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Opinión

Constitución en la mira: de Fantasma a Tutelada   

Por: Patricia Crispi | Publicado: 01.01.2023
Constitución en la mira: de Fantasma a Tutelada    |
El gobierno y demás políticos del Apruebo decidieron que era mejor una Constitución Tutelada que continuar con la de 1980. Se sentaron a conversar con los políticos del Rechazo, como si la Constitución Fantasma no hubiese existido, y se vieron obligados a aceptar el rosario de restricciones que los Poderes Fácticos fueron imponiendo.

Cuatro Constituciones deambularon por nuestro imaginario chileno, el año 2022. Una es la del pasado; la Constitución de 1980, aunque es muy actual, puesto que aún nos rige. La segunda fue escrita por una Convención Constitucional, entregada a la ciudadanía en el mes de julio y plebiscitada en septiembre; fue rechazada y su actualidad desapareció de golpe. La tercera es una desfiguración de la anterior; no estuvo escrita en ninguna parte, pero estuvo por todas partes y asustó tanto como los fantasmas, de ahí su nombre: Constitución Fantasma. La cuarta es la del futuro; tiene bases, bordes, árbitros y expertos: le llaman la Constitución Tutelada.

Rebobinemos. El domingo 4 de septiembre, 13 millones de personas estuvimos frente a una papeleta de votación que decía: ¿Aprueba usted el texto de Nueva Constitución escrito por una Convención Constitucional? Un porcentaje menor optó por el Apruebo (38%) y un porcentaje mayoritario (62%) optó por el Rechazo (casi 8 millones de personas). Mi primera hipótesis es que un porcentaje significativo de esos 8 millones no rechazó el texto oficial que fue escrito por la Convención, sino el espíritu y/o la letra de lo que fue la Constitución Fantasma.

La Constitución Fantasma fue una obra de ingeniería mayor: trenzó buenos relatos con contundentes mentiras y con miedos seculares. Y los difundió en los momentos precisos, a través de los medios adecuados. Tuvo tres macro relatos, como tres pilares, que le dieron una estructura (los fantasmas por si solos no la tienen):

  • Esta Constitución es un mamarracho porque fue escrita por un grupo de personas poco serias, irrespetuosas de los símbolos patrios y de las instituciones de la República.
  • Está Constitución es pésima porque el gobierno que propicia su aprobación es pésimo.
  • Esta Constitución es ilegítima porque no es la “Casa de Todos”, condición sine qua non para ser válida.

Los dos primeros relatos fueron foco de dos campañas de desprestigio (respecto de la Convención Constitucional y el Gobierno, respectivamente). Funcionaron de la misma manera que los noticieros de la tele, haciéndonos creer que algo que ocurre en una proporción mínima es el TODO; después de mirar las noticias tú te quedas con la idea que cuando salgas a la calle al día siguiente, seguro que en la primera esquina te asaltan, en la segunda te violan y en la tercera te matan.

En la Convención hubo escándalos y conductas disruptivas, pero marginales en relación al conjunto de convencionales que trabajaron en forma seria y responsable. Como en todo grupo humano, hubo un 5 % de personas disfuncionales (margen de error de una curva de distribución normal), pero los medios de comunicación a punta de repetir y repetir cada desacierto, nos hicieron creer que se trataba de la Convención completa.

Y desde el mes de marzo, en que asumió el gobierno de Boric, desplegaron la campaña de desprestigio en su contra. Esta excede al Plebiscito: cada día se recrea y supera a sí misma, como en un juego de bowling, a ver cuántos palitroques de ministros y parlamentarios tiran al piso. Por el contrario, el tercer relato, “Casa de Todos”, se silenció abruptamente después del Plebiscito.

La fábula “Casa de Todos” fue fabulosa. Apeló al anhelo humano básico de unidad al interior del propio “yo” (casa-cuerpo) y de la familia (casa-hogar). Una casa-país de armonía y respeto, donde nadie se aprovecha ni abusa de nadie, donde no hay violencia de zonas de sacrificio, ni lucro desaforado, un país donde los beneficios y sacrificios se reparten equitativamente, como en una casa-hogar ideal. Acierto fabuloso, pero mentiroso. Nunca una constitución será la “Casa de Todos”.

A estos tres macro relatos se sumaron una serie de relatos “micro”: mentiras a medias con mentiras a secas, interpretaciones engañosas con maliciosas, en formato bots y fake news, configuraron los artículos de la Constitución Fantasma. Son 12. Por ejemplo: “Chile será Plurinacional, lo que quiere decir que los pueblos indígenas tendrán un trato privilegiado”; “la casa propia ya no será más propia”; “las mujeres abortaremos hasta los 9 meses”; etc, etc.

Mientras micro y macro relatos fueron permeando la mente consciente, en el inconsciente colectivo se instalaron una serie de miedos:

  • Miedo al Despojo: que me quiten mi vivienda, mi fondo de pensión, mis derechos de agua.
  • Miedo a la Pobreza: que las empresas lleven su dinero a otros países, disminuya la inversión y el empleo, miedo a que yo quede cesante.
  • Miedo a la Aniquilación: que mi país se desintegre. De un día para otro se implementarán tantos cambios que empezaremos a vivir en un limbo donde ya no sabremos si es día o noche, si primavera u otoño; un despojo de ritos donde no habrá más cueca, ni himno patrio, ni bandera, ni 18; un caos donde los caminos se cruzarán sin semáforos y las brújulas no marcarán más el Norte. Más al fondo, miedo a la muerte.

El miedo a la muerte, impreso en la Constitución Fantasma, fue un desplazamiento del miedo a “la muerte del modelo” sentipensado por los Poderes Fácticos cuando sus representantes en la Convención resultaron ser una minoría sin derecho a veto. Acostumbrados a ser los dueños del buque, se embarcaron en el doble engaño: una sarta de mentiras que falsamente concernían a la Constitución escrita por la Convención, cuando en verdad se trató de un invento fantasmagórico.

Los Poderes Fácticos (patriarcalmente Fálicos, con resabios Fascistas y algo perversos en sus Feas prácticas: POFFAS, con muchas efes) fueron los autores de la Constitución Fantasma mientras los políticos de derecha la llevaron a escena. Durante buena parte de la representación estos actores se mantuvieron escondidos en la trastienda del escenario, cediendo protagonismo a los Amarillos, provenientes de la centroizquierda. Los Poderes Fácticos también fueron claves en el financiamiento y difusión de la Constitución Fantasma. No solo aportaron dinero: también sus medios de comunicación, duchos en hacer terrorismo sin disparar un tiro. Y, por supuesto, usaron la red “INTERNATIONAL POFFAS” viralizando contenidos falsos, experticia probada con el Brexit, Trump y Bolsonaro, entre otros.

La Constitución escrita por la Convención era sin duda mejorable. Pero para los Poderes Fácticos era derechamente mala porque suponía una pérdida de mucho lucro y poder. ¿Era tan mala para la gran mayoría de chilenas y chilenos? Si lo hubiese sido, bastaba hacer campaña sobre ella, sin tener que inventar la Constitución Fantasma.

La Convención tuvo aciertos y desaciertos, cometió muchos errores, pero ninguno tan grande como el no haber tomado en cuenta el PODER POFFA, capaz de inventar una Constitución entera, sin arrugarse. Los convencionales tenían no solo la misión de escribir una Constitución -en un plazo acotado que cumplieron- sino también la de escribir una Constitución que fuese Aprobada. ¡Tremendo error de cálculo! La falta de experiencia política de la mayoría de los convencionales -una fortaleza ante el desprestigio de los políticos- se transformó en debilidad a la hora del juicio final. Los convencionales desestimaron el poder de sus antagonistas. No son fáciles de identificar: entre sus efes de POFFAS también tienen la de ser Fantasmas.

El éxito de la cruzada Constitución Fantasma se debió en buena medida al voto obligatorio. Más de 5 millones de nuevos votantes, personas que hasta el último minuto no sabían si Aprobar o Rechazar, gente sin tiempo ni ganas de leer el texto, ni para pensar en el tema, hombres y mujeres ajenos al vaivén político, jóvenes que nunca antes habían votado por nada. Ciudadanxs con inteligencia normal, pero muy permeables a una buena campaña.

El porcentaje significativo de personas que votaron Rechazo al espíritu y/o la letra de la Constitución Fantasma, sin duda provino de ellos. Y también hubo aquí una cuota de “Rechazo por el Rechazo”, personas que pintaron su voto de un negro que lo rechaza todo: el sistema político, los parlamentarios, el gobierno anterior, el gobierno actual, todas las élites e instituciones, incluida la tontera de tener que ir a votar puesto que los políticos son todos iguales, manga de corruptos que se eternizan en cargos públicos. Si la pregunta se hubiese formulado al revés, ¿quiere usted que continúe vigente la Constitución de 1980?, estas personas ¡por supuesto habrían votado Rechazo!

Por el contrario, entre los votantes que habíamos participado en el Plebiscito de Entrada, muchos tuvieron una adscripción previa al Rechazo anterior a cualquier campaña (Rechazo en ese primer Plebiscito) y otros se trasladaron del Apruebo al Rechazo después de leer el texto y concluir que era malo para el país y/o para sus vidas.

Juguemos con los números

El porcentaje de Rechazo inducido por la campaña Constitución Fantasma, debió ser muy distinto en los dos segmentos de votantes (nuevos y anteriores), pero para facilitar cálculos supondré cifras promedio. Si en promedio, 3 de cada 10 personas, no rechazaron el texto escrito por la Convención sino a las emociones y/o la letra la Constitución Fantasma, del total de los casi 8 millones de votos Rechazo, hay casi un tercio de votos que no tiene legitimidad de votos Rechazo. Ello, porque en el Plebiscito nos preguntaron explícitamente por el texto escrito por la Convención, y no por su desfiguración. Ergo, hay un Rechazo ilegítimo de 2,4 MM (2 millones 400 mil votos) que se debe restar al Rechazo oficial (7,9 MM) y sumar al Apruebo oficial (4,8 MM). Si es así, la opción Apruebo obtendría 7,2 MM y la opción Rechazo obtendría 5,5 MM. O sea, con un 30% de votos inducidos por la campaña de la Constitución Fantasma, el resultado “real” es que el Apruebo supera al Rechazo, en una proporción 56% /44%.

El gráfico a continuación muestra que el punto de inflexión es 19,21%. Si el porcentaje es 20% el Apruebo supera al Rechazo por un estrecho margen. Y si es 40%, el resultado “real” acaba siendo 62% / 38%, mismo resultado oficial, pero al revés (datos más completos, como así mismo de la historia de la Constitución Fantasma, sus artículos, bemoles y reversos, verlos en https://patriciacrispi.blogspot.com/).

He hablado de resultados “reales”, aludiendo a una realidad paralela donde no hay colusión de la información, no se ejerce terrorismo desde los medios de comunicación y la ética de la verdad no se vulnera.

Pero dejemos esa realidad ilusoria y volvamos a la realidad consensuada donde los resultados legítimos son los oficiales, cuestión confirmada la misma noche del Plebiscito por las autoridades competentes. El Rechazo ganó por paliza (38% / 62%) y los Poderes Fácticos con las fuerzas políticas que los representan se sentipensaron nuevamente los dueños del buque y diseñaron su plan maestro 2.0: la Constitución Tutelada.

El gobierno y demás políticos del Apruebo decidieron que era mejor una Constitución Tutelada que continuar con la de 1980. Se sentaron a conversar con los políticos del Rechazo, como si la Constitución Fantasma no hubiese existido, y se vieron obligados a aceptar el rosario de restricciones que los Poderes Fácticos fueron imponiendo.

La Constitución del futuro tiene 12 Bordes ya establecidos. A partir de ellos, un Consejo Constitucional elegido democráticamente elaborará su contenido. Lo elaborará hasta cierto punto, porque lo hará en base a un texto escrito por una Comisión Experta constituida por profesionales de intachable conducta anterior, personas cuyas visiones y opiniones políticas no empañarán su experticia. ¡Como si eso fuese posible!

Y luego habrá un árbitro -en formato Comité de Admisibilidad- que deberá dirimir si aquello que propone el Consejo es compatible con los Bordes. Este Comité y la Comisión de Expertos serán designados por el Congreso Nacional. El Consejo será -como ya dije- elegido democráticamente. Pero hasta cierto punto. No será una representación poblacional, sino territorial: un consejero de Santiago representará a un millón de personas, mientras que un consejero de la zona austral representará a menos de cien mil. Este método de elección, claramente favorable a la derecha política, es una más de las cuentas del rosario de imposiciones que el progresismo aceptó ante un posible no-acuerdo que implicaba continuar con la Constitución de 1980. Constitución en la medida de lo posible. Peor es Nada.

En fin, que el único órgano algo democrático en este enjambre rocambolesco es el CONSEJO. Y este -como su nombre lo indica- sólo podrá dar algunos consejos. Quien terminará cortando el queque, será el Congreso. Esto, a pesar de que en el Plebiscito de 2020 dijimos claramente que no queríamos que así fuese. Y que, ni entonces ni ahora, los parlamentarios tienen una aprobación ciudadana que los haga merecedores de tal poder.

¿Será la “Casa de Todos”? ¡Desde luego que no! La derecha que optó por el Rechazo en el Plebiscito de 2020 sigue queriendo que la Constitución de 1980 siga vigente. Y la izquierda vinculada a las organizaciones sociales -gravitante en la Convención y no tomada en cuenta en este acuerdo- ya ha explicitado su Rechazo a la Constitución Tutelada.

Para terminar, la pregunta del millón: ¿a qué se debe esta excesiva tutela sobre la futura Carta Magna? Si para los representantes del Rechazo, el pueblo chileno demostró ser un pueblo sensato al Rechazar la Constitución escrita por la Convención, ¿por qué ahora es tratado como un adolescente, al que se le da un poco de poder, pero no tanto? ¿Será que el Rechazo sensato no estuvo dirigido a la Constitución escrita por la Convención, sino al loco invento de la Constitución Fantasma?

Patricia Crispi
Narradora.