Avisos Legales
Opinión

Acerca de la cancelación a Kena Lorenzini

Por: Roberta Requena | Publicado: 04.11.2022
Acerca de la cancelación a Kena Lorenzini |
La cancelación a la concejala feminista Kena Lorenzini es una vuelta a la caza de brujas en clave estaliniana, nazi o macartista. Algo que como sociedad no podemos permitir. Calumniar en Chile está saliendo gratis. Basta un delirio malvado y las redes explotan repitiéndolo y aumentándolo sin consecuencias, excepto, claro, para la víctima.

Recientemente, el comentario que hace un columnista es tan lineal que no parece salido de alguien de su profesión, un lugar donde para hacer un cuadro de la situación es necesario conocer y reflexionar tantas variantes (culturales, geográficas, históricas, sociales) y mucho de los intereses económicos que hacen que se instale una política por sobre otra (ver https://lavozdelosquesobran.cl/opinion/baradit-y-lorenzini-el-ejemplo-de-lo-que-la-izquierda-no-debe-hacer/31102022).

Y de eso precisamente se tratan los descargos de la fotógrafa, sicóloga y concejala feminista Kena Lorenzini en la entrevista que da a la revista Sábado de El Mercurio hace unos días: de analizar, como ciudadana que vive en sociedad, no sólo lo que reconoce como un comentario inadecuado que pudo afectar el clima laboral (porque acoso sexual se comprobó que jamás existió), y de tratar de entender cómo y a quién sirve esta ola de tergiversación, sectarismo desinformativo y perfiles dudosos que se levantó tras la acusación en contra de la entrevistada.

Toda la generación que alguna vez vio teleseries brasileñas en los 2000 supo de la «esclava blanca» y pasó por la empatía hacia la pobre Isaura –cuya actriz luego del éxito de la serie vino varias veces a Chile– y también por un festinamiento coloquial acerca de su tan terrible como injusta situación; de la que tan pronto como lograba salir del fuego volvía a saltar a las brasas. Pero también la de varios otros personajes de la serie. Los golpes de bastón que recibía en plena calle el juez Costa Pinto propinados por su mujer. De la guagua crecidita que le hicieron creer al «papá accidental» que era prematura y etc., etc.

Eran otros tiempos –ciertamente con códigos más arcaicos que los actuales– y que hemos ido superando. Expresar que ese humor y ese término es un resabio de una crianza, un tiempo y unas salidas que ya no van, y disculparse no es exculparse con eso. Entender lo contrario de la entrevista es elegir de una manera muy básica una sola cereza y armar una teoría con un solo elemento. Un clásico «cherry picking».

La entrevista da cuenta de ese hecho fáctico de nuestra crianza, pero de muchas otras situaciones y razonamientos, por las que la cancelación y el verdadero linchamiento virtual del que fue objeto Kena Lorenzini es absurda e improcedente.

Tener a la vista una carrera dedicada a la visibilización del feminismo como también de las injusticias de la dictadura, y que en contraposición a toda esa vida se presente una sola acusación de una funcionaria que quejándose de dificultades económicas aparece luego pidiendo una compensación millonaria sea suficiente para que cualquiera se haya sentido con derecho a lapidarla en la plaza pública y esparcir calumnias sobre calumnias y absurdos sobre absurdos sobre ella es delirante.

Da cuenta de una vuelta a la caza de brujas en clave estaliniana, nazi o macartista. Algo que como sociedad ciertamente no podemos permitir. Calumniar en Chile está saliendo gratis. Basta un delirio malvado y las redes explotan repitiéndolo y aumentándolo sin consecuencias, excepto, claro, para la víctima.

Roberta Requena
Licenciada en Arte.