Personas con discapacidad en la crisis sanitaria

Las personas con discapacidad y sus familias históricamente han sentido y experimentado la exclusión y la invisibilización de su realidad y necesidades. Esta lamentable realidad tiene datos alarmantes: el 50% de las personas con discapacidad pertenecen al primer y segundo quintil (Endisc, 2015), hasta antes de la pandemia el 40% tenía un empleo formal o informal y solo el 10% termina la educación media, por mencionar algunos elementos. Ahora bien, el contexto de pandemia ha acentuado la precariedad y desprotección de las personas con discapacidad. Es urgente visibilizar esta realidad que no ha sido atendida en su particularidad.

Llevamos más de un año en pandemia producto del COVID-19 y las personas con discapacidad han visto vulnerados sus derechos por parte de este gobierno. Este gobierno no ha querido escuchar: la OMS advirtió que las Personas con Discapacidad se verían más afectadas por la pandemia, ya sea por alguna enfermedad de base en el cual el virus es un factor de riesgo para tener complicaciones, o por la necesidad de tener un/a cuidador/a, la dificultad para comprender y aplicar medidas preventivas o la dificultad de comunicar síntomas de la enfermedad, lo que hacía que esta población tuviese desde el inicio una demanda especial por cuidados.

A lo anterior, se suma la omisión de la variable discapacidad en la última CASEN, uno de los instrumentos de medición más importante que se utilizan para el diseño de políticas sociales y el impacto de estas en la calidad de sus vidas. Esta situación es especialmente compleja en un gobierno que se ha caracterizado por la hiperfocalización de la entrega de beneficios para el apoyo de la crisis.

La primera medida que implementó el gobierno orientado a las personas con discapacidad fue la creación de un fondo concursable para las organizaciones de discapacidad para postular a un kit de autocuidado para poder protegerse del virus. Recién en el mes de agosto, luego de varios meses implementando las residencia sanitarias, se incorporó la variable accesibilidad permitiendo la compañía de cuidadores, además de no priorizar e incorporar a las pcd y sus cuidadores en el calendario de vacunas. Estos hechos han sido impugnados por las diversas organizaciones, tales como el Colectivo Nacional de la Discapacidad, que ha señalado la vulneración del artículo número 25 de la Convención de los derechos de las personas con discapacidad.

El mundo de la discapacidad requiere ser considerado dentro de las medidas para enfrentar la crisis. Esto ya tiene carácter de urgente, luego de que este grupo de la población ha sido desatendida ya por más de un año. Algunas medidas orientadas a avanzar en esto son:

1. Realizar un catastro de las personas con discapacidad contagiadas, en tratamiento y fallecidas por COVID-19, distinguiendo por tipo, edad y localidad, que permita tener claridad de la realidad que viven las personas con discapacidad y hacer un plan de prevención, detección y tratamiento de acuerdo a sus necesidades.
2. Diseñar un plan de comunicación que permita transmitir correctamente el riesgo del contagio e informar las diversas acciones que están sucediendo, partiendo por incorporar intérpretes de señas en las transmisiones oficiales, folletería con código QR y sistema braille, e implementar comunicaciones en lectura fácil para las personas con discapacidad cognitiva.
3. Convocar a una mesa social con las organizaciones sociales de personas con discapacidad en el que en conjunto las autoridades sanitarias y las pcd puedan implementar un plan en conjunto considerando la opinión de las pcd.
4. Implementar un plan de apoyo económico y social en específico para las familias y las personas con discapacidad que les permita sobrellevar la crisis.

Las personas con discapacidad han sufrido de una permanente invisibilización social y política. Es hora de que esto cambie. Es urgente que las instituciones y el gobierno corrijan la tendencia de una negligencia histórica de deficiencia en el cumplimiento de los derechos básicos de las personas con discapacidad. La superación de la crisis requiere de una transformación institucional profunda que incorpore las necesidades y perspectivas de esta población. Desde el mundo de la discapacidad seguiremos articulándonos y elevando este mensaje que es sano para la democracia.