Avisos Legales
Opinión

Llegar al bolsillo de las y los chilenos

Por: Camila Musante | Publicado: 09.07.2022
Llegar al bolsillo de las y los chilenos |
La reforma tributaria avanza en la dirección correcta. Sin embargo, y sin que esto reste mérito a lo ya valorado, preocupa la capacidad que tenemos de atender a las necesidades que agobian a los tres quintiles más pobres.

Con la reforma tributaria damos un paso adelante en la redistribución de las riquezas en un país profundamente desigual como lo es Chile. Destaca en la reforma que no sólo se concentra en gastos, sino también en inversión. Se hace cargo de las necesidades de la clase media, de las demandas de las pequeñas y medianas empresas, contemplando medidas que apuntan a la descentralización.

Parte del financiamiento amplía el sistema de cuidados y eso tiene impacto en las relaciones de género; la recaudación del Royalty va dirigida a garantizar una pensión básica universal y al financiamiento de un Sistema Nacional de Cuidados.

Se ha presentado una propuesta de reforma tributaria que va en la dirección correcta de buscar incrementar los ingresos fiscales de modo sustentable, mientras al mismo tiempo se atiende a objetivos de equidad tributaria, a un trato justo para las empresas de menor tamaño y las capas medias, así como para las mujeres y personas que tienen menores a su cuidado o personas adultas dependientes. No podemos sino valorar esto, junto al apoyo que brindará para la variación del modelo de desarrollo productivo y la especialización de nuestra economía y la equidad territorial.

Pero aún no llegamos al bolsillo de los chilenos y chilenas. Ante el desafío cabe preguntarnos ¿por qué en un país con economía abierta, y sometido a vaivenes internacionales, no se consideran recursos para atender la crisis en los sectores más pobres con ayudas directas?

No encontramos ninguna explicación para que no se hayan tomado las medidas tendientes a generar una caja que permita financiar las medidas de corto plazo que constituyan apoyos directos a los bolsillos de la gente en las materias más sensibles: energía y aumento de precios de alimentos.

Por eso, el punto es cuánto pierden las personas que no pueden hacer uso de sus recursos, que no pueden tomar decisiones sobre ellos, y qué es lo que realmente está en riesgo. Sabemos que esta es una medida pensada para beneficiar a millones de personas que se han visto afectados económicamente como consecuencia de la pandemia. Hay que ir al fondo.

La reforma tributaria avanza en la dirección correcta. Sin embargo, y sin que esto reste mérito a lo ya valorado, preocupa la capacidad que tenemos de atender a las necesidades que agobian a los tres quintiles más pobres, a quienes no les alcanza para vivir, a esas madres que se tienen que endeudar porque no les alcanza para llegar a fin de mes, a las familias que están pasando frío porque la parafina está más cara que nunca. El pueblo de Chile espera que la clase política sea capaz de dar soluciones concretas que respondan oportunamente ante las urgencias del hambre y el frío.

En el contexto de una crisis económica internacional, la inflación parece no depender de causas internas y es por lo mismo que el presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Jerome Powell, ha afirmado que “los precios de las materias primas, la guerra en Ucrania y el caos en la cadena de suministro seguirán afectando a la inflación, y ningún cambio en la política monetaria mitigará esas cosas”. La evidencia indica que debemos evitar que coincida una contracción económica con inflación, pues esa combinación genera efectos desastrosos.

De lo anterior se colige que es posible desarrollar iniciativas de protección de las comunidades sin que esto provoque resultados negativos o al menos menores que los que provocaría una estanflación. Cuánto de la inflación obedece a transferencia de precios internacionales y cuánto al oportunismo en proveedores y el comercio concentrado que “hacen su agosto” con las necesidades de las mayorías aprovechando el “río revuelto” de la inflación internacional, como ya hemos visto tantas veces.

Es posible también flexibilizar usos de la recaudación proyectada de la reforma, en particular en los primeros años, para defender a los menos favorecidos, sin temor a una inflación que ocurrirá más allá de lo que seamos capaces de hacer. Pero sí podemos hacer algo: podemos evitar que la cuenta de la inflación no la paguen los de siempre.

Una iniciativa complementaria en la línea de lo planteado sería mandatar a la Comisión Chilena del Cobre y a Aduanas para hacer efectivo el control de los contenidos de concentrado exportado, pudiendo adicionar fuertes ingresos, como indican a lo menos tres estudios serios disponibles. No se requiere para ello sino voluntad política para cumplir la ley existente, o una norma administrativa que exija que la declaración de exportación coincida con la declaración que se hace en el país de destino al arribar los embarques.

La inflación no es una cuestión que afecta a todo el mundo por igual, porque golpea más a los más vulnerables. La inflación para muchos es que, si tienes que ir al dentista, no alcanzas a llegar a fin de mes. Que ya no se puede comprar carne de vacuno sino pollo.

No nos olvidemos de que es responsabilidad del gobierno determinar quién debe pagar las consecuencias de la crisis y cómo se reparten las cargas, con el objetivo de equilibrar y ayudar a las familias que más lo necesitan en esta crisis.

Camila Musante
Abogada. Diputada por el Distrito 14.