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¿Por qué los veinteañeros usan Viagra?

Por: Francisco Espinoza | Publicado: 03.01.2022
¿Por qué los veinteañeros usan Viagra? |
A los psicólogos el fenómeno no nos sorprende; ocurre porque persisten muchos mitos machistas: se sigue asociando el buen rendimiento sexual a la cantidad y no a calidad, y sexualidad a penetración y genitalidad. Desde una perspectiva de género, sabemos que el fármaco volvió a poner, o mas bien mantuvo al pene, en el centro del acto sexual, incluso estando al tanto de que la penetración ni siquiera tiene por qué ser lo más importante dentro del acto sexual ni, por supuesto, para el orgasmo femenino. ¿Por qué, en una sociedad donde todo parece girar en torno al sexo, se necesitan tantos condimentos para meterse en la cama?

Cajas de Ripol, Zilfic, Viagra por todos lados. Una ida al supermercado caminando significa encontrarse fácilmente con envases de Sildenafil tirados en la calle, dejando en evidencia el tabú que aún existe entre los hombres sobre la disfunción eréctil: ¿existe pudor por desechar el envase en casa?, ¿qué diría mi pareja? Y es que ya desde hace un tiempo que los consumidores del conocido fármaco para la disfunción eréctil no son personas de 50 años, sino personas que incluso bordean los 20 años. Pensada para paliar problemas de disfunción sexual masculina, ha empezado a abandonar su posición de medicamento para ganar terreno en segmentos etarios que la utilizan con fines recreativos, y los jóvenes toman este fármaco para mejorar el rendimiento durante el acto sexual o incluso para enfrentar “la primera vez”.

A un amigo que no tiene problemas de disfunción eréctil le gusta consumir Viagra. Dice que las erecciones que tiene bajo los efectos del fármaco son más fuertes y duraderas que las que produce de forma natural y que le ayudan a superar todas esas dificultades que pueden hacer que su pene no funcione, como tomar demasiado alcohol, el cansancio, el estrés por la carga laboral o la ansiedad que le da por querer durar mucho en el acto sexual.

Los jóvenes muchas veces buscan atajos para conseguir las cosas. Beben para desinhibirse, sin saber que el alcohol tiene un efecto depresor en el sistema nervioso imposibilitando lograr tanto la erección como la eyaculación. Para subsanar, toman Viagra, y lo que están haciendo es medicalizar algo que debiese ser natural en los hombres.

Existe una importante preocupación por parte de la comunidad científica por el uso del Viagra dentro del contexto de abuso de otras drogas; se le reconoce como un miembro de las llamadas «drogas del club» o club drugs (CD por sus siglas en inglés) ya que se las consigue habitualmente en discotheques y son utilizadas para mantenerse activo durante toda la noche. Las Club Drugs (CD) incluyen drogas como las metilendioximetaanfetamina (MDMA o éxtasis), anfetaminas, 2-CB “tusi” o la ketamina, que son sustancias utilizadas de manera «recreativa» para promover las experiencias interpersonales en una pista de baile.

Veinteañeros sin problemas claros de disfunción eréctil utilizan el Viagra en sus citas de Tinder, o para enternecer a su pareja con una erección propia de las estrellas pornográficas, pero todo ello es un arma de doble filo. Cuando un veinteañero que está explorando su sexualidad toma Viagra, puede caer en el grave error de atribuir el éxito de esa relación sexual a la pastilla. Y eso acaba generando más dependencia del fármaco en jóvenes que quizá ni siquiera lo necesitaban.

Existen también dinámicas de pareja que se ven deterioradas. Es común, por ejemplo, que tu compañera o compañero caiga en la inseguridad de pensar que la pastilla reemplaza su papel de seducción en la relación sexual. Ahí es donde se equivocan, puesto que el Viagra viene a resolver el problema “mecánico” de la disfunción eréctil, más allá del deseo sexual. Incluso se puede perder la espontaneidad de la relación sexual, puesto que con el uso de la pastilla se requiere cierta planificación y los efectos pueden comenzar recién luego de una hora de la ingesta. Las relaciones sexuales pierden erotismo, puesto que se centran sólo en la penetración y el sexo es mucho más que eso.

A los psicólogos el fenómeno no nos sorprende; ocurre porque persisten muchos mitos machistas: se sigue asociando el buen rendimiento sexual a la cantidad y no a calidad, y sexualidad a penetración y genitalidad. Desde una perspectiva de género, sabemos que el fármaco volvió a poner, o mas bien mantuvo al pene, en el centro del acto sexual, incluso estando al tanto de que la penetración ni siquiera tiene por qué ser lo más importante dentro del acto sexual ni, por supuesto, para el orgasmo femenino. ¿Por qué, en una sociedad donde todo parece girar en torno al sexo, se necesitan tantos condimentos para meterse en la cama?

Francisco Espinoza
Psicólogo, magíster en Gestión de Organizaciones. Trabaja en el Hospital Las Higueras.