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Opinión

Los intereses populares o el reemplazo de la élite

Por: Josefina Villar y Andrés Hidalgo | Publicado: 14.10.2022
Los intereses populares o el reemplazo de la élite |
Quisimos ser la cara del triunfo del Apruebo. Nos sedujo la idea de ser la vanguardia del nuevo Chile. Extraviamos la humildad que supuestamente habíamos aprendido con el estallido. Si no la recuperamos, es imposible rectificar.

El Frente Amplio, desde sus inicios, nunca fue un conglomerado monolítico. Habitaron en él tradiciones socialistas, ecologistas, humanistas y socialdemócratas… El cemento fue la impugnación al duopolio desde una perspectiva política, programática y moral, en ese momento; el pozo negro que implicaba su profunda conexión con el gran empresariado, la corrupción, el tráfico de intereses y, en general, la decadencia de esa clase política en todas sus dimensiones. De allí la pérdida de legitimidad, la profundización de la crisis de los partidos y buena parte del malestar. Este proceso se dio mucho antes del estallido social, y eso permitió el crecimiento del Frente Amplio, pues representaba, aunque fuese parcialmente, un camino para ese Chile.

Hoy en Chile se está rearticulando un centro político, que puede tomar la forma de una élite meramente administradora, como la Concertación, o puede tomar la forma de un frente popular, con energía genuinamente transformadora.

De tal forma que, asumiendo que el Frente Amplio esté por la segunda opción, estamos en la obligación de hacer un análisis de lo que fue la derrota del plebiscito, pero partiendo de una base tan dura como cierta: fue nuestro itinerario constituyente el que fracasó. Fuimos nosotros los que pusimos a dos diputados de voceros -cuando la Convención mixta sacó apenas 20%, y parece que lo olvidamos-, fuimos nosotros los que organizamos una campaña sin pueblo pero llena de dirigentes políticos, repleta de reivindicaciones sectoriales pero olvidando los problemas centrales que hoy afligen al pueblo de Chile en su día a día. Para hacer una síntesis: de pronto nos importaron más las demandas puntuales que cómo llegan a fin de mes las familias.

Se nos olvidó la inflación, la pobreza, la seguridad, el endeudamiento, las pensiones. Cuando se discutió el quinto retiro, se nos olvidó que fuimos nosotros los que salimos a cacerolear para conseguir los tres anteriores. Pensamos que, si no lo decíamos, la gente no notaría nuestra contradicción e inconsistencia. De pronto nos dio un ataque de responsabilidad y dijimos es que ahora necesitamos esos recursos para construir un nuevo sistema de pensiones. Claramente no funciona así.

Quisimos ser la cara del triunfo del Apruebo. Nos sedujo la idea de ser la vanguardia del nuevo Chile. Extraviamos la humildad que supuestamente habíamos aprendido con el estallido. Si no la recuperamos, es imposible rectificar.

Nos debatimos hoy entre dos posibilidades: la sustitución de la élite concertacionista y transformarnos en administradores, o darnos a la tarea de ser cauce de los intereses y necesidades populares, aun cuando eso implique negociar con nuestras propias pretensiones históricas, postergarse para priorizar las necesidades de la gente.

Hay un cierto sector del Frente Amplio, hoy bien ubicado, que ve con buenos ojos la posibilidad de la sustitución, que hace de conceptos como responsabilidad fiscal un mantra.

No es nuestro caso. Nosotros creemos que es momento de ser más responsables con el pueblo de Chile y menos con el Fondo Monetario Internacional, de poner más atención al problema de la pobreza, de la seguridad, de la inflación, de las pensiones y, por tanto, de construir un discurso y una acción política que ponga el foco ahí, de rascar donde pica.

Si perseveramos en priorizar, por ejemplo, legislar cualquiera de nuestros temas históricamente anhelados, a sabiendas de que ese tema en particular no fuera posible dada la composición del Congreso, o que no responden bien al momento en que se encuentra el país, corremos el riesgo de alejarnos del sentido común, que siempre es y seguirá siendo arena de disputa.

Aclaramos que no priorizar no significa renunciar, sino más bien flexibilizar la ruta de cambios desde el Estado, que se puede ir materializando en nuestro gobierno. Esto supone comenzar por las necesidades de la gente, dada su urgencia, para poco a poco generar las condiciones políticas en cada una de las agendas de la sociedad civil y los legítimos asuntos que hemos anhelado y puesto en la agenda como frenteamplistas: No renunciamos a ello, en lo fundamental, porque también son aspiraciones populares y no menos importantes: derechos sexuales y reproductivos, disidencias, medioambiente, plurinacionalidad, entre muchas otras.

Pero, por ejemplo, si Carlos Montes abandona a los vecinos de Alto Hospicio que viven amenazados por los socavones, en lugar de empatizar con ellos y buscarles solución, nos alejamos del pueblo. O si Mario Marcel no comprende que en los próximos doce meses es más importante la gente que los índices macroeconómicos, entonces no es tan difícil proyectar de que el ciclo de cambio, abierto por la gente en octubre de 2019, lo puede terminar cerrando ese sector del Frente Amplio que se siente cómodo sustituyendo a la élite de la Concertación.

Por otro lado, hemos visto cómo se cae comúnmente en un error que nos sentimos obligados a exponer: no es la obsecuencia con el gobierno lo que nos permitirá materializar nuestro programa o parte de él, esa es una mala manera de comprender la lealtad. Por el contrario, nuestra lealtad es con el pueblo de Chile y con el Presidente, y eso implica darnos a la tarea de reforzar y engrosar una raíz popular que los conecte.

Para finalizar, sabemos de la buena disposición política de cientos de alcaldes, alcaldesas, concejales, delegados y gobernadores, entre otras autoridades locales, que escuchan y le han pedido al gobierno, incluso antes del plebiscito, vincularse directamente con los territorios, sus sentires y en particular atender sus necesidades materiales.

La voluntad popular se ha expresado, e independiente de sus diversas interpretaciones ideológicas y estratégicas, el mandato es claro para nuestra fuerza política: enmendar el rumbo sin mirarnos el ombligo, por y para las grandes mayorías. No suscribimos la tesis del reemplazo: trabajamos por un gobierno y un conglomerado que ponga en el centro las necesidades populares.

Josefina Villar y Andrés Hidalgo
Josefina Villar es secretaria general del Partido Comunes. Andrés Hidalgo es militante de Comunes.