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¿Qué dejó en claro la partida de la Convención Constituyente?

Por: Marcelo Cárdenas | Publicado: 08.07.2021
¿Qué dejó en claro la partida de la Convención Constituyente? | Agencia Uno
La partida de la Convención Constitucional puso de manifiesto que el empoderamiento ciudadano, la revitalización de nuestra empatía y el sentido de apropiación de nuestro destino compartido, siguen gozando de robustez, pues son la fuente de energía del proceso constituyente.

No hay plazo que no se cumpla. Y, como para comprobar esta regla inexorable, ha llegado el día en que los miembros electos de la Convención han hecho el juramento para tomar posesión de sus cargos, constituyendo formalmente el nuevo órgano que deberá redactar la carta magna. Finalmente está ocurriendo aquello que anhelamos desde la restitución del sistema democrático, sino antes.

Durante el domingo, la crisis sanitaria pasó a un tercer plano, las amarguras originadas por la crisis económica fueron momentáneamente olvidadas y toda la atención se volcó al puntapié inicial del trabajo de la Convención. Estamos en tierra derecha.

Primero, algunas observaciones respecto de los aspectos materiales y simbólicos que resaltaron de la organización del evento. En cuanto a las instalaciones que acogieron a los miembros de la Convención, se notó una sobriedad franciscana, muy cercana a la pobreza si lo comparamos con los ostentosos despliegues de la actividad parlamentaria y presidencial. Esto, seguramente responde a la intención del Ejecutivo de contener las expectativas en torno a las definiciones financieras para el funcionamiento de la Convención, aún pendiente.

También fue notoria la persistencia del gobierno en el despliegue de los aparatos de seguridad pública, donde se priorizó la contención agresiva de manifestantes, pero se dejó expuesto el sitio del evento y a los participantes, con lo que aumentó el riesgo de incidentes graves que pudieran impedir el desarrollo exitoso del evento. Es malo desconfiar de entrada, dicen, pero había muchas otras formas de organización para asegurar la tranquilidad que se requería para cumplir el objetivo.

El silencio también comunica, sobre todo el de Sebastián Piñera, pues su pulsión de figurar al centro de los acontecimientos es bien conocida. Si bien era muy poco recomendable que emitiera un mensaje al pueblo chileno con motivo de la primera sesión del órgano constituyente, de haberlo hecho no hubiese sorprendido a nadie. Si alguien lo echó de menos, puede imaginarlo espiando tras un árbol en actitud furtiva, provisto de un bigote falso y anteojos.

Por último, llamó la atención el modelo elegido para realizar la votación, poco eficiente, pues cada miembro debía caminar por una pasarela y depositar su voto, generando un peculiar desfile de modas, clases y etnias, dando cuenta con ello de una distribución demográfica de las representaciones nunca antes vista en la política nacional. Aquellos que notaron eso y sintieron satisfacción o alegría, lo hicieron más que justificadamente.

De lo acontecido en la esfera de lo político, lo técnico y lo programático, podemos sacar algunas conclusiones, levantar pequeñas hipótesis y plantearnos varias dudas. Vimos a una izquierda representada por nuevos rostros, muchos de los cuales pasaron directamente desde las protestas callejeras a la Convención Constituyente. Empoderada y consciente de su ventaja, como también de los desafíos e incertidumbres que le aguardan, especialmente para aquellos se estrenan en las artes de lo político. Con ese respaldo, se dio una caballerosa disputa por el control del órgano, donde hubo buen cuidado de no romper cristales y privilegiar la cooperación.

Los representantes de la derecha, como era esperable, mantuvieron un bajo perfil durante la primera sesión, con la excepción, quizá, de los reclamos de Teresa Marinovic, profundamente irritada por los incidentes gatillados tras la tensión entre manifestantes y carabineros. Ese impase fue una prueba superada, pues los miembros y los asesores del Tricel acordaron las condiciones para retomar la sesión, demostrando una capacidad de reacción conjunta y coordinación que no era obvia. Por ello vale destacar el ejercicio de inteligencia política dentro del nuevo órgano desde el primer día. Es buena señal.

Una vez constituida la Convención, y elegidas presidencia y vicepresidencia, se pusieron las primeras cartas sobre la mesa. Abrió un canal de presión hacia el Ejecutivo, marcado, esta vez, por la solicitud de amnistía para los presos de la revuelta, asunto central, especialmente en el ecosistema que habita la Lista del Pueblo y en los sectores progresistas. Con esto se coronó el capítulo de incidentes protagonizados por manifestantes, en que los líderes recién electos del órgano enviaron un contundente mensaje al gobierno y a los sectores conservadores, dándole continuidad a la épica del estallido social y poniendo en valor el rol que han jugado los manifestantes.

Por otro lado, hay varios asuntos que aún no pueden ser resueltos, y que cuya relevancia para el funcionamiento de la Convención, y los alcances del trabajo que llevará adelante, genera ansiedad ambiental, lo que podría gatillar acciones o expresiones poco meditadas desde cualquiera de los asientos de la sala. Pero eso ya lo veremos.

Está pendiente la creación del reglamento con que funcionará formalmente la Convención, para lo cual es necesario crear primero una Comisión de Reglamento cuyos miembros, puede suponerse, deben contar con algún grado de formación jurídico-administrativa, cuestión que excluye a una parte de los constituyentes y obliga a negociar en tiempo récord quiénes serán los miembros de la comisión. Tal negociación podría (lo hará) sacar a flote las diferencias que pesan sobre las limitaciones impuestas a través del “Acuerdo por una Nueva Constitución”, que al definir al órgano como un “poder constituyente derivado” éste debe adecuarse a las reglas existentes definidas en la actual Constitución, a la que se incorporaron los puntos del acuerdo. Esto es distinto de un “poder constituyente originario” o “soberano”, que puede partir de cero para crear su propio reglamento y atribuciones.

La partida de la Convención Constitucional puso de manifiesto que el empoderamiento ciudadano, la revitalización de nuestra empatía y el sentido de apropiación de nuestro destino compartido, siguen gozando de robustez, pues son la fuente de energía del proceso constituyente.

Queda mucho camino desconocido por recorrer y aún no hemos abordado la agenda de cambios profundos que gatilló este proceso, inspirada en visiones compartidas, en la voluntad de concretar nuestros ideales y el convencimiento de que esta es la oportunidad para hacerlo, para ver materializados los principios en que creemos y que afirmamos. Cuidemos con esmero este proceso, vigilando cada paso, hasta que podamos ver en kioscos la nueva Carta. Entonces celebraremos.

Marcelo Cárdenas
Secretario general del Partido Progresista de Chile.