Retorno hacia la mediocridad en política

En política, como en economía, las proyecciones certeras son sumamente valoradas porque con ellas se impulsan proyectos políticos o económicos, respectivamente. Como la primera domina a la segunda (basándose en siglos de evidencia), la posibilidad dominar la técnica de pronosticar resultados futuros y hacerlos creíbles permite consolidar liderazgos, y hacer con ellos gestión política o inversión de recursos.

Así por tanto, el próximo periodo de elecciones se podrá analizar con teorías o herramientas de prognosis creadas hace décadas, que cientistas políticos y economistas utilizan normalmente, pero que no siempre se reconocen los créditos a sus autores.

Por tanto, encontrar una buena teoría que aplique al momento político y económico que observamos en Chile puede contribuir a formar expectativas (razonables) sobre el resultado en las urnas y el futuro desempeño nacional.

La verosimilitud de los fenómenos electorales a otros tipos de comportamientos o características humanas podría corresponder al estudio que realizó Francis Galton en 1886. Este articulo llamado “Regression Towards Mediocrity in Hereditary Stature” buscaba establecer una ley que permitiera explicar la estatura de los hijos en función a la de los padres.

Galton propuso que, si los padres tenían diferencias respecto a la media, sus hijos, tendían a tener menos diferencia. Es decir, existe “tendencia a la mediocridad”. Desde allí se han construido sobre esta ley múltiples interpretaciones de fenómenos que tienden a valores centrales.

Así, es dable asimilar esta autoproclamada ley de Galton y sus derivadas, al ámbito político, en oportunidad de las próximas elecciones en Chile.

Tras una serie de elecciones de resultados bastante alejados de lo que se podría considerar una opción de tendencia central (mediocre), las futuras elecciones no se visualizarían distintas. Especialmente porque los principales medios de comunicación y algunas encuestas muestran a un gobierno cuestionado por su manejo de la delincuencia, el aumento de la inmigración regular e irregular, desorganizado y con incipientes problemas de corrupción, sin tener en esta última evidencia probada, datos confiables y menos pruebas robustas (legales y estadísticas).

Por tanto, siguiendo a estos medios y las encuestas de los mismos grupos ideologizados y proclives al status quo, se posicionarían como ganadores las y los candidatos que mejor capturen las expectativas de los votantes que valoran la disminución radical de la inmigración y la “mano dura contra la delincuencia”, además por cierto, aquellos candidatos que apelen a su historial de probidad a toda prueba.

Sin embargo, también existe la posibilidad de mantener la tendencia del gobierno actual, solventada en las declaraciones del presidente Boric, que indicaba que las reformas progresistas requeridas por nuestro país debían comprender dos o tres administraciones y que la fortaleza del presidente se incrementará con el mejor desempeño económico que se pronostica para Chile.

Las dos alternativas anteriores (ganadores de los extremos) no satisfacen el enunciado de Galton. Este predice que cuando existen valores más diferenciados en una generación antecesora, la siguiente generación es de menor amplitud. Es decir, que en la próxima elección, se podría esperar que los votantes valoren más posiciones centrales en el ámbito político, alejándose de los extremos. Así, candidatos de centro, derecha o izquierda moderada, tendrían mayor probabilidad de éxito.

Si Galton tienen razón y su ley es aplicable al comportamiento electoral, dado un historial de ganadores extremos en las últimas elecciones (Frente amplio y Republicanos), es esperable que siguiendo a Galton, en los siguientes meses, observemos comportamientos hacia ofertas de tendencia central, consumando así el retorno a la mediocridad.