distrito 7.