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Opinión

Análisis político de las elecciones

Por: José Sanfuentes Palma | Publicado: 24.07.2021
Análisis político de las elecciones |
El Frente Amplio es la fuerza política capaz de unir a la izquierda amplia en primera vuelta y a la oposición en la segunda, para conquistar un gobierno democrático por el cambio tranquilo, capaz de concretar las transformaciones profundas de todo orden que precisa la sociedad chilena para encontrar un nuevo equilibrio, donde todas y todos sin exclusiones sientan pertenecer, único camino para la paz y el bienestar compartido. Sí, confiamos en las nuevas generaciones.

El talento del Frente Amplio

Hay que reconocerlo: el Frente Amplio chileno ha demostrado poseer un gran talento político. Su apuesta el año 2017 por Beatriz Sánchez fue atrevida, y le trajo resultados sorprendentes al constituir la mayor bancada de diputados dentro de la izquierda. Luego, interpretando el sentir popular mayoritario de las históricas movilizaciones de octubre/noviembre de 2019, tuvieron la audacia de firmar el acuerdo parlamentario que estableció la Convención Constitucional, donde alcanzaron la mayor representación entre las fuerzas de izquierda, llegando a liderarla junto a Elisa Loncon. Corrieron un riesgo mayor en la aventura presidencial. Contra toda lógica se unieron, con un esfuerzo notable, en una primaria con el Partido Comunista, que contaba con un candidato que lideraba todas las encuestas. Si algo destaca en el Frente Amplio es que son arrojados, pero, sobre todo, la confianza que tienen en sí mismos. “Confíen en la juventud”, dijo Gabriel Boric luego de su victoria en las primarias presidenciales, y hay razones para creerle.

Parte de su asertividad es su sintonía con el cambio epocal que transita Chile. Los innegables avances de la sociedad chilena, tanto en lo socioeconómico como en lo cultural, a la par con las profundas desigualdades producidas por la codicia de unos pocos, han develado la miopía de las élites, tanto de la derecha como de los nuevomayoristas, que han gobernado durante estos últimos 30 años. Confiaron en que el modelo neoliberal nunca se agotaría como también en que el chorreo que produciría sería suficiente para mantener la cohesión social. El Frente Amplio es quien mejor interpretó el agotamiento del modelo, la extendida indignación popular y el profundo anhelo por una vida digna, expresión de ello es el premonitor programa de Beatriz Sánchez, anclado en las mejores tradiciones socialdemócratas, previas a la nefasta tercera vía europea que copió la Concertación chilena.

Esa es la principal base de la confianza que se ha ganado el Frente Amplio: su sensibilidad para interpretar los signos de los tiempos y la capacidad de sus dirigentes de trazar una ruta y marchar decididos por ella, recibiendo el apoyo recurrente del nuevo pueblo, que ha irrumpido en la vida política nacional. Es interesante observar la nueva composición del mundo asalariado y profesional chileno, que destaca por su juventud y por sus nuevos niveles educativos, mundo que atina perfectamente con la militancia frenteamplista. Hay que destacar también la destreza política de sus dirigentes, encabezados por líderes notables como Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Beatriz Sánchez, Lorena Fries, pero que representan una amalgama mayor de mujeres y hombres de gran talento que, más temprano que tarde, habrán de conducir los destinos del país.

Aunque prematuro, dada su juventud, hoy se enfrentan a un desafío ineludible ante la necesidad de superar la crisis que atraviesa Chile: asumir la responsabilidad de gobernar Chile. La calidad de la conducción de la Convención Constitucional será iluminadora para las decisiones que el pueblo habrá de tomar en las elecciones presidencial y parlamentaria de noviembre. El Frente Amplio es la fuerza política capaz de unir a la izquierda amplia en primera vuelta y a la oposición en la segunda, para conquistar un gobierno democrático por el cambio tranquilo, capaz de concretar las transformaciones profundas de todo orden que precisa la sociedad chilena para encontrar un nuevo equilibrio, donde todas y todos sin exclusiones sientan pertenecer, único camino para la paz y el bienestar compartido. Sí, confiamos en las nuevas generaciones.

El camino a la Presidencia

Gabriel Boric se encuentra hoy en la “pole position” en la carrera electoral, pero le rodean circunstancias y tiene adversarios que pueden malograr su victoria. Ante todo, está la fragilidad de las fuerzas propias. Si bien el FA ha demostrado consistencia y fuerza electoral, en sus aliados no se aprecia lo mismo. El Partido Comunista, principal aliado, aún no define la tensión que le atraviesa entre la recuperación de sus tradiciones unitarias y el sectarismo personalista de derrotado candidato Jadue. Los demás integrantes de Chile Digno aún no se pronuncian claramente en apoyo a Boric, salvo los humanistas de Tomás Hirsch. El problema parlamentario puede agregar otro dolor de cabeza. También existe una remota posibilidad que se restaure el clima previo al 19 de mayo, cuando existió la posibilidad real de la unidad amplia de la izquierda, tal vez la nueva hegemonía en la izquierda democrática (expresada en Apruebo Dignidad bajo predominancia de Revolución Democrática y el FA) ahora pudiera imponerse al sectarismo que imperó entonces. De su lado, los insurgentes de la primera línea, representados por la Lista del Pueblo, después de su éxito en la Convencional, se integrarán al cauce institucional postulando al Parlamento, con un presidenciable para ello.

En la derecha se perfilan tres opciones, el continuismo de Sichel, el fascismo representado por Kast y el populismo por la candidatura de Parisi/Lorenzini. Es evidente que en este sector dan por perdida la elección presidencial y se disponen a conservar la mayor presencia posible en el Parlamento, de allí su empeño en agrupar a todos en lista unitaria. El factor de independiente del candidato Sichel facilita la posibilidad de dejarlo a la vera del camino (como a Durán en 1964), en virtud de agrupar fuerzas en torno a Yasna Provoste (como con Frei el 64) si el posible descalabro lo amerita, ante la eventualidad de un triunfo del candidato de la izquierda agrupada en la coalición Apruebo Dignidad. Concentrarían entonces todos los esfuerzos en la parlamentaria.

En la centroizquierda hay tres candidaturas en carrera, a la espera del “mecanismo” para dirimir cuál de ellas les representará en noviembre. No es descartable que no logren ponerse de acuerdo, en virtud de la lenidad con que han actuado en el último tiempo. Sin embargo el incordio, incluso si se unen, es mayor. Si la candidata es Yasna Provoste, una importante votación socialista se consolida y amplía en favor de Boric, además de una eventual pérdida de posiciones parlamentaria del PS y sus aliados. Si la candidata unitaria es Paula Narváez, se le facilita el traspaso de votación democristiana a Sichel y la DC corre el riesgo que sucedió en la Convención y ser fagocitada por derechas e izquierdas. Carlos Maldonado precisa le aseguren una posición en el Senado. Está enredada la cosa para la Unidad Constituyente; de hecho, es posible que también el programa sea un punto importante de discordia, dado que la DC, para cuidar sus dos almas, es probable que apueste a la continuidad de la vieja Concertación, como lo ha declarado el senador Pizarro. Aquí el único factor que empuja a la unidad es arroparse en una lista única para defender posiciones parlamentarias.

La segunda vuelta más probable es de una dupla que saldrá entre Gabriel Boric, Yasna Provoste y Sebastián Sichel. Lo que nos lleva a concluir que la nueva transición, ya no de la dictadura a la democracia, sino de la democracia maniatada a la plena libertad y la prosperidad con justicia social, será encabezada por un socialista frenteamplista o una democristiana.

José Sanfuentes Palma