Avisos Legales
Opinión

Rodrigo Rojas Vade y su pecado

Por: María Teresa Larraín | Publicado: 07.09.2021
Rodrigo Rojas Vade y su pecado Rodrigo Rojas Vade | Reproducción de video
Juzgar a Rodrigo Rojas por su mal, su mentira, y no por su labor en la Constituyente, es mirar con un ojo y con el otro: estar ciego. Basta verle en su declaración para saberle en llanto y dolido. Es hora que valoremos su honestidad y su liberación. Es hora que discutamos sobre tantas mentiras que hay hoy en la clase política y en los medios de comunicación. Es hora de destapar verdades. Es hora de no hacer leña sobre un árbol caído, sino abonar buena tierra para que ese árbol se levante y siga trabajando para lo que fue encomendado. Y eso, y nada más, se le pide hoy a Rodrigo Rojas Vade. Que sea un constituyente de la Lista del Pueblo que lo eligió para representarle. Con su calvario interno, que ya no es, y con toda su dimensión humana para seguir adelante.

No le conozco personalmente, pero confieso que desde un principio me llamó la atención; por sus intervenciones como constituyente, por sus argumentos, defendiendo sus posturas como integrante de la Lista del Pueblo. Armónico, directo y defensor de valores por los que cree y se juega. Le vi una vez en Mentiras verdaderas, teniendo como interlocutora a Teresa Marinovic. Sincero y abierto al intercambio de opiniones tan disímiles como las de la señora Marinovic. Fue elegido por más de 20.000 votos, siendo uno de los más votados en esta elección. En pantalla relucía su flacura, propia de un mal. ¿Cáncer? ¿Sida? Las cosas por su nombre.

Como periodista me pregunto hoy: ¿qué habría hecho yo de tener una información que a sabiendas le hundiría dejándole pocas posibilidades para redimirse? ¿Era su «mentira» un arma para debilitar o traicionar el cargo que desempeñaba? ¿O importaba más desprestigiar una entidad usando cualquier debilidad, en este caso, el «cáncer» de Rojas Vade? Yo creo que lo habría pensado varias veces antes de dar esta información. En estos casos, lo primero que se hace es, sabiendo la verdad, llamar a la persona y decirle que es necesario que él hable a la ciudadanía. Y así suelte su verdad. Tarde o temprano esta lo sabría. Y seguiría apoyándole. Como, creo, lo hará hoy, después de este vendaval «moral».

Los medios de comunicación tradicionales, incluidos comentaristas de TV, hoy han tirado fuego a la parrilla de Rojas. Para quemarlo definitivamente. Y con ello quemar a la Convención. Como periodista y editora no me habría prestado a ello, por cuanto habría evaluado el efecto y las reacciones condenatorias hacia una institución elegida por el pueblo que merece respeto. Y no escándalos especialmente activados para seguir hundiéndola.

Aquí se debe apreciar el rol de Rojas y no su» pecado», que hoy le «castiga» como le ha castigado desde que supo su diagnóstico. ¿Quiénes somos nosotros para juzgarle? ¿Y la prensa? Esta ni siquiera aborda los escándalos que corroen a toda la clase política. Como la actuación de ciertos carabineros en quemas de camiones, cobros de peaje, robos de madera en el sur, culpando a comunidades mapuches. Ello está denunciado ante los tribunales y es silenciado. O las firmas ante un notario fallecido que usó una institución bancaria, para realizar pagarés de créditos a sus clientes. Como la entidad (BCI) es un sostenedor de estos diarios y canales de TV, se impuso el silencio y el escándalo en ciernes ha quedado bajo la alfombra. Un daño y un acto cómplice que enloda a esta «prensa» respetable.

Me pregunto: ¿a quién daña Rodrigo Rojas Vade si no es así mismo? Debemos reflexionar. Nadie está libre para lanzar la primera piedra. Hoy la sociedad está más libre. Y en nuestro entorno aceptamos la diversidad sexual. A nadie le importa tener un hijo gay o con sida. Por el contrario, se le apoya, se le cuida, se le paga el caro tratamiento, sin preguntas ni menos exigiendo respuestas. No sucede esto en todos los estratos sociales. Rodrigo lo explica bien. Desde hace 8 años que padece un mal en silencio. Por cuanto no ha deseado dañar a su entorno, su familia. Hace 8 años que tiene este calvario.

En el ámbito donde él se mueve, la gente condena este «sino del demonio» como es el sida. Ello porque las iglesias y sus pastores lo refriegan a cada rato. Se debe extirpar el mal y condenar a los infiernos a quien lo padece… ¿Qué más padecimiento que la condena social? En ese entorno de miedos e ignorancia, esencial cultivo de estas iglesias de pastores oscuros que se dicen poseedores de la palabra de Dios… Entonces, seamos realmente seres humanos de bien. Y, si somos cristianos, con mayor razón.

Juzgar a Rodrigo Rojas por su mal, su mentira, y no por su labor en la Constituyente, es mirar con un ojo y con el otro: estar ciego. Basta verle en su declaración para saberle en llanto y dolido. Es hora que valoremos su honestidad y su liberación. Es hora que discutamos sobre tantas mentiras que hay hoy en la clase política y en los medios de comunicación. Es hora de destapar verdades. Es hora de no hacer leña sobre un árbol caído, sino abonar buena tierra para que ese árbol se levante y siga trabajando para lo que fue encomendado. Y eso, y nada más, se le pide hoy a Rodrigo Rojas Vade. Que sea un constituyente de la Lista del Pueblo que lo eligió para representarle. Con su calvario interno, que ya no es, y con toda su dimensión humana para seguir adelante. Se lo deseo de todo corazón.

María Teresa Larraín
Periodista.