Haciendo historia, en abril también

El 25 de octubre de 2020 fue un día que quedará señalado en los libros de historia del país. También en la memoria de millones de chilenas/os y de extranjeras/os que habitamos este territorio. Ese domingo se convirtió en un día emblemático por tres razones. La primera es que tuvo lugar un plebiscito que abrió la puerta a la esperanza de contar al fin con una nueva Constitución que dejase atrás la actual carta magna redactada durante una sanguinaria y terrible dictadura encabezada por el general Pinochet. Más de un año de movilizaciones para llegar a este día y, lamentablemente, más de un año de gravísimas violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes del Estado contra quienes hacían uso de su legítimo derecho a la protesta, exigiendo el fin de la desigualdad y vivir dignamente en un Estado que protegiera sus derechos económicos y sociales.

La segunda razón es que el 25 de octubre de 2020 se produjo la mayor votación de la historia de la República de Chile. Esta altísima participación tuvo lugar a pesar de los azotes de una desoladora pandemia que está arrasando con la vida, la salud y el bolsillo de millones de personas a nivel mundial, incluyendo Chile. Y la tercera razón es que los resultados arrojaron una abrumadora victoria para la opción “Apruebo una nueva Constitución”, que ganó con el 78,27% de los votos, mientras que tan sólo el 21,73% de los votos fue para la opción “Rechazo”, concentrándose esta opción en las tres comunas más ricas del país.  Por su parte, respecto al órgano que debe redactar la nueva Constitución, la Convención Constitucional obtuvo un 78,99% y la Convención Constitucional Mixta un 21,01%.

Recordando todo esto, admiro el enorme poder de la movilización ciudadana reflejado incluso en momentos tan adversos como estos, siempre y cuando sintamos que podemos incidir en los procesos políticos (y por tanto históricos) que nos afectan en nuestro diario vivir, en la protección de nuestros derechos y en la garantía de nuestra dignidad. Esta emblemática e inspiradora movilización no debería en ningún caso decaer en abril, fecha en la que podremos de nuevo incidir en este histórico proceso constituyente en el que estamos inmersos/as, decidiendo qué candidatos/as constituyentes deseamos que conformen la convención constitucional y, por ende, que tengan la desafiante misión de redactar la nueva Constitución, aquella que tendrá consecuencias directas sobre nuestros derechos y finalmente sobre nuestras vidas, así como sobre las vidas de las nuevas y próximas generaciones.Además, esta será la primera vez que una Constitución en Chile sea redactada por personas directamente elegidas por la ciudadanía a través de su voto y, también, la primera vez que asegurará la integración de mujeres, pueblos originarios y personas en situación de discapacidad en su redacción.

Hace unos días, Amnistía Internacional presentó la campaña “Ahora es cuando” que va justamente en esta dirección. La organización reconoce la relevancia del proceso y hace un llamado a votar de manera informada, por ejemplo, entendiendo cómo funciona el sistema electoral D’Hondt que se utilizará. Asimismo, la campaña busca que la ciudadanía interpele a los/as candidatos/as constituyentes a expresar su postura respecto a temas de derechos humanos y que se comprometan con ellos. Con respecto al funcionamiento del sistema electoral que se utilizará para elegir a los/as constituyentes, el llamado a la ciudadanía es a poner atención tanto en el candidato/a como en la lista por la que se presenta. Es importante, entonces, saber con claridad que nuestro voto no sólo apoyará a nuestro candidato/a favorito/a, sino que también lo hará a su lista. Por tanto, debemos asegurarnos de que ambas opciones representen realmente nuestras ideas y convicciones, ya que los/as candidatos/as más votados/as arrastrarán a sus compañeros/as.

Abril de 2021 también debe quedar marcado en la memoria colectiva de Chile. La movilización ciudadana y todo lo que esto implicó no puede dejar a su suerte el proceso constituyente. Los 155 constituyentes que sean elegidos deberán saber atender genuinamente las demandas ciudadanas y comprometerse con plasmarlas en la nueva Constitución, teniendo en consideración de manera particular a los grupos históricamente vulnerados. Por lo mismo, la participación informada en las elecciones de abril es de vital importancia.